Hace algún tiempo que se viene hablando mucho de primarias en el PSOE. También hace tiempo que vengo resistiéndome a hablar del tema. La vorágine en que hemos entrado, por el enfrentamiento entre Tomás Gómez y Trinidad Jiménez en Madrid, que se está contagiando en otras federaciones del partido, me hace de una vez expresar mis opiniones.
No soy partidario de las primarias. Es un sistema que, además, tal como está diseñado aquí, no trae buenas consecuencias. Las primarias se usan cuando hay problemas internos. Y lo que hay que hacer es solucionar esos problemas, antes de llegar a la disputa interna.
En 1997, cuando dimite Felipe González, el partido había entrado en crisis. Lo normal era que el secretario general fuese el candidato a la presidencia del gobierno. Pero como el secretario general, Joaquín Almunia, estaba cuestionado por una parte del partido, se les ocurrió lo de las primarias para reforzar la imagen del candidato. Creyendo que saldría él, claro. Almunia es una persona de gran valía, pero representaba al "aparato", ese "monstruo diabólico" que las "bases" siempre rechazan, por ese espíritu libertario, tan español. Las bases o los que no son tan "bases", porque tienen otros cargos, pero que no se salen con la suya. Además Almunia es un gran orador, pero un nefasto mitinero. Todo lo contrario que José Borrell, alguien que había pertenecido a la primera línea del gobierno (¡qué habilidad para presentarse, sin embargo, como un crítico!) pero que lanzó su candidatura a base de mítines embravecidos y con gancho. Me acuerdo de un acto en Sevilla, en la Cartuja, con todo repleto, hablando varios, entre ellos Felipe, Borrell y cerrando Almunia. Fue una estocada para el secretario general hablar, con su discurso pausado, tras un Borrell brillante, embaucador, mitinero, motivador de las masas.
Las primarias, al contar Almunia con el apoyo del "aparato" del partido, se volvieron un plebiscito contra la dirección, en malos tiempos por la derrota electoral del 96. Almunia representaba la continuidad del equipo derrotado. Fue un voto de castigo, no la elección de la mejor opción para ganar unas elecciones. Y las "bases" votaron contra el "aparato". Porque en estas y otras primarias votan los afiliados. Y este es otro de los motivos por los que no soy partidario de primarias. Si queremos encontrar los mejores candidatos para ganar unas elecciones, debemos preguntar a los posibles votantes, no solo a los afiliados, que incluso llegan (en algunos casos) a desertar el día de la votación, si no consiguen llevar a su propio candidato. Conozco casos en elecciones municipales donde esto ha pasado, y donde el partido ha tenido menos votos que afiliados tiene su agrupación local. En las primarias se suele votar con el corazón, no con la razón, y aun menos con la razón electoral.
Siempre he sido partidario de que las direcciones dirijan. En este caso, que propongan candidatos y candidaturas, con los mejores. El refrendo democrático no se pierde porque la dirección correspondiente haga su propuesta. Siempre se vota por las bases, sí o no. Y siempre queda luego la posibilidad de exigir responsabilidades a quienes no han acertado con su propuesta. Por otra parte, si las bases no aceptan la propuesta de la dirección, se tiene que cambiar a ésta y poner en su lugar a quienes hayan defendido la alternativa. Eso es lo correcto, nadie es eterno. Y los afiliados siempre tienen la última palabra.
Si son los afiliados los únicos con derecho a votar y si se vota a la contra, el resultado no puede ser positivo. Es lo que está pasando en Madrid. Puede que los afiliados apoyen al actual secretario general, pero los posibles votantes no apoyan esa opción. Muchos verán con simpatía a un Tomás Gómez como enemigo del aparato, cuando él fue llamado por el mismo Zapatero para asumir la secretaría general. Sin embargo no parece que quienes tendrían que auparlo a la presidencia de la comunidad madrileña vean con simpatía su candidatura. Y esos son los que decidirán el día de las elecciones.
La suerte está echada. Las primarias convocadas. Ni me puede oponer por tanto, ni voy a contradecir las decisiones tomadas. Solo me temo que Esperanza Aguirre y su partido, conocedores de esta situación, están esperando que el desenlace vaya por estos derroteros, los de la revuelta contra el aparato socialista, frotándose las manos mientras esperan un óptimo resultado electoral. Como el que tuvo por cierto Aznar, tras el espectáculo de las primarias de Borrell. ¿Aprenderemos algún día?
Siempre he sido partidario de que las direcciones dirijan. En este caso, que propongan candidatos y candidaturas, con los mejores. El refrendo democrático no se pierde porque la dirección correspondiente haga su propuesta. Siempre se vota por las bases, sí o no. Y siempre queda luego la posibilidad de exigir responsabilidades a quienes no han acertado con su propuesta. Por otra parte, si las bases no aceptan la propuesta de la dirección, se tiene que cambiar a ésta y poner en su lugar a quienes hayan defendido la alternativa. Eso es lo correcto, nadie es eterno. Y los afiliados siempre tienen la última palabra.
