miércoles, 7 de diciembre de 2011

San Valentín de Berriochoa


Me diréis que me están saliendo muy beatos los últimos artículos, pero la actualidad manda. ¿Por qué dedicar uno a este santo vizcaíno? Pues porque es santo poco conocido, pero con muy ilustre familia. 

Hace unos días comentábamos en familia las peripecias del marido de la infanta Cristina, Iñaki Urdangarín. La casa real, o la familia real, que parece que la cosa se confunde (con múltiples inconvenientes) es en estos días motivo de cuchicheos. Y no precisamente por los habituales y dichosos (de dicha, y de molestos por reiterados y pesados) nacimientos de los numerosos descendientes del monarca. La prensa rosa se ha ocupado corrientemente de estos vaivenes, o también del sonado "cese temporal de la convivencia" (la separación en términos eufemísticos) entre la otra infanta, Elena, con el añorado (por su sentido del humor: "se parece a ella, el pobre", o sea, "es idéntica a la madre", cuando nació Froilán) Jaime de Marichalar, que acabó en divorcio. Ahora el caso es más peliagudo y está causando más de un dolor de cabeza al monarca.


Entre los pormenores de la conversación salió a relucir el parentesco de Urdangarín con un santo, cosa que se incluyó, en su día, como uno de los "méritos" del joven aspirante a consorte de la infanta Cristina. Este santo es el que da nombre a mi post: San Valentín de Berriochoa. No voy a inmiscuírme en las investigaciones de la policía y la fiscalía anticorrupción, y reservaremos para el tan ilustre y excelentísimo señor duque de Palma (de Mallorca, no de Palma del Río, que nuestra señora es condesa, y, concretamente, la duquesa de Alba, doña Cayetana) la constitucional presunción de inocencia (que a otros, por cierto, se le niega). Mas los asuntos con que se le relacionan son de tan oscura factura y tan grave trascendencia, que seguro que el santo de Elorrio, antepasado del padre del exjugador de balonmano, se sentirá turbado en su beata sepultura. 


San Valentín murió en el actual Vietnam, decapitado, al suceder al obispo García Sanpedro, ejecutado anteriormente, al ser considerado instigador de las revueltas indígenas que favorecían las potencias coloniales en la zona. Vivía en un "magnifico palacio" de tejado de paja, paredes de tierra y puertas de caña, según dijo con bastante sentido del humor a su madre en una carta. Y cuando tomó los hábitos de los dominicos expresó su alegría a un amigo con estas palabras: "¡Adios, mundo, mundo perverso! Yo me reiré de tus necedades en el retiro del claustro. Yo lloraré tu ceguedad y tu corrupción. Yo me armaré para algún día, aunque flaco, apoyado en el omnipotente brazo de Dios, hacerte una guerra cruel, pero una guerra que te traiga la paz, calmando las impetuosas olas de la inquietud, agitadas por el furioso viento de las pasiones." 


¡Qué diferencia con la vida de su pariente, como nos la están desvelando! ¿no? Ni el nombre del santo, que puso a su hijo Juan Valentín, parece que le haya influído mucho en su comportamiento. Al menos, de seguir así la cosa, lo que aprenderemos es que los genes no condicionan del todo el comportamiento futuro de los que los heredan y poseen. No me extraña que el rey quiera ocultarse tras las grandes gafas de sol en las fotos, aunque se le vaya curando el ojo accidentado.

2 comentarios:

Alfonso Saborido dijo...

Ahora estaba escuchando en la SER que se va a reducir los miembros de la Casa REal, a saber: rey y reina, Felipe y Leticia. Y sus hijos. El resto tendría otro estatus parecido al de las hermanas del rey.
Y asunto terminado. Ea. Qué :)

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Bueno, Alfonso, se terminará el asunto de la mala influencia en la imagen de la familia real, pero el caso que investiga la policía dará todavía mucho que hablar. Y encima están los gürtelianos de por medio. ¡Que mafia! Parece que al rey los yernos le han salido rana, y no se convierten en príncipes por muchos besos que les dieran las infantas, jajajaja