Las elecciones al Parlamento Europeo las ha ganado la derecha. El PP saca 23 escaños (42, 23% de los votos), el PSOE, 21 (38,51%), los partidos minoritarios y nacionalistas repiten, y entra en escena otra vez UPyD. La participación supera por la mínima la de 2004. Esto implica, por lo que se ve hoy, un bálsamo para Rajoy, ya que no se cuestiona su candidatura en las próximas elecciones generales, sean éstas cuando sean.
Cataluña y Andalucía, siguen siendo los graneros de votos socialistas. El problema de la financiación pasa factura en Cataluña, pero menos de lo esperado. En Andalucía el PSOE sigue ganando al PP, salvo en Málaga y Almería (vuelven los territorios con corrupción urbanística). Griñán sale airoso de su primer envite electoral como presidente de la Junta. Javier Arenas, “desparecido en combate”. Sus “manifestaciones” contra el paro no le han salido rentables. Preocupante Castilla- La Mancha, gana el PP. IU se estanca y no rentabiliza los 4 millones de parados, para reclamar el tan cacareado giro a la izquierda. Europa, en fin, sí gira, pero a la derecha. Cuando vienen las vacas flacas, cuando no hay nada que repartir, se amparan los electores en la xenofobia, el “sálvese quien pueda”, nos cuenta la historia, y ayer ésta se repitió. Primero, hacer beneficios, luego, el reparto, parecen decir, pues el castigo al gobernante no se impone como regla por la crisis: pierde estrepitosamente el laborismo (perdido políticamente hace ya mucho tiempo), pero ganan Sarkozy y Merkel, aunque gobiernen (curiosamente con una política intervencionista, nada liberal, frente a la crisis). Es la revancha conservadora, frente al estado del bienestar que se comparte hasta con los inmigrantes.
En Madrid y Valencia, arrasa el PP: No le afecta la corrupción. Parece que los votantes dicen: “que más da que roben si para mí hay parte en el reparto de la tarta.” Lo que importa es la solución a la crisis, no unos regalillos o “trinques” sin importancia, mientras haya “salidas” para la gente. Para el votante de izquierda, por el contrario, la corrupción es dañina: que unos pocos se forren (cuando son de izquierdas), mientras hay paro, es intolerable. El de derechas piensa, como algunos italianos sobre Berlusconi, con lo de las fotos de las niñas en la piscina: “¡qué chulos son!, ya me gustaría que me pasara lo mismo”. Y si le pasa, no hay problema (dinero negro ganado a espuertas con la corrupción y la especulación urbanística, desde el político conservador, pasando por el empresario y el albañil, hasta llegar al comprador, con bolsas de dinero negro invertidas en pisos), hay chollo para todos. Siempre hay un consuelo “moral” para el votante conservador (“Si ahora hay problemas con las hipotecas es por culpa de los socialistas, por negar la crisis y no dar ayudas a los compradores”). Si se peca, se confiesa uno y basta.
A los socialistas en España se les ha achacado la falta de medidas, erróneamente, pues se han tomado. Pero, ¿han dado resultado?. ¿Ordenadores para los colegios, subvenciones a la compra de coches, son eficaces?. Las pymes esperaban la ayuda del Estado, ¿los préstamos ICO han llegado a las empresas?. Perece que no (los bancos no están dispuestos a cargar con los costes), y los fondos de obras para ayuntamientos, aunque han rebajado las últimas cifras de paro, parecen “pan para hoy y hambre para mañana”, cuando se acaben las obras. ¿Habrá un nuevo aumento del desempleo?.
