martes, 28 de febrero de 2017

Andalucía, sus tradiciones y sus retos


Hace unos años, de viaje de vacaciones por el País Vasco, estuvimos en Bilbao, coincidiendo con la Aste Nagusia, la Semana Grande. Tras un buen paseo por el casco histórico, nos paramos junto a una carpa donde, con bastante público sentado delante, unos bertsolaris entonaban, compitiendo entre ellos, sus creaciones poéticas. 


Uno de nosotros me dijo "¡qué nacionalistas son esta gente!", tras ver cómo se desarrollaban las fiestas. Junto a la ría las txoznas vendían sus productos adornadas con pancartas, murales y emblemas de claro corte nacionalista. Las tascas rebosaban gente que bailaba y cantaba al son de músicas autóctonas, con instrumentos propios. Incluso unos grupos animaban las calles tocando melodías del lugar, ataviados con ropajes tradicionales y tocados con las clásicas txapelas.


Yo le contesté: "Estamos en sus fiestas tradicionales, así que las viven según sus tradiciones. Unos serán nacionalistas y otros no. Lo que pasa es que, para nosotros, son extrañas, porque no las vivimos en Andalucía así." Y continué poniendo un ejemplo de lo que a otros extrañaría. "Imagina que alguno de estos que están por aquí bajan a Palma, durante la feria. Verán mujeres camino del Paseo vestidas de gitana, cantando y haciendo palmas por sevillanas. Caballistas vestidos con sombrero de ala ancha, chaqueta corta y montando con su pareja, vestida de gitana, a la grupa. 


Cuando entren por el paseo, la música serán sevillanas, rumbas o flamenquito. Las casetas y los bares tendrán farolillos y banderines, con música también similar y estarán decoradas con elementos tradicionales (mantones de manila, abanicos, motivos taurinos, castañuelas, guitarras, etc.) ¡y hasta en las lonas y cortinajes predominarán los colores blanco y verde! los de la bandera de Andalucía, además de los socorridos lunares. El vasco que nunca haya venido a una feria dirá también: "¡qué nacionalistas son esta gente! ¡todo hace referencia a sus tradiciones!". Y unos lo serán y otros no, como pasa en su tierra."


Se quedó pensando mi acompañante y me contestó: "tienes razón". Cada uno ve las cosas según acostumbra a vivirlas, y si no es lo que ve corrientemente, le parecerá que lo ajeno que ve en su visita es fruto de de algún fanatismo o empecinamiento en lo indígena como el de los nacionalistas.


Los nacionalistas acostumbran a manipular la cultura popular para conseguir el apoyo a sus tesis a base de exprimir sentimientos, como los que provocan las tradiciones. Pero un pueblo es más que sus tradiciones. Y Andalucía tiene sus tradiciones muy arraigadas, sí, pero como país y como pueblo son algo mucho más rico e importante. Pensar en Andalucía no es quedarse en su folclore, su Rocío, sus ferias, su flamenco, su aceite de oliva o sus jamones ibéricos. Incluso estas tradiciones se han terminado convirtiendo en productos de consumo, muchas veces alejados de su raíz, como le pasa a parte de su gastronomía, como vemos en este letrero de un restaurante madrileño, de la Plaza Mayor.


Cuando hace 37 años, muchos andaluces nos movilizamos para tener una autonomía política de primera, no fue para defender y disfrutar de las tradiciones solamente. Fue para dar a un giro a la situación de postración que vivíamos, relegados a un papel secundario en España. Para tener un futuro mejor, con empleo de calidad, servicios públicos para todos y de calidad, para acabar con desigualdades sangrantes con otros territorios peninsulares. Hoy día, tras ese tiempo, muchas cosas han cambiado, pero otras no. Tenemos uno de los índices de paro más altos de España, y nuestra economía no encuentra nuevas salidas para nuevos sectores que den empleo. Nuestra sanidad y educación pasan por problemas, gracias a los recortes impuestos con los excusa de la crisis. Los servicios sociales están estancados, con un sistema de atención a la dependencia que no llega a todo el que lo necesita, por ejemplo. Hemos conseguido avances, pero hay retos graves e importantes, que hoy también hay que tener presentes, además de celebrar festivamente nuestro día como comunidad. 

