El viernes pasado asistí a la presentación en Palma del libro Pesadilla arqueológica, de Alejando Ibáñez, en la Oficina de Turismo, situada en la plaza mayor de Andalucía, en el restaurado edificio de la antigua alhóndiga. Alejando Ibáñez es el arqueólogo provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Anteriormente fue profesor de la Universidad de Córdoba, en la Facultad de Filosofía y Letras.
El acto lo presentó Óscar Morales, de la Editorial Séneca, editora del libro, que presentó al autor y los intervinientes, y luego nos obsequió con un aperitivo al finalizar.
Intervino Esperanza Caro de la Barrera, amiga y concejala de cultura en el actual mandato del ayuntamiento palmeño, que conoce a Ibáñez desde los tiempos en que era gerente de la Mancomunidad del Alto Guadalquivir, a la que pertenece Bujalance, municipio natal del autor, y comarca a donde se ha trasladado en múltiples ocasiones. Nos dijo que se había divertido mucho leyendo el libro, una novela sobre un descubrimiento de un tesoro, gracias a la intervención de una vidente, cuyas consecuencias relata. Y nos descubrió el placer por la gastronomía del arqueólogo, al que considera autor de la llamada gastroarqueología, saber donde se combinan el gusto por las diferentes manifestaciones de la alimentación y el estudio de su origen histórico, tanto a nivel teórico, como sobre todo práctico.
Hablo el alcalde palmeño, José Antonio Ruiz Almenara sobre la importancia de la recuperación del patrimonio histórico y su divulgación, así como del apoyo de los ayuntamientos a la cultura, en especial a la promoción de los libros.
Luego tocó turno al autor, que, con voz cascada por alguna afección propia del invierno, nos contó el origen de la novela, a la que no valdría aplicar esa frase que aparece en muchas películas ("todo parecido con la realidad es pura coincidencia") sino más bien lo contrario, pues nos muestra una operación que vivió él en su pueblo y con gentes conocidas, aunque les cambie el nombre a todos, personajes y lugar, para no herir sensibilidades. Eso le sirvió para contarnos sus peripecias (sabores y sinsabores, incluidos) como funcionario dedicado a proteger el patrimonio histórico, de acuerdo con el mandato constitucional. Así nos relató su experiencia en el que iba a ser el aparcamiento subterráneo del bulevar del Gran Capitán en Córdoba, que sacó a la luz un importante yacimiento de varias épocas. También nos expresó su experiencia y opiniones sobre el yacimiento de Cercadillas. O nos contó su aversión a las reuniones políticas, como las de la Comisión de Patrimonio, que tanto le aburren, pues prefiere el trabajo de campo, que es donde se conoce la realidad de nuestro pasado histórico.
En fin, un ameno e interesante acto, donde pude comprar el libro, que espero sea tan divertido como nos lo reflejó Esperanza, y tan delicioso como el acto de presentación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario