2015 es un año especial. Además de estar repleto de citas electorales, también se cumplirán 40 años de la muerte de Francisco Franco, el dictador que tuvo España también con 40 años de mandato, que marcó de forma decisiva el devenir histórico e incluso cierta forma de sentirse español, que reconocemos (y sufrimos) los que vivimos aquellos años. Y cuarenta años, por tanto, son los que la monarquía restaurada entonces lleva viva en nuestro país, a pesar de los últimos problemas de descrédito, con abdicación incluida del entonces encumbrado como monarca. Pero hay otros hechos o aniversarios que merecen la pena reseñar.
En este mes de abril que acabamos hoy, pero de 1975, se publicó el primer disco de un grupo legendario del rock y pop andaluz y español, Triana. No había escrito nada de esta formación y este aniversario me permite hacerlo con cierto matiz de nostalgia. En el disco, en su portada, al verse a los componentes en un patio, se le viene denominando como El Patio desde entonces, aunque no figurase allí el nombre ni hubiese un tema titulado así. Esa era una época en la que todavía se cuidaban las carátulas de los discos, encontrando algunas veces verdaderas obras de arte.
Recuerdo que fue un aldabonazo en nuestros gustos musicales, pues su estilo, en el que se fundía la música rock sinfónica, como la de bandas famosas al estilo de Pink Floyd, Camel, Yes o Jethro Tull (de los que comenté el concierto que dieron en Córdoba incluido en la gira por el 40 aniversario de su disco Thick as a brick) con el flamenco, convirtiéndose en uno de los grupos más significativos de lo que se llamó "rock andaluz", gracias al impulso, entre otros, de Gonzalo García-Pelayo.
Sus componentes esenciales fueron Jesús de la Rosa (voz y teclados), Eduardo Rodríguez Rodway (guitarra y voz) y Juan José Palacios "Tele" (batería). Aunque algunos otros músicos tuvieron contacto con ellos, como Lole y Manuel o Benito Moreno. La muerte en accidente del primero, compositor de muchas letras y sostén del estilo y personalidad del grupo, supuso la desaparición de la banda, que publicó varias obras más (Hijos del agobio, 1977; Sombra y luz, 1979; Un encuentro, 1980; Un mal sueño, 1981, y Llegó el día, 1983). Sus temas fueron inspiración de otras bandas, e incluso hasta en las ferias y fiestas las interpretaban otras formaciones en el repertorio festivo, para la sesión de "baile lento", que entonces todavía se llevaba, hasta en las discotecas.
En muchas de nuestras fiestas de jóvenes, para recaudar fondos para viajes de estudios o los de "peregrinación a Taizé", sonaron los Triana, con temas de éste y los posteriores discos. Sin duda, durante algún tiempo, fueron un grupo de culto, especial para adorar nuestra música con raíces o para acompañar experiencias psicodélicas, tan de moda en esas fechas para algunos.
Hoy día, tras esos cuarenta años de la publicación del primer LP, siguen siendo una banda fundamental de la música española, que merece la pena, de vez en cuando, recordar.