Como yo no soy nacionalista, no voy a caer en la trampa del folclore. La cultura popular está muy bien, mas todo pueblo se merece mejorar sus condiciones de vida, se divierta con lo que se divierta, como hacen en el Norte y hacemos en el Sur. Un día como el de hoy debemos recordar, como aquel 28 de febrero de 1980, que Andalucía también se merece mejorar.

domingo, 26 de febrero de 2017

Mi despacho: nuevos planetas, extraterrestres y código penal


Retomamos la sección "Mi despacho" que ya recuperamos para el blog hace algún tiempo, para comentar asuntos de rabiosa actualidad. 

Rodríguez: ¡Matilde! viene o no ese café.

Matilde: ¡Va, Don Rodríguez! que ya está el café. Pero espere que termine las noticias de la radio.

Rodríguez: ¡Bueno! Ahora tengo que esperar a la radio. ¡¿Por qué no habré cambiado yo de secretaria en treinta años?!

Matilde (cinco minutos después): Ya estoy aquí con el cafelito...

Rodríguez: Frío otra vez...

Matilde: Es que verá, Don Rodríguez...

Rodríguez (cortando): Don Francisco, o Señor Rodríguez, o Rodríguez a secas, Matilde. Se lo he dicho muchas veces, mujer.

Matilde: Verá, Don Rodríguez a secas. Es que estaban diciendo en la radio que la NASA acaba de descubrir un sistema solar nuevo, de una estrella con nombre muy raro, con 7 planetas ¡como la Tierra! ¡y que pueden tener agua y hasta vida! ¿no le parece emocionante?

Rodriguez: Sí muy emocionante. Pero eso no es ninguna novedad. Los astrónomos hace tiempo saben que hay otros planetas fuera del sistema solar, los llaman los "exoplanetas". Lo que pasa es que ahora dan la noticia. Y no me sorprende. La NASA periódicamente convoca ruedas de prensa para anunciar descubrimientos sobre Marte, satélites artificiales, galaxias lejanas, etc, sobre todo cuando cambian de presidente de los Estados Unidos. Supongo que será para que se acuerden de ellos y no les corten el grifo de las subvenciones.

Matilde: Pues yo no sabía nada de nada de esos planetas. Mira que si de verdad existen los extraterrestres y nos vienen a visitar. 

Rodríguez: Seguramente existan los extraterrestres. En un Universo de millones de galaxias, con miles de estrellas, que pueden tener planetas girando a su alrededor, seguro que pueden darse las condiciones que hacen posible la vida. Lo sorprendente sería que solo eso ocurriese en la Tierra, un puntito minúsculo en la inmensidad de Universo.

Matilde: ¡Qué bonito eso que ha dicho de la inmensidad del Universo! ¿Usted cree que los extraterrestres que viajan en los OVNIS y secuestran a los terrícolas, para hacer experimentos con ellos, como vemos en las películas, vienen de alguno de esos siete planetas que ha anunciado la NASA?

Rodríguez: No sé, Matilde, pero no lo creo, porque esos planetas están a 40 años-luz de la Tierra. Necesitarían viajar a la velocidad de la luz (300.000 kilómetros por segundo), algo portentoso técnicamente, y aún así tardarían cuarenta años en llegar aquí. Demasiado tiempo para hacer esos experimentos de los que usted habla.

Matilde: Yo no, los expertos. Como el que salió en el programa de Iker Jiménez (Cuarto milenio) y avisó de que el Código Penal no se refiere a los extraterrestres cuando habla de violaciones. Figúrese, Don Rodríguez, si un extraterrestre viola a una mujer de la Tierra, queda impune. ¡Qué horror! ¡estamos indefensas!

