Ayer coincidieron dos fallecimientos de personalidades de la música. Murió Peret, Pedro Pubill Calaf, el considerado inventor de la rumba catalana. El que nos hiciera cantar y bailar alegremente esa lágrima que cayó en la arena, o se metiese con nosotros llamándonos borriquito, como tú, que no sabes ni la u, sin que nos enfadásemos por ello. Un personaje con mucha historia en la música española, aunque algunos no le perdonasen en los últimos tiempos que se sintiese catalán y estuviese deseando votar en ese hipotético referéndum que pretenden convocar por aquellas tierras. Nos gustaría más o menos su estilo, pero es innegable que creó escuela, en un género que sigue pujante en nuestros días. Polifacético, simpático, lo recordaremos siempre, junto a sus palmeros y su coro de acompañantes femeninas, a los que consideraba unos iguales, como en esas imágenes en blanco y negro de la televisión. Descanse en paz.
El otro fallecimiento fue el de Tony Urbano, el bajista de Leño, uno de los grupos de rock de los 70 y 80 que más me han gustado. Sustituyó a Chiqui Mariscal en 1979, tras dejar Coz, y después de publicarse el primer disco de la banda. Autor de temas como Maneras de vivir, una canción que se convirtió en un himno de la banda y que ha seguido interpretando en solitario también el líder indiscutible del grupo, el genial y coherente Rosendo Mercado. Hace cuatro años volvieron a tocar juntos los tres antiguos componentes de Leño (Rosendo Mercado, Ramiro Penas y Tony Urbano) tras mucho tiempo separados, para presentar un disco que recopilaba su trabajo, interpretado por otros artistas. Chiqui Mariscal murió en 2008. Ahora quien le sustituyera con más éxito en la banda, también. Como digo en el título, ayer fue un día triste para la música.
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