Si son los afiliados los únicos con derecho a votar y si se vota a la contra, el resultado no puede ser positivo. Es lo que está pasando en Madrid. Puede que los afiliados apoyen al actual secretario general, pero los posibles votantes no apoyan esa opción. Muchos verán con simpatía a un Tomás Gómez como enemigo del aparato, cuando él fue llamado por el mismo Zapatero para asumir la secretaría general. Sin embargo no parece que quienes tendrían que auparlo a la presidencia de la comunidad madrileña vean con simpatía su candidatura. Y esos son los que decidirán el día de las elecciones.
La suerte está echada. Las primarias convocadas. Ni me puede oponer por tanto, ni voy a contradecir las decisiones tomadas. Solo me temo que Esperanza Aguirre y su partido, conocedores de esta situación, están esperando que el desenlace vaya por estos derroteros, los de la revuelta contra el aparato socialista, frotándose las manos mientras esperan un óptimo resultado electoral. Como el que tuvo por cierto Aznar, tras el espectáculo de las primarias de Borrell. ¿Aprenderemos algún día?
9 comentarios:
Pues casi que coincido contigo. Yo estoy de acuerdo con las primarias, siempre que todos los partidos políticos hagan primarias.
Pero aquí sólo la hacemos nosotros y nos desnudamos en público.
Damos una sensación de división que no nos beneficia en nada.
Y quien luego manda es que el ciudadano/a que vota, no el afiliado/a.
Así que casi te doy la razón.
Y digo casi, porque estoy de acuerdo con las primarias, pero no de la manera en que se están haciendo. Hay que ser más estrategas.
Pues yo sí que creo en las primarias aunque también creo que no es atinado llamarlas "primarias".
Si no exinten en el partido eso que convengamos en llamar "primarias", ¿cómo se elaboran las listas de toda agrupación local, provincial y regional del PsoE?
Los del PNV lo tienen más claro. Yo no sé si lo de ellos es una pizca más democrático que lo del PsoE, pero en ese partido una persona es quien lleva la organización interna y otra distinta la que aspira a un cargo público.
Lo contrario de todo eso es lo que casi siempre ha pasado en el PsoE: Que el secret. general encabeza la lista; le sigue en el puesto nº 2 el secret. de organización; el 3º sería el secret. de política municipal, provincial, regional (táchese lo que no proceda)... y así sucesivamente..., hasta poner en último lugar al que limpia los ceniceros de la sede, recoge la papelera y apaga las luces.
¿Qué pasa, que Tomás Gómez estaba más legitimado que Trinidad para encabezar la lista a la Autonomía de Madrid? [¡Qué trabajo más enorme me cuesta llamar a Madrid Región y no llamarla Provincia].
Si Trinidad Jiménez sintió de pronto la necesidad imperiosa de aspirar a encabezar la lista por la "provincia" de Madrid, yo veo muy lógico que encuentre el cauce adecuado para que se contemple su legítima aspiración.
¡¡Ahh, amigo!! Lo malo viene de que a Trinidad Jiménez no la ha derribado del caballo una luz vivísima y una voz oculta y cavernosa la ha dicho: «¡Trini, te tienes que presentar en Madrid!».
Eso es lo malo. Y lo peor es que eso lo va a pagar, las gane quien las gane. Y se va a pasar factura a alguien más.
Salú y socialismo del güeno
Sobre este tema de la batalla por Madrid, he leído hoy un artículo de Jesús Cacho que me ha parecido interesante. Ignoro su grado de objetividad o su conocimiento y acierto en el análisis de la situación interna del Partido Socialista, pero el planteamiento que hace el articulista me ha parecido de gran calidad periodística, complejidad y sutileza. Si alguien desea conocerlo y aportar su opinión, éste es el enlace:
http://www.elconfidencial.com/con-lupa/rubalcaba-blanco-gomez-zapatero-20100912-6381.html
Saludos.
Alfonso, como digo, no soy partidario de las primarias, pero si éstas se llevan a cabo, debe cambiarse el modelo, de cerrado a abierto, como pasa en Estados Unidos. Que se inscriban los futuros votantes, sean o no afiliados, y que sean éstos los que voten. Eso sí daría una imagen más cercana a la voluntad del “universo electoral del partido”. Eso sí permitiría escoger (en teoría, por supuesto) al mejor candidato. Eso sí serían verdaderas “primarias”, primera parte, de unas “elecciones secundarias”, la segunda parte real, con el sufragio universal. Lo de ahora no es real, no compromete a nada, y permite ese “voto de castigo” que ocurrió con Borrell y me temo que pueda repetirse en Madrid, como ya ha sucedido en otras federaciones.