Rodríguez (cansado): El Código Penal no habla de extraterrestres, ni de animales, ni de fantasmas, como autores para violaciones ni para ningún otro delito, Matilde. Solo puede referirse a actos de las personas.

Matilde: Pues Urdangarín también podría haber dicho que él era extraterrestre, para librarse de la cárcel, como la Infanta.

Rodríguez (harto de esta conversación de besugos): Seguro que lo dice en su recurso al Tribunal Supremo. Y seguro que los acusados de la Gürtel también dicen que son  o extraterrestres o que su marido o esposa eran los que llevaban los asuntos. Así todos se librarán de la cárcel. No lo dude.

Matilde: ¡Ay, Don Rodríguez! Que vamos a estar rodeados de marcianos...

Rodríguez: Extraterrestres, Matilde. No crea que con las cosas que veo cada día no pienso que estamos rodeados de extraterrestres. Lo que sí estoy seguro es que, si existen esos "marcianos", como usted los llama, si vienen a la Tierra y se dan un paseo para conocernos, se vuelven seguro a sus planetas decepcionados, aunque tarden otros cuarenta años en volver. Estarán convencidos de que aquí no hay "vida inteligente".

Y tráigame otro café, que tengo que hacer mi columna para el periódico, y con esta charla tan animada, ya se me ha enfriado.

jueves, 23 de febrero de 2017

No a la venta de armas a Arabia Saudí


Todos recordamos con espanto los atentados que venimos sufriendo con regularidad en Europa ejecutados por miembros del llamado "Estado islámico" o también "Daesh". Estos crímenes cuentan con un apoyo claro de países que fomentan el islamismo violento, gracias a los "petrodólares", como comenté hace tiempo. Nada ha cambiado, a pesar de conocerse esas claras conexiones con regímenes extremistas e incluso otros considerados moderados, como es el caso de Arabia Saudí. También he llegado a pedir, por ello, la ruptura de relaciones diplomáticas con Arabia Saudí, junto a otros ciudadanos, a través de la correspondiente recogida de firmas, petición que no tuvo apenas eco. Hoy vuelvo a pedir apoyo para una recogida de firmas. En este caso es de Amnistía Internacional, que pretende parar la venta de naves militares a Arabia Saudí, por parte de una empresa española, un armamento que pude ser usado para atacar a la población civil, en clara conculcación de los derechos humanos y los tratados internacionales. Esta venta parece que es la contrapartida a las compras de crudo, que tanto engordan las arcas de los tiranos árabes, claros apoyos de quienes propugnan el expansionismo islámico por la fuerza. Si estás de acuerdo con esa petición de freno a la venta de armamento y barcos de guerra, puedes firmar aquí la siguiente carta: 

"Mª Luisa Poncela García 
Secretaria de Estado de Comercio

Estimada señora:

Le escribo para manifestarle mi oposición a la exportación a Arabia Saudí de cinco corbetas para la armada saudí. Le pido que no autorice la exportación de estos barcos de guerra porque existe un riesgo claro de que se utilicen en ataques militares directos a la población civil, en ataques indiscriminados en Yemen y en el bloqueo naval al que Arabia Saudí somete a Yemen desde marzo de 2015, y que supone una violación grave del derecho internacional humanitario. 

La exportación de estas corbetas supondría una violación del derecho internacional y español sobre venta de armas, incluido el artículo 6 del Tratado sobre el Comercio de Armas, que prohíbe la transferencia de armas si, en el momento de la autorización, el Estado tiene conocimiento de que las armas podrían utilizarse para cometer genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra e infracciones graves del derecho internacional humanitario.

Por ello le pido que:

Deniegue la autorización de exportación de armas a Arabia Saudí, incluidas las corbetas de Navantia, mientras siga habiendo un riesgo sustancial de que las armas se podrían emplear para cometer o facilitar violaciones graves del derecho internacional de los derechos humanos o del derecho internacional humanitario o se podrían desviar para dicho uso.

