Congreso o primarias

 

El vicesecretario general del PSOE, José Blanco, ha anunciado esta mañana el acuerdo de la Ejecutiva Federal de convocar primarias para elegir candidato a la presidencia del gobierno, que será llevado al Comité Federal del sábado. Ya he expuesto mi opinión poco favorable a las elecciones primarias en otras diferentes ocasiones.

El resultado electoral del pasado 22 de mayo ha sido muy negativo para el PSOE. El PP ha arrasado en todas partes, prácticamente. Resulta paradójico que quienes defienden un modelo económico, basado en las prácticas económicas que nos han llevado a la crisis que estamos sufriendo, sean los grandes beneficiarios del votante enfadado. Porque el resultado es la expresión de un gran enfado, como ha ocurrido en otros países azotados por la crisis, pero aquí en mayor medida. Nos han castigado por la crisis y sus consecuencias (desahucios, paro, segregación social...) y además por no haberla prevenido o atacado a tiempo, negando su existencia. El plan de recortes de gasto en pensiones, gastos sociales o sueldos de los funcionarios, hecho a retazos, además de la reforma laboral no ha cambiado el rumbo de la crisis. El hecho de que Zapatero, haya anunciado que no se presentará a una próxima cita electoral no ha paliado el previsible castigo en las urnas. Es más, los electores han castigado con más saña a los concejales y alcaldes socialistas, por no haber paliado los problemas económicos, a pesar de tanto gasto público en el famoso Plan E. Otras cuestiones se han olvidado. La corrupción del partido opositor no se ha tenido en cuenta, agrandando incluso el apoyo de los vecinos. Y muchos electores, antes fieles al PSOE, han decidido abstenerse o cambiar de voto, al sumar también los problemas de cada gestión local. 

Ante esto, las primarias anunciadas solo resolverían una parte del problema: el cartel electoral para las generales. Pero deja a un lado el necesario ajuste político, la reflexión previa, la maduración de un proyecto progresista eficaz y que conecte con nuestro electorado cabreado. Es lo que ya han dicho algunos dirigentes, como Francisco Toscano, o Patxi López, en su blog. Hace falta un congreso, que es el ámbito natural para debatir y decidir sobre estas cuestiones. Eso no es incompatible con la elección directa del candidato a presidente del gobierno, pero sin una política clara, sin un cambio de rumbo definido y en nuestra línea ideológica, capaz de conectar con nuestros futuros votantes (un magma plural de izquierda, no monolítica), las primarias son solo un ajuste de cuentas personal, un desfile de modelos descafeinado para competir entre líderes mediáticos, que no contentará al electorado. Un electorado que está pidiendo otras cosas, como piden los muchos jóvenes sin esperanza en el futuro que han protestado en estos días pasados, y a los que hay que dar respuesta, para que no se auto-marginen del sistema. Un electorado que clama contra la burocratización de los partidos y la patrimonialización de la política, encorsetada en aparatos que parecen más interesados en satisfacer sus propias ambiciones, que las necesidades de la gente. Un electorado que quiere el mantenimiento de las políticas sociales y que ve cómo son los de siempre los que se aprovechan de la crisis, amasando beneficios, mientras la mayoría sufre los problemas. 

Para esto hace falta un congreso. Y, si quieren, que luego hagan primarias para elegir quien mejor encarne el proyecto, previamente aprobado. Eso es lo que pienso. Además, con el panorama que nos ha deparado la situación actual tras las elecciones municipales y autonómicas, y sin proyecto nuevo e ilusionante, ¿quién está dispuesto a comerse el marrón y  batirse en duelo en unas primarias, tutelado por un secretario general en retirada? ¿De verdad hay tanto voluntario?