Día tras, día, gota a gota, el gobierno anuncia su programa. El ministro de educación ha desvelado hoy sus planes: cambiar el nombre a Educación para la Ciudadanía (parece que con eso se acaba el denostado adoctrinamiento que aplica esa asignatura, que no se reprocha, por cierto, a la clase de religión), reducir la ESO un año y aumentar el bachiller el año que quitan (cambio de cromos), siendo este curso obligatorio. Además de abrir la puerta a la financiación "autónoma" (¿privatización?) de los centros docentes. La semana pasada Ruiz Gallardón informó de los suyos: reforma del Consejo General del Poder Judicial (para dejar en manos de los conservadores el órgano de gobierno de los jueces, sin intervención de la oposición), vuelta a la antigua ley del aborto (con los tres supuestos, sin plazos), copago en la justicia para los que recurran (un nuevo tributo creado por quienes iban a bajar impuestos), reforma de la ley del menor para castigar a los que cometan delitos junto a adultos (porque sí tienen conocimiento y aptitud para decidir, no como en el aborto, que precisarán de los padres para hacerlo), y "estudio" de la cadena perpetua, o, como dicen ellos, "prisión permanente revisable". Todo suena a vuelta atrás. Todo suena a revancha.
Y aquí, con este panorama supuestamente "revolucionario", o "reformista", como les gusta a ellos decir, nosotros pensando en estas cosas, mientras Rajoy sigue sin comparecer en el Parlamento para explicar qué es eso, "lo más duro", los planes que nos tiene reservados. Así tampoco hablamos de la subida del Impuesto de Bienes Inmuebles, ni la del IRPF, ni la congelación de los sueldos de los funcionarios, ni la subida del 1% a los pensionistas (y la subida del 2% de impuestos, o sea, en realidad, bajada de un punto mínimo), ni de los recortes en servicios públicos, ni de la bajada de subvenciones a los sindicatos (ahora, cuando más fala hacen), ni de esa reforma laboral que no va a resolver el problema del paro (que sigue subiendo como la espuma), pero que va a dejar sin derechos a los trabajadores.
Nos enredamos en estas "venganzas", como la que está provocando en Sevilla el alcalde, al cambiar la calle de Pilar Bardem por el nombre de una Virgen. Quieren cambiar el callejero, como hicieron tras la guerra civil, para no dejar ni rastro ni memoria de quienes no les son fieles. Y así nos tienen entretenidos, ellos que hablaban de la división de las dos Españas provocada por Zapatero. Mientras afilan los cuchillos. Para dar la vuelta a la tortilla. Tienen mayoría absoluta y quieren hacer lo que dijo Alfonso Guerra, cuando le preguntaron por lo que significaba el "cambio" en 1982: "que a España no la conozca ni la madre que la parió". Pero en sentido histórico, filosófico, político, inverso. Tiempos de retrocesos. Tiempo de revanchas.