Adopte medidas inmediatas para aumentar la transparencia y el control de las exportaciones de armas españolas en la presente legislatura.

Atentamente,"

Entre todos debemos parar este infame comercio.

domingo, 19 de febrero de 2017

La matanza, una tradición que sobrevive en nuestras tierras

Mi madre, con mi tío Curro, tía Belén, tía María y mi sobrina Macarena, en Céspedes 

En otros tiempos, en Palma del Río, como en otras poblaciones de España, era habitual que la gente tuviese animales en sus casas. Animales para el transporte (burros, mulas, caballos) y animales para su cría y aprovechamiento de sus productos. Mi madre tenía gallinas en nuestra antigua casa, de las que aprovechaba sus huevos y también su carne. Estaban encerradas, además, en una antigua cuadra para caballos o mulas, con sus pesebres, sus aros metálicos para atarlos y otros enseres propios; incluso recuerdo una collera colgada de una de sus paredes. Un vestigio de tiempos en que no había vehículos a motor.

Foto de matanza, de la publicación "Palma, un paseo único"

En muchas casas, sobre todo en el campo, no era extraño que se criasen cerdos, además de otros ganados. Ya se sabe que del cerdo se aprovecha todo, así que era muy útil tenerlos. Por eso eran frecuentes los sacrificios de los cerdos, para aprovecharse de sus productos. Esas matanzas se realizan a fines de otoño y durante el invierno. Hay una expresión que recuerda los inicios de esta actividad: "A todo cerdo le llega su San Martín". Este santo tiene su celebración a principios de noviembre, el día 11, y esta fecha marca tradicionalmente el inicio del periodo de matanzas, aunque puedan empezarse a principios del mes, y su temporada acaba a finales de febrero del siguiente año.

Yo jugando a la pelota en el patio de la casa de tío Curro en Céspedes

Las matanzas tradicionalmente reunían a varias personas en cada casa, ayudándose familiares y vecinos. Y duraban un par de días, aproximadamente, entre la preparación, el sacrificio propiamente dicho del cerdo, y luego la elaboración de los productos. Se preparan piezas de carnes, jamones, paletillas, vísceras, los embutidos (morcilla, chorizo, salchichón, etc.), se envasan las grasas. Y todo se hace en medio de un ambiente festivo y de confraternidad, con la finalidad de almacenar alimentos para todo el año.

Mi hermano Roberto y yo jugando en Céspedes

Su importancia ha decaído en los últimos años, pues son menos los hogares que conservan sus pocilgas en uso, aunque se siguen practicando. De ahí que la misma Junta de Andalucía las regulase hace años, imponiendo la presencia de un veterinario que inspeccione el proceso y las carnes, impidiendo que se comercialicen los productos (solo se permite el consumo domiciliario) y encargando a los ayuntamientos de las autorizaciones durante  la temporada. En este mes finalizará la temporada en curso. Yo mismo me encargué varios años, cuando era concejal en el ayuntamiento palmeño, de impulsar los trámites (bandos, licencias, etc.) de las campañas de sacrificios domiciliarios que se practicaban en Palma.

Mi familia en Céspedes

El domingo pasado hablaba de mis familiares maternos, y nombré a mi tío Curro, que vivía en Céspedes, y a mi tía Ascensión. Ésta, cuando vivía en la casa de peones camineros de Los Mochos, tenía su cochiquera, donde criaban "los marranos", que más de una vez vimos en nuestras visitas. Mi tío Curro, en su casa tenía también unas pocilgas, donde criaron cerdos durante un tiempo. A mi familia la invitó varias veces a la matanza correspondiente. Recuerdo haber ido a alguna, aunque no me gustase (y eso que soy taurino), por lo que decliné más de una invitación. De una de esas matanzas en Céspedes debe ser la foto donde aparecen mi padre, mi madre (con el delantal, por estar ayudando a las labores posteriores al sacrificio) y mi hermana Mari, con mi primo Curro (con bigote), el mayor de los hijos de mi tío.

