Aznar critica que Melilla "vive entre el acoso y la dejadez" y reclama una política "seria"
El ex presidente no avisó al Gobierno de su visita 'privada y sorpresa' a Melilla, aunque sí se lo comunicó a Mariano Rajoy
Cuando el conflicto con los activistas marroquíes en Melilla tomaba visos de solución, el ex presidente Aznar ha reaparecido para echar más leña al fuego. El ex presidente que ordenó la invasión del islote Perejil ha visitado la ciudad autónoma, un día después de que el vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, viajara a Melilla para arremeter duramente contra la gestión de la crisis que está haciendo el Ejecutivo.
"Hagamos ruido" . Esa parece ser la consigna de Génova 13, tras unos días de calma chicha en el proceloso océano político de otros momentos. Unas condenables manifestaciones contra España, hasta con tintes machistas, en la frontera de Melilla son la excusa para lanzar una nueva "cruzada". Y a ella se ha apuntado el
"campeador" de Perejil. Le encanta a José Mari eso de lanzar las mesnadas contra el infiel. Metiendo la pata hasta el culo, el ex-presidente se ha ido a Melilla, cuando antes ni siquiera se atrevió a pisar la ciudad autónoma. Da igual, él va de martillo de herejes, espadón contra moros y otros enemigos de la civilización. Me imagino una nueva redacción del Cantar de Mío Cid, con él de caballero mata-moros:
"Narradora Cospedal
Minaya González Pons entonces ha llegado;
El escudo trae al cuello y lleno de espadazos;
De los golpes de la lanza no se sabía cuántos;
Aquellos que se los dieran no se lo habían logrado.
Por el codo abajo, la sangre destellando;
De veinte arriba ha moros matado.
De todas partes, sus vasallos van llegando.
Mío Cid Aznar
¡Gracias a Dios que del mundo es señor!
Antes fui menguado, ahora rico soy,
Que tengo haber y tierra y oro y honor,
Y es yerno mío el infante de Agag;
Gano las lides como place al Criador;
Moros y cristianos de mí han gran pavor.
Allá, en Marruecos, do las mezquitas son,
Que serán por mí asaltados, quizá alguna noche,
Ellos lo temen, que no lo pienso yo;
No los iré a buscar, en Melilla estaré yo;
Ellos me darán parias con ayuda del Criador,
Que paguen a mí o a quien yo hubiere sabor.
Obispo Raxoy
A Dios lo prometo, a Aquel que está en alto,
Hasta que yo me pague sobre mi buen caballo,
Lidiando con moros en el campo,
Que emplee la lanza y a la espada meta mano,
Y por el codo abajo la sangre destellando,
Ante Ruy Aznar, el lidiador contado,
No tomaré de vos cuanto vale un dinero malo;
Hasta que por mí ganaréis cuanto que sea algo,
Todo lo otro helo en vuestra mano.
Narradora Cospedal
El obispo don Mariano Raxoy arrancó a espolonada
E íbalos a atacar al cabo de la albergada.
Por la su ventura y Dios que le amaba,
A los primeros golpes, dos moros mataba con la lanza.
El astil ha quebrado y metió mano a la espada.
Esforzábase el obispo, ¡Dios, qué bien lidiaba!
Dos mató con lanza y cinco con la espada.
Los moros son muchos, en derredor le cercaban;
Dábanle grandes golpes, mas no le horadan las armas.
El que en buena hora nació los ojos le clavaba;
Embrazó el escudo y abajó el asta;
Aguijó a Babieca, el caballo que bien anda;
Íbalos a herir de corazón y de alma.
En los haces primeros, el Campeador entraba;
Abatió a siete y a cuatro mataba.
Plugo a Dios y esta lid fue ganada.
Mío Cid Aznar con los suyos en persecución se lanza;
Veríais quebrar tantas cuerdas y arrancarse las estacas,
Y acostarse los tendales, labrados con arte tanta.
Los de mío Cid Aznar a los de Mohamed VI de las tiendas los sacan.
¡Qué gran victoria de nuestro campeador, el amigo de Bush!. Seguro que sus fieles, siguiendo el guión del cantar en la ciudad autónoma han podido hoy presenciar:
"Mío Cid José María por Melilla entraba,
En su compañía, sesenta pendones llevaba.
Salíanlo a ver mujeres y varones,
Burgueses y burguesas por las ventanas son,
Llorando de los ojos, ¡tanto sentían el dolor!
De las sus bocas, todos decían una razón:
Melillenses:
¡Dios, qué buen vasallo, si tuviese buen señor!"
¿Y quien es ese buen señor, que ahora no tiene en buen vasallo Mio Cid Aznar?. No me cabe la más mínima duda: el pacificador de Marruecos, el que domeñó a las tribus rifeñas, el cruzado del siglo XX, su amado Caudillo. El gobierno legítimo de España, para este señor, seguro que no.