Hoy voy a dar por cerrado (por ahora, supongo) este tema del fantasma de Santa Clara. Por fin he podido ver el reportaje de Cuarto Milenio, y tras los
post anteriores (y sus
comentarios, muy jugosos) y toda la palabrería vertida al respecto en la ciudad desde el domingo pasado, me reafirmo en lo que me temía en el primero.
Las afirmaciones contenidas en el reportaje me parecen del todo punto atrevidas. Como me temía, salen supuestos enterramientos de niños al estilo de los rumoreados en épocas de crisis donde se han volcado las iras del pueblo contra el clero. Pero lo cierto es que en Palma, cuando la República eso no ocurrió respecto al convento, y sí se ha hablado siempre como casos foráneos. Ahora, sin ningún dato que lo demuestre, se dice lo mismo de Santa Clara (el cronista oficial de Palma del Río habla de nichos de niños sin aportar nada fiable). Pues bien, como recuerda el
arqueólogo que hizo las excavaciones in situ, en su
comentario al post del lunes pasado, allí
no se han encontrado tumbas que no fuesen de adultos, ni en el edificio ni en el cementerio del huerto, que, por cierto es del siglo XX y quedó vacío al marcharse las monjas en los años sesenta. Allí está la tumba del fundador (no la de su mujer) y otros señores de Palma, además de las de monjas.
Se repite la idea de la fundación como penitencia auto infligida por el caballero veinticuatro, por la muerte por celos de su esposa. La periodista Sol Blanco Soler habla de
emparedamiento y de traslado del cadáver de la esposa de Juan Manosalbas con una ligereza pasmosa. Sin embargo nadie ha encontrado enterramiento patente u oculto alguno de la esposa. Es más, esta teoría, no documentada salvo como supuesto origen citado por algunos historiadores, sin comprobar, creo que tiene poco fundamento, ya que si consultamos la
bula papal de Alejandro VI, que autoriza la fundación del convento, vemos como ésta se hace,
“porque llevado de la gran devoción a la Orden de Santa Clara, desea, en una casa suya cerca de la Iglesia Parroquial de Santa María de la ciudad de Palma, Diócesis de Córdoba, bajo el señorío de nuestro querido hijo noble varón Luis Portocarrero, señor de dicha ciudad, construir un monasterio de dicha Orden de monjas y fundar y dotar en aquella Iglesia una capellanía perpetua, para un Capellán perpetuo, que pueda celebrar misas y divinos oficios para la Abadesa y monjas de dicho monasterio, si lo autoriza dicha Sede.” Nada se habla de arrepentimiento ni culpa. Es más, la bula nombra a Juan Manosalbas patrón y ordena que
“la esposa del Patrón de dicha capellanía pueda entrar en el monasterio siete veces al año, acompañada de otra mujer honesta, y pueda estar todo el día con tal de que no pernocte y procuréis que se cumpla todo lo que disponga dicho Juan respecto a la capellanía y otras cosas con tal de que no vaya en contra de los Sagrados Cánones.” Si estaba muerta, ¿cómo es que el papa le autoriza a entrar, a pesar de la clausura, siete veces al año?. Luego
se supone que vivía su mujer y no es el arrepentimiento por su muerte lo que motiva la fundación, muerte que ocurriría en un momento posterior, teniendo lugar su enterramiento en la ciudad de Córdoba, como era natural.
La periodista hace esta afirmación tan atrevida, como forma de justificar un motivo para aparecerse el espectro en el convento. Pero los que conocemos el espiritismo sabemos que no es en el lugar de enterramiento donde se producen las apariciones de los difuntos (por eso no se prodigan en los cementerios, por mucho miedo que puedan dar) sino donde se produjo el motivo para aferrarse al mundo terrenal, al que se vuelve después de muerto, y este no es el caso (suponiendo que el espiritismo tenga un fundamento real, claro). Por cierto, la de la “dama blanca” es una de las manifestaciones típicas y tópicas de las que habla la literatura espiritista, desde que Allan Kardec se dedicase a difundir este credo paranormal.
El reportaje se extiende en testimonios que hablan de lo que la gente dice, pero nadie ha comprobado (solo una persona habla como si fuese testigo de las apariciones, pero son frases sacadas de contexto, como me han aclarado). Incluso se reconoce por alguno que el saber de la leyenda ya induce a tener miedo sin motivo, o que el miedo era debido a los ruidos escuchados y al reconocer que estaban en un sitio ajeno. Los ruidos, golpes, crujidos y otros fenómenos por el estilo, son propios de edificios viejos que con los cambios de temperatura se generan entre el día y la noche, al estar construidos con materiales que se dilatan con facilidad, como la madera. Sé muy bien de lo que hablo ya que hasta 1981 viví en una casa del barrio, de similares características constructivas (y posiblemente de la misma época), y un espacio así hace pensar muchas cosas en las noches oscuras del invierno. Algún día hablaré de aquella casa.
Terminan comentando el único caso (alemán) de un convento donde han aparecido tumbas de niños, y, ya el colmo del desvarío, el caso de un fraile emparedado que, con la ayuda del diablo, escribió en una noche toda una copia de la Biblia, ilustrada con la figura del diablo. Como podréis suponer, tamaño dislate solo sirve para adornar la historieta de la manera más truculenta.
Me reitero en lo dicho, como no me parece fundado, no me creo lo de las apariciones. Nadie me lo había referido hasta ahora (ni a otras personas del barrio con las que he hablado), y los testimonios que he leído en
internet me parecen más propios de
una “visión” en una noche de juerga, que un supuesto caso paranormal. Eso sí, hemos pasado una semana de lo más divertida chismorreando del fantasma. Y, por cierto, de otro fantasma, visto hace años en el poblado de El Calonge, hablaremos otro día.