Mis abuelos Sebastián y Belén, en el campo, con parte de sus hijos

Seguramente en casa de mi abuelo Sebastián, cuando vivían en las huertas, también practicaban la matanza correspondiente, aunque no hubiese las mismas condiciones higiénicas que se exigen en la actualidad, ni tampoco las posibilidades económicas posteriores (sobre todo en la posguerra, donde pasaron hambre). Y seguro que, gracias a esta costumbre, se podrían soportar mejor las penurias de vivir en el campo, sin ningún tipo de comodidad. No solo ellos, sino los demás hortelanos y sus familias, que vivían en los pagos correspondientes, y que se solían ayudar en estas labores tan tradicionales. Mi tío Curro, al ser el único que siguió el oficio de hortelano de mi abuelo, continuó con la costumbre de tener cerdos que criar, incluso cuando ya dispuso de la casa y parcela en el poblado de colonización, provocando durante la matanza el encuentro entre los hermanos y sus familias y surtiéndonos de algunos productos que disfrutar más adelante. Mantuvo una tradición, el de la matanza domiciliaria, que todavía pervive en Andalucía y otras tierras de "la piel de toro".

domingo, 12 de febrero de 2017

Mi familia materna, recuerdo de personas humildes y trabajadoras

Mi madre y tía Belén, en Céspedes

En varias entradas he hecho referencia a familiares cercanos míos, unas veces a los paternos y otras a los maternos. De estos últimos he hablado, por ejemplo, cuando comenté una foto veraniega en las huertas de El Higueral, también cuando hice referencia al pago de La Barqueta y su famosa barca para cruzar el Genil, o cuando escribí sobre la biografía de mi madre. Hoy quiero ampliar esas informaciones con fotografías de mis familiares por vía materna, unas publicadas ya y otras inéditas.

Los abuelos, Belén y Sebastián

Mis abuelos, los padres de mi madre, eran Sebastián Peso Almenara y Belén Nieto Caro. Vivieron en varias huertas, donde mi abuelo era el hortelano, el encargado de cuidar la huerta de otros propietarios. Por ejemplo en La Barqueta y en El Higueral, ambas ribereñas del río Genil. Mi abuelo murió antes de yo nacer y no sabemos donde descansan sus restos, pues se hundieron varios nichos, incluido el suyo, y la abuela no sabemos qué dispuso después. Ella murió un año después, aproximadamente, de nacer yo y está sepultada en el nicho de mi tío Curro y la tía María.

Tío Rafalito y tía Frasquita en la boda de Mari y Agustín

Mi madre tenía cinco hermanos, dos hermanos y tres hermanas. Mi tío Rafalito se fue joven a Madrid en busca de un trabajo mejor. Yo lo recuerdo como portero de un bloque de viviendas, hasta que se jubiló y  se trasladó a Palma, a un piso que se compró en la Barriada de San Francisco. Se había casado con "Frasquita", como la llamábamos, de la familia de los "Charlantines". y tuvo dos hijas, Belén, casada con Pepe, y Mª Carmen, casada con Agustín. Mi tío Rafalito se vino a Palma ya mayor, enfermó aquí (demencia senil) y murió en 1996. Sus hijas siguen viviendo en Madrid y mantengo contacto periódico, sobre todo, con Belén.

El tío Curro y la tía Maria, en su boda, junto a los hermanos Tirado, Curra y Pepito

El tío Francisco (Curro) siguió la tradición de su padre, siendo también hortelano. Recuerdo haber ido más de una vez, en los paseos que dábamos con mi madre en domingo, a la huerta de la familia de Fernando Tirado que tenían en el pago de El Corvo, donde vivían. Tenían un perro que nos gustaba a mi hermano Roberto y a mí. Más de una vez bajamos al río, incluso con la intención de pescar algo. Luego consiguió una parcela y una casa en el poblado de colonización del IRYDA de Céspedes (Hornachuelos), aunque mantenía unas habitaciones en la casa de la calle Muñoz donde vivió también mi madre de joven.

