martes, 6 de junio de 2023

Las discotecas, de las pioneras a hoy día

Salón del Club Juvenil, con los aparatos de efectos luminosos que instaló la OJE. Foto del Archivo municipal.

La feria es sinónimo de fiesta, de diversión. Cuando éramos jóvenes las ferias eran un momento especialmente esperado para una diversión diferente. Aunque también durante las ferias algunas maneras de divertirnos, de disfrutar de las fiestas, coincidían con las que conocíamos durante el resto del año. Era el caso de las discotecas, de los bailes, que algunos de ellos trasladaban su sede en el verano hasta el Paseo para seguir funcionado al aire libre.

El Candil o Munsters Club. Entre otros, Antonio Peréz Limones, Conchi Vargas, Paqui Ruiz. Y Julio Lopera. Principios de los setenta. Foto de Manolín Fernández, cedida por Paqui Ruiz.

En invierno existió durante unos años el Mesón El Candil, en la Calle Cuerpo Cristo, que en verano se trasladaba, como hemos dicho, al Paseo. Lo fundó el cura Don Tomás, Tomás Pérez, sacerdote que dejó una profunda huella en Palma y que murió en Villafranca hace años. El Mesón El Candil ocupaba una casa antigua con un bonito patio, donde edificaron la sala de baile y la barra de bar, al que se entraba por un largo pasillo. Tenía árboles y el sabor de una casa típica de la arquitectura popular palmeña. En la planta alta había una vivienda donde se alojó la familia Lopera,  cuyos hijos fundaron la Imprenta Lopera con empleados de la antigua Imprenta de Leonardo Fijo. La discoteca tuvo varias épocas de vida, siendo gestionada por varias personas, entre otras, Antonio