lunes, 2 de noviembre de 2015

Las brujas de William Mortensen


Pasado ya el frenesí de Halloween, vuelvo no obstante, con una mirada diferente, a uno de los temas recurrentes de estas jornadas: las brujas. La brujería ha sido durante siglos las excusa para perseguir al diferente en nuestra civilización. Ya en la antigua Roma se veía con malos ojos a la bruja, la hechicera, esa sacerdotisa de los cultos antiguos, no domesticados por la comunidad ni sus instituciones civiles o religiosas. Después el Cristianismo heredó esa inquina hacia el heterodoxo, proscribiendo a herejes, infieles y demás insumisos, manteniendo el calificativo de brujería para las prácticas supervivientes de antiguas religiones entroncadas con la magia y el culto a los elementos de la Naturaleza.


Fue, sobre todo, en momentos de crisis, como ocurre muchas veces, cuando del desprecio y la marginación de la brujería se pasó a la persecución, como ocurrió con otros grupos calificados genéricamente de "paganos", llegándose a identificar brujería con el culto al Diablo. Y esto ocurre tanto en los primeros años del Cristianismo, que se va consolidando como religión oficial (y única) del Imperio romano, como después, en la Edad Media y posteriormente, cuando las amenazas externas vuelven a los cristianos recelosos, intolerantes y violentos. Surge así la Inquisición para preservar la pureza y la preponderancia de la fe, en el ámbito interno de los reinos cristianos. Y en el exterior vemos sucesivas cruzadas para controlar los "santos lugares" y otros no tan santos, pero perdidos para la causa cristiana en algún momento ante el avance, sobre todo, del Islam, que llega a penetrar Europa en la Península Ibérica, con las conquistas árabes, y luego el Este europeo con el avance del Imperio otomano.


La brujería sufrió la persecución no solo de los católicos, sino también de los protestantes, llegando a extenderse ésta en las colonias americanas, como hemos conocido por diferentes muestras en la literatura y el cine. Numerosos autos de fe y ejecuciones de brujas se suceden durante varios siglos, manteniendo en la clandestinidad las prácticas de brujas y brujos, hasta bien entrado el siglo XX, un tiempo en que la brujería tradicional ha salido a la luz, gracias, también, a internet y el auge de los cultos paganos, que se han acogido a las normas de libertad religiosa que a duras penas sobreviven en estos, también, tiempos de crisis no solo económica, sino además institucional, social y, como no, cultural.


Halloween recoge también ese desprecio y temor por las brujas, en comunidades rurales que recelan del diferente, aunque en nuestros tiempos se haya tergiversado, convirtiendo la iconografía de lo temido en folclore, primero, y luego en diversión, al dar entrada a toda una "galería de  monstruos" tomada del cine y la televisión, junto a la imagen tradicional de la hechicera maldita. Vivimos tiempos de banalización generalizada y los miedos (y terrores) ancestrales han pasado a ser un artículo de consumo más.


A principios del siglo XX la brujería era todavía tema tabú en Occidente. Así que el que un fotógrafo se interesase por ella era algo excepcional. Estamos en el caso de William Mortensen (1897-1965), un fotógrafo americano que se especializó en retratos de artistas de cine en la primera mitad del siglo. Y que también se lanzó de cabeza al mundo de lo esotérico y lo grotesco, dedicando numerosas fotografías a monstruos y brujas. Sus imágenes las retocaba pintándolas (algo no infrecuente en aquellos tiempos, donde la informática no había hecho aparición), y con ello les otorgaba atmósferas y ambientes sobrenaturales o históricos, cargados de romanticismo y barroquismo


La belleza y el erotismo de sus figuras se fundía con el miedo, lo feo, la magia, las pulsiones del subconsciente, la imaginación desbordada, generando impresiones desconcertantes, inquietantes, a la par que sugestivas y cautivadoras. Por ello pasó a ser un autor maldito (le llamaban "el anticristo") y su obra sería olvidada. A pesar de esto, creo que en estos momentos su trabajo merece ser recordado... y más a principios de noviembre, el mes de las brujas. Disfrútenlo.

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