La campaña no ha sido europeísta, sino centrada en los asuntos nacionales. No es raro, Europa fracasó cuando se inventaron una constitución ilegible, incomprensible, burocratizada, que no representaba los anhelos de nadie, y que no contó con respaldo ni de los gobiernos negociadores, ni del electorado (con record de abstenciones). Los Estados siguen mandando demasiado. Y la derecha nunca ha tenido interés en superar el marco estatal, pues las coartadas nacionalistas siguen dando rédito electoral y repartiendo poder. Si lo que elegimos, para colmo, es un parlamento del que no sale un gobierno luego, el interés para los ciudadanos es nulo, no le ve eficacia a su voto, frente a elecciones de otro tipo.
Aquí también la campaña ha estado centrada en los problemas internos. La crisis parecía que iba a ser la protagonista, pero el PSOE intentó desviar la atención con otros temas: la corrupción del adversario, el aborto, Obama… El PP se ha agarrado a los aviones queriendo presentar a un gobierno que abusa del estado en tiempos de crisis y no hace nada para solucionarla, olvidando al ciudadano. Este cóctel de crisis y aborto, aderezado por las declaraciones de unos y otros ha sido fatal para el PSOE. Un ramalazo de supuesto izquierdismo (enfrentamiento con la iglesia y sectores ultra-conservadores) no ha contrarrestado lo que realmente importa al ciudadano medio: si el bolsillo está lleno o no a fin de mes. Incluso ha soliviantado a muchos votantes del PSOE que no consideran apropiadas estas medidas de reforma (recuérdese la encuesta que daba un 70 % en contra del aborto en menores de 16, sin necesidad de conocimiento paterno) y menos, con la chulería pseudo-científica de la ministra Aído. ¿Se ha aprovechado Rosa Díez de eso?. ¿Ha contribuido ello a la abstención?. Para colmo, la megalomanía historicista, buscando similitudes forzadas con Obama, tras décadas de antiamericanismo panfletario, nos ha restado seriedad. Lo cierto es que el PP se ha puesto por delante, ganando este partido sus primeras elecciones de ámbito general desde 2000. En 2004 ganó el PSOE las europeas demostrando que la victoria de Zapatero en marzo no era solo consecuencia del atentado del 11M, sino el cansancio por la arrogancia de un Aznar con un gobierno prepotente, que nos había metido en una guerra que no queríamos y que aplicaba medidas económicas contra los trabajadores, que motivaron una huelga general. Parecía que un nuevo entusiasmo se instalaba en este país, de la mano de un presidente joven con ideas nuevas, que rompía la inercia pesimista en la que se había instalado el PSOE, tras perder en 1996. Las elecciones generales pasadas revalidaban su victoria, pero la crisis rondaba su cabeza y parece que se ha instalado la idea de que se ocultó para conseguir este nuevo triunfo. Por lo que era previsible un castigo electoral, en unas elecciones “en las que no nos jugamos nada”. El castigo no ha sido tan duro, pero ha sido.
Se hace preciso reflexionar sobre ello, humildemente, para que la derrota no se convierta en una tendencia. Nos queda un tiempo por delante de mucho dialogar con la oposición y de llegar a acuerdos, antes de que nos cierren las puertas y sea inevitable un adelanto electoral.
Tal vez, haga falta que el gobierno sea más intervencionista sobre todo en el sector financiero, con medidas eficaces y no buscando el titular de prensa, para quedar en nada. Es preciso invertir y al mismo tiempo ahorrar en lo superfluo. Que se afronten con seriedad reformas y que las pacte, para dejar atrás instituciones de los años ochenta que son un lastre en estos tiempos. Hace falta que el gobierno sea más humilde, que no dé lecciones a los ciudadanos y baje los pies a la tierra de los problemas, los reales, no inventarlos. Y también que esto ocurra en la dirección del partido tan contenta de sí misma, por ser tan joven, sonriente y opinar de todo con un desparpajo que asusta al más prudente. Si la gente da la espalda, se abstiene o cambia de voto, es porque no se siente representada. Antes de que cuaje el descontento, mejor reflexionar.
ACTUALIZACIÓN: 11 de junio de 2009
El PSOE gana también en Málaga, gracias al voto de los emigrantes.