Con mis padres y mi hermano, y la tía María, en Céspedes

El tío Curro se casó con María Almenara y tuvo dos hijos, Curro, casado con Carmen, que vive en Céspedes, y Antonio, casado con Toñi, que viven en Posadas. Fue una persona muy querida entre los vecinos y el personal con quien trabajó. Murió en 1993, tras una penosa enfermedad y María falleció en 2010.

Tía Ascensión, con el tío Mariano y dos de sus hijas, pequeñas

De mi tía Ascensión ya apunté algo no hace mucho, con motivo del fallecimiento del abogado Rafael Sarazá, ya que aparecían en una foto que publicó la prensa diaria, junto a este conocido letrado cordobés. Ascensión estaba casada con Mariano Ramírez y tuvieron tres hijas, Sensi, Belén y Mariángeles. El tío Mariano era peón caminero y tenían una casa en la barriada de Los Mochos (Almodóvar del Río). Más de una visita recuerdo a la casa de peones camineros de Los Mochos, para hacer una parada de vuelta de algún viaje a Córdoba, cuando las carreteras no estaban en las mismas condiciones que hoy en día, y hacer un viaje así era algo penoso por el tiempo a emplear y los trazados irregulares. Su último destino fue Córdoba, residiendo en la zona de "El santuario", en el Barrio de la Fuensanta, donde todavía vive mi prima Sensi. Fallecieron mis tíos no hace mucho tiempo, y son los familiares con quienes mi madre mantuvo más contacto hasta su muerte,  por ser los más cercanos, habiéndose quedado en su piso muchas veces, sobre todo cuando las fiestas del barrio.

La tía Angelita

Tuve otra tía, Angelita, a la que conocí poco. Primero porque se había casado con un natural de Peñaflor (Sevilla) y vivían allí. Después, porque padecía diabetes y esa enfermedad le causó la muerte, siendo yo muy niño. La recuerdo, no obstante, con agrado, pues era muy cariñosa. Su marido dejó de tener contacto con nosotros tras el triste desenlace y por no tener hijos.

Tía Belén con Chanín, y mi madre con Roberto y conmigo
Y la última tía, hermana de mi madre, es Belén (como mi abuela). Belén era la última de los Peso Nieto que se fue de Palma. Vivía en la calle Muñoz, en la casa conocida como la "casa del Pollo" (por el apodo de su dueño), una casa de vecinos donde también vivió mi madre, tras dejar la huerta, y donde tenía unas habitaciones mi tío Curro, como ya he apuntado. Belén estaba casada con Jacinto Ruiz, y tiene dos hijos, Juan, casado con Asunción, y Sebastián ("Chanín"), casado con Paloma. De niños, por tener edades parejas (Juan es algo mayor que yo, y Sebastián como Roberto), éramos muy amigos y nos veíamos todas las semanas, ya porque fuésemos a su casa, ya porque ellos viniesen a la nuestra a jugar.

Los cuatro primos jugando en mi casa antigua

Coincidimos en el colegio de las Monjas, de párvulos, luego en la escuela de Antonio G. Chaves, y más tarde en el Colegio San Sebastián. Fue entonces cuando emigraron a Madrid. Mi tío Jacinto trabajaba en el campo, en lo que le salía, y probó suerte cuando un nutrido grupo de palmeños se marchó al País Vasco a trabajar, quedándose algunos a vivir allí (como una hermana de mi tío, o Anita Santos, la madrina de mi mujer). Recuerdo cuando volvió, cargado de regalos para la familia (una bicicleta, una escopeta, etc). Parecía que todo iba a ir bien, pero no fue así y no se quedó. Probaron más suerte en el centro peninsular, y fue entonces cuando se llevó a la familia a vivir a Madrid, concretamente a Leganés. Luego se trasladarían a Fuenlabrada.