Jesús, existe un primer nivel a la hora de la elaboración de las listas, que siempre es democrático. Son las agrupaciones locales las que proponen candidaturas, de una u otra manera, según el nivel de cada elección (municipal, regional, congreso o senado). Son órganos democráticos los que ratifican o no esas candidaturas (comités provinciales, regionales y el federal). Otra cosa es el debate añejo de las “incompatibilidades”, que es el que tú mencionas: el que no se pueda ostentar cargo público y orgánico al mismo tiempo. Siempre me ha parecido un error. No favorece el debate, sino las luchas internas. Y, curiosamente, quienes han defendido estas incompatibilidades, siempre han terminado no aplicándolas, siempre han acumulado cargos. Es la lógica normal, Jesús. Quien aspira a un cargo orgánico es porque quiere tener un cargo público, quiere el poder. No hay más cera que la que arde. Y, repito, el partido tiene la posibilidad siempre de exigir responsabilidades a quienes han hecho las propuestas.
Que Trini se presente por imposición de los dirigentes es cuestión diferente. Responde a esos cálculos electorales que también son necesarios en una organización. Que duela eso a quien aspiraba a la candidatura a la presidencia de la comunidad, no es sino la prueba de que esa separación entre cargo público y orgánico es una falacia. Gómez se enfada y defiende su candidatura precisamente porque es secretario general. Lo que es una contradicción respecto a esas incompatibilidades, que muchos dicen defender. Y encima lo hace aparecer como “víctima” del aparato. Es sarcástico. Y no nos beneficia nada, con el panorama que tenemos actualmente.
Octavio, esa obsesión con Felipe por parte de Jesús Cacho, que tantos beneficios le ha aportado hasta hoy, me parece sospechosa. ¿Sigue siendo González el que mueve en la sombra todos los hilos de este país?. Al final habla de Freud en su artículo. No sé si el autor debería hacérselo mirar por un psicólogo también, con esta fijación. Por otra parte me ha hecho gracia una frase suya que reproduzco: “Blanco, 48, un hombre de indudable talento natural a pesar de no contar con título universitario, es el encargado de controlar el partido con mano férrea”. Yo pensaba que el talento es el que te permite adquirir conocimientos y manejarlos con soltura para dar satisfacción al interés personal. Ahora resulta que es el título universitario, un documento administrativo, el que proporciona el talento, la inteligencia. O sea que quienes no tienen título universitario son tontos de capirote. Es el insulto de moda entre los “foreros” y comentaristas anónimos en internet de la derecha más rancia: “no tienes título, eres tonto, un gañán y un ladrón, por supuesto de izquierda, de paso”. La misma táctica que usaron en 1996 para descalificar a los que votaban al PSOE: analfabetos. Sin embargo esto solo encierra elitismo barato y odio, sentimientos no razón. Y prueba además que tener un título universitario no aporta ni un gramo adicional de inteligencia, si es que se tiene. En cuanto al resto del artículo, además de la abundancia de datos, rezuma por sus poros cierta inquina “profesional” algo enfermiza: la obsesión por Felipe se complementa con las maquinaciones del grupo PRISA, la bestia parda de determinados periodistas de este país, metidos también, por cierto, a empresarios. Me recuerda la obsesión por “el judío” que lo controla todo, desde las sombras, de otras épocas.
Gracias por tu opinión, Schevi. Yo me considero un completo lego en todo lo relativo a los partidos políticos y, muy especialmente, en los movimientos internos de los mismos. Por eso he querido pedir opinión sobre el artículo en cuestión, ya que, desde el punto de vista periodístico, está muy bien expuesto y aparenta disponer de excelente información. En fin, pasaremos a leer al personaje con la mosca detrás de la oreja, como todo cuanto se mueve en ese terreno.
En cuanto a Felipe, estoy de acuerdo en que no puede ser quien mueva todos los hilos del país, pero también creo que, en situaciones tan delicadas y decisivas como la que estamos viviendo, no puede encogerse de hombros; ni él, ni nadie con un mínimo de sentido del deber. Lo contrario nos defraudaría.
En lo relativo a la "titulitis", como en tantas otras cosas, coincidimos. ¡Cuánto cernícalo hay con uno o varios títulos colgados de la pared, y cuánta gente esencialmente autodidacta está haciendo funcionar el mundo!
Saludos.
A vote pronto y declarandome desconocedor de los entresijos de los partidos, me gustan las primarias y lejos de ofrecerme una imagen de debilidad me presentan un partido democrático y sin nada que ocultar, que lucha interna por el poder haberla hayla y las primarias me parecen la mejor forma de dirimirla. Claro que tanto por elección a dedo como por primarias se puede errar.
Quinto Forajido, lo malo que le veo a las primarias es como están diseñadas aquí: que solo votan los militantes. Eso es lo que provoca problemas. Deberían estar abiertas también a los simpatizantes, a los futuros votantes. Así se garantiza una mejor elección de candidato, sin influencia negativa de las disputas internas. Ahora bien, la alternativa a las primarias no es la elección a dedo, como dices. Hay otros procedimientos que son democráticos y que se aplican en defecto de primarias. Por lo demás, como tú dices, nadie garantiza el acierto luego, por supuesto.
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