miércoles, 11 de noviembre de 2015

Miguel Ángel Aguilar


Hace tres años (casi exactos, vaya) publiqué una entrada sobre el ERE que estaba afectando al diario El País, por el que se despidieron a 129 trabajadores, entre ellos destacados periodistas significados en el ala izquierda de la profesión. Entonces ya se veía venir un giro a la derecha de la línea editorial del periódico, que hizo que muchos huyésemos de él. Los problemas económicos parece que impulsaron al todopoderoso Juan Luis Cebrián a pasarse al otro bando, o, al menos, a tratar con guantes de seda al PP, para conseguir financiación y que la falta de ésta no fuese la puntilla que esperaba dar el Gobierno de Rajoy al veterano medio. Ahora, de nuevo, nos referimos al periódico por otro despido sonado, el de Miguel  Ángel Aguilar.

Miguel  Ángel Aguilar es de esos pocos periodistas con los que uno disfruta. Su socarronería, su ironía, su aspecto bonachón, pero con lengua cargada de agudeza, su lenguaje cercano y muchas veces cómico me son muy apreciados. Como no leo habitualmente El País no disfruto de la columna que tenía y de la que ha sido desalojado como si de la estatua de un antiguo mandatario no querido por nuevos gobernantes se tratara. Parece que unas declaraciones suyas al New York Times, donde criticaba la falta de independencia de los medios de comunicación españoles, y hasta la censura en favor del gobierno y determinados poderes económicos que tienen compradas las empresas editoras, han sido el detonante final del cierre de sus columna. Ya sufrió una especie de censura hace tiempo cuando un artículo suyo sobre los ingresos de Rajoy no pareció bien a los directivos del periódico, que alegaron que en él se relataban hechos pendientes de esclarecimiento judicial o administrativo. Ya la empresa editora pasaba por apuros económicos y el gobierno del PP tenía en su mano la cuerda con la que podría estrangular el medio.

Estamos en pre-campaña y el gobierno de Rajoy está haciendo titánicos esfuerzos por mejorar artificialmente la imagen de su cuatro nefastos años de gestión. Su ansia por controlar los medios se está palpando de forma evidente y está interviniendo sin complejos en pos de un mejor resultado electoral que el que le auguran las encuestas. No es de extrañar que algo tenga que ver en este cese fulminante. Con solo hablar de Cataluña no se consigue ese objetivo de ocultar la España real con sus problemas, a pesar de la propaganda, pues la ciudadanía se está cansando de tanto tam tam nacionalista, que olvida sus carencias y desgracias, en favor de himnos, banderas y otras fanfarrias artificiales. Y Miguel Ángel Aguilar ha demostrado muchas veces que no sucumbe a los cantos de sirena que quieren ocultar el balance tan negativo de esta legislatura que ahora acaba.

Yo he disfrutado muchas veces a Miguel Ángel Aguilar en sus intervenciones radiofónicas en la Cadena SER. No sé si a este medio también llegará la larga mano de los que mandan y terminarán silenciando al veterano gacetillero (si es que no le han suprimido ya de la parrilla). Sería una pena, pues Aguilar es una de las mentes más lúcidas del panorama periodístico, aunque se disfrace de torpón o cazurro en muchos momentos, ese "abuelito cascarrabias" que provoca cierta complicidad con sus palabras y sus mensajes, basada en la confianza que dan sus humorísticas y amables intervenciones. Seríamos muchos los que perderíamos una voz libre y certera como la suya. Así que me solidarizo con él. 

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