Tía Belén y tío Jacinto, en casa de tío Curro (Céspedes), durante unas vacaciones

El tío Jacinto falleció hace algún tiempo, peleando contra el cáncer. Mi tía Belén, a pesar de sus achaques propios (es coja de nacimiento) y los lógicos de su avanzada edad (a punto de cumplir los 89 años este mes), todavía vive. La única de entre los hermanos y hermanas. En navidades, mi primo Juan me envió una foto con ella, cosa que me alegró mucho, por cierto.

Mi madre sosteniendo a uno de los hijos de Alonso Moreno de la Cova, en Horcajo

Todos los hermanos y hermanas de mi madre, ella incluida, fueron trabajadores, personas humildes, que tuvieron que dejar su pueblo natal, Palma del Río, para poder ganarse el sustento. También mi madre emigró durante un tiempo en Madrid y Horcajo de Santiago (Cuenca), estando al servicio de la familia Moreno de la Cova, aunque, al volver, se casase con un  palmeño, el practicante José Domínguez Godoy,  y terminase residiendo en nuestra ciudad. Les recuerdo con mucho cariño, con el que mi madre tenía hacia su familia y nos transmitió desde niños. Y, por supuesto, se merecen un recordatorio, como el de tantas personas sin fama que con su esfuerzo han contribuido a nuestro bienestar. 

sábado, 11 de febrero de 2017

Yo, el Río


Ese es el título del libro que me he comprado hoy. Un relato sobre el río Guadalquivir, contado en primera persona, como si el río nos relatara su vida desde su nacimiento en la Sierra de Cazorla, hasta que desemboca en el océano Atlántico, en Sanlúcar de Barrameda, pasando, como no, por Palma del Río.

El Guadalquivir, a su paso por Córdoba

El viejo río Betis, el Baetis de los romanos y los tartesios, que luego fue conocido por Guadalquivir, "río grande" (Wad al-Kabir) en árabe, es retratado a través de los diversos puentes y otras construcciones ribereñas que los seres humanos han ido adosándole en el transcurso de la Historia. Nos cuenta todos sus avatares naturales, hechos históricos, vivencias cotidianas de las gentes que han poblado sus riberas, y hasta sus problemas medioambientales. Y no es extraño, pues su autor es el palmeño Germán Domínguez Romero, biólogo de formación y técnico de medio ambiente. 

El Genil, que aporta sus aguas al Guadalquivir en nuestra tierra palmeña

El libro contiene un abundante catálogo de fotografías que complementan los textos. O tal vez sea al revés, que sirvan para inspirar la letra del relato. El autor de estas imágenes es Germán Domínguez Urzola, hijo del primero, un fotógrafo ya conocido por nosotros a través de su obra, de una gran calidad.

Desembocadura del Guadalquivir en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)

A Germán le conozco desde hace años y hemos tenido contactos también profesionales en algún momento. Me invitó a la presentación del libro, que tuvo lugar en el Centro de Interpretación del Guadalquivir el mes pasado, pero no pude ir. En esa presentación le acompañaron las hermanas May y Rosario Lora, que, con la ayuda de un guitarrista ilustraron el acto. En fin, me lo perdí. 


Hace poco le pregunté por internet dónde adquirir la obra. Esta mañana su hijo me ha traído el libro a casa, pues no lo había comprado todavía. Agradezco la amabilidad de ambos, padre e hijo, para facilitarme su trabajo. Un libro del que espero disfrutar como se merece. Y que, como no, recomiendo a todos los amantes de las cosas de nuestra tierra. (Por cierto, las fotografías que publico en la entrada son mías, los magníficos retratos del río de Germán los podréis ver en el libro, cuando lo tangáis en vuestras manos).

domingo, 5 de febrero de 2017

Candelarias y lluvia


El tiempo amenazaba lluvia desde hace días, concretamente para la previsión del sábado. Incluso ésta se nos presentó en algunos momentos durante la semana. Ayer era la cita con más posibilidades, pero la mañana salió con nubes y en algunos momentos sol (hasta tuve que usar las gafas de sol, como cuando fuimos a hacer la compra semanal). De esta manera, podíamos pensar que la jornada fuese propicia para la cita anual de la Candelaria.


Fue cuando teníamos previsto prepararnos para emprender viaje a La Puebla de los Infantes, cuando el cielo se encapotó y comenzó a llover. A llover y a soplar el viento. Se presentaba una tarde más propia de camilla y película soporífera para dormir la siesta. Pero no, nos encaminamos a nuestro destino de ya varios años. Según comentaron mis cuñadas, las previsiones daban tregua, como para que se prendiesen las candelas. De hecho, por el camino, desde Peñaflor, hasta llegar a La Puebla, dejó de llover. E incluso en algún momento asomó el sol por entre las nubes.


Iniciamos entonces la visita a las candelas, que, aprovechando la tregua, empezaban a instalar los "muñecos", aunque no estaban prendidas todavía. Algunas, con el correspondiente mensaje, como hemos visto en años anteriores.


Por ejemplo, la relativa a a lotería con unos niños de San Ildefonso, perfectamente ataviados para sacar las bolas del bombo y leer el premio a "la amistad", cuyo primer premio es compartirla. Con boleto y monedas de euro incluidos lucía el conjunto.


O esta alusiva a Rajoy, que por fin consiguió la presidencia del gobierno, tras un año de interinidad. En ella los personajes del momento tienen sus diálogos. Rajoy, enarbolando un paraguas, nos asegura que la luz ha bajado porque ha llovido (y de semejante tontería se ríen los vecinos organizadores). Pablo Iglesias empuja para tener "su sitio". Pedro Sánchez aparece cabizbajo, porque "pueden más dos tetas....", haciendo mención a una Susana Díaz, que se nos muestra junto a Mariano, sonriente, tras una señal de tráfico, que anuncia La Moncloa. Toda una descripción certera de la realidad política actual. Una candela premiada en varios años anteriores, con su barra, su música y su público.


Una candela más, ya con solera, nos mostró un guiñol con el cuento de Caperucita roja, cuyas marionetas movía una vecina con una cuerda. A su alrededor, paisanas cantaban y bailaban las famosas "sandingas", canciones populares de estructura sencilla, que se cantaban y bailaban tradicionalmente en la Candelaria. Algunas con letras como éstas: 

Mi suegra no me quiere
porque tiene un hijo guapo,
que lo meta en una orza
y lo tape con un trapo.

Sandinga landín, sandinga landero
sandinga landín, adiós resalero.

Un fraile estaba meando
en lo alto un acebuche
por abajo se vea
un pájaro con dos buches.

Sandinga landín, sandinga landero
sandinga landín, adiós resalero.



Otra candela que vimos fue una donde nos mostraban una tómbola de feria, con todos sus premios, el feriante y un agraciado por la suerte. Además de los correspondientes letreros con las típicas expresiones de estas casetas de feria: "Siempre toca, si no un pito, una pelota", "Señora, que mona, que mona, le ha tocado una muñeca chochona", "A por otro, a por otro perrito piloto", etc.


A su lado, una niña tenía su propia atracción de feria, con una ruleta de premios. Y los vecinos nos obsequiaron con las típicas sopaipas, antes incluso de prender la hoguera, temerosos posiblemente de que se pusiese a llover y les arruinase la fiesta.


Ésta, la lluvia, nos llegó mientras visitaban el Museo de artes y costumbres populares "Curro el herrero", por lo que emprendimos la bajada desde la zona del castillo, y nos tomamos un café esperando que escampase.


Como pasaba el tiempo y eso no ocurrió hasta más tarde, decidimos volvernos a Palma, aunque seguro que alguna candela fuese encendida, como podíamos suponer por el humo que empezó a verse ya de noche, mientras esperábamos el coche que nos trajo de vuelta. Otro año será.