lunes, 13 de julio de 2015

Sting en Córdoba

Imagen de El ideal gallego
En febrero se anunció por todo lo alto que el cantante Sting iba a actuar en Córdoba en la 35 edición del Festival de la Guitarra. También se se anunciaron, con el paso de los días, otros artistas, como J. M. Serrat, Rosendo o, más tarde, Bob Dylan. Entonces estaba en paro, así que no lo pensé mucho: me interesaba Sting, de todos los anunciados. De esta manera, cuando se pusieron las entradas a la venta, me aseguré de comprar dos, a pesar de su elevado precio. Merecía la pena hacer un esfuerzo, ya que seguramente sea la única oportunidad que tenga de ver en directo a este cantante. Ayer llegó el día del concierto. Un colofón especial para casi toda una semana dedicado al espectáculo, aunque fuese el teatral el que me ha ocupado más tiempo.


Decía que las entradas eran de elevado precio (la mínima de 55€), así que parece que la venta anticipada no adelantaba una gran afluencia de público, por lo que los organizadores anunciaron hace pocos días que Raimundo Amador iba a actuar de telonero. Tal vez con ello quisieran atraer más público y de gustos diferentes. Lo cierto es que el aforo de la plaza de toros no se llenó. Otro inconveniente resultó ser la hora: estaba anunciado a las 10.30 de la noche. Con lo que, si se incluía una actuación previa, el espectáculo podría terminar a una hora muy avanzada de la noche, siendo en domingo (laborable al día siguiente). La solución fue adelantar el inicio a las 20.45, con apertura de puertas a las 20.30... y con elevadas temperaturas, como las que hizo ayer en Córdoba. Quizás por eso, o porque algunos no se enteraron del adelanto, lo cierto es que hubo gente entrando a la plaza hasta la misma hora del comienzo de Sting.


Nosotros nos fuimos para estar allí a las 8, más o menos, y lo conseguimos, poniéndonos en cola para entrar. Ya allí, me di cuenta de que me había dejado las gafas en el coche, pues llevaba las de sol. Así que me tuve que ir a por ellas, dejando a mi mujer en la cola. Cuando volví (el coche no estaba ni muy lejos, ni muy cerca), ella ya estaba dentro. Ni que decir tiene que ya estaba "muerto de calor", gracias a la "carrerita" que hice al buscar de las gafas. 


Raimundo Amador empezó después de las 9, como era previsible, pues en un cuarto de hora no iba a poder entrar y acomodarse la masa que esperaba haciendo cola. Estuvo bien, con temas típicos de su repertorio y de Pata Negra: Camarón, Ay qué gustito pa’ mis orejas, Patapalo, Bolleré... Además de deleitarnos con su dominio de la guitarra con rasgos de blues. Un cuadro flamenco, con la Farruca de bailaora, completó su actuación, para ir calentando el ambiente. Le comenté a mi mujer que Sting estaría "flipando" con que le pusieron un grupo de cante y baile gitano antes de su actuación. Cosas de Córdoba.


A la hora señalada llegó Gordon Matthew Thomas Sumner, o sea, Sting, con su viejo bajo, y acompañado de sus músicos y una cantante. Si la gente estaba entretenida, entre cervezas y copas, para intentar refrescarse, con la música flamenco-blues de Raimundo, entonces una explosión de júbilo llenó la arena y los tendidos del coso cordobés. 

Sting se presentó con barba de hipster y en forma, a pesar de sus 63 años. Habló poco, pues no domina el castellano (aunque alguno de sus temas conocidos tenga versión en nuestra lengua), así que empezaron a desfilar, uno tras otro, casi sin solución de continuidad, sus temas de la noche. Canciones propias como solista o de la banda en la que tocaba el bajo, y que le hicieron famoso, The Police, fueron inundando el caldeado ambiente de la plaza. So Lonely, Roxanne, Message In A Bottle, Walking On The Moon, Don't Stand So Close To Me, De Do Do Do, De Da Da Da, Every Little Thing She Does Is Magic, Every Breath You Take,  Driven to tears, Fragile, Englishman in New York, Fields Of Gold... una retahíla de temazos que nos llevaron a tiempos pasados en que la música era otra cosa, cuando el rock se mezcló con el reggae y el jazz, en el seno de lo que se llamó "new wave", a fines de los 70 y 80. Movimiento en el que The Police fueron punteros en el mundo pop-rock, durante varios años y con varios álbumes.


Durante casi una hora y tres cuartos volvimos a ser jóvenes, pero, además, gozando de lo que no pudimos entonces: ver en vivo a uno de los ídolos musicales. Toda la semana tuve martilleándome la cabeza el soniquete de Englishman in New York, así que nada más empezar (fue uno de los primeros temas) me levanté del asiento para bailar. Increíble, yo bailando al cabo de los años. Gracias a los temas de The Police y los antiguos en solitario, el cantante se ganó al público, un público deseoso de revivir buenos recuerdos. Un público que se hartó de grabar la actuación, como se en las fotos, por las luces de los teléfonos, para guardarse el recuerdo y disfrutarlo luego en la intimidad.

El calor no dejó de estar presente (con alguna ráfaga de aire de forma discontinua) en todo el concierto, aunque no tanto como el que pasamos viendo a Mark Kopfler de hace cinco años. El sonido no estuvo perfecto, pero sonó bien (y mejor, ya empezada la actuación, parece que les cuesta cogerle el tranquillo en la plaza de toros). Sting nos dedicó dos bises, dejando al público con ganas de más. Ojalá hubiese sido en sábado y se habría prolongado más la actuación. En definitiva fue una ocasión especial, donde todos estuvieron espléndidos, dando lo mejor de sí mismos (en las dos actuaciones). Mereció la pena el dinero empleado. Una ocasión así, llena de sentimientos, arte y buena música, no se encuentra todos los días. Un "peaso" de concierto. Estupendo "fin de fiesta" para una semana de lo más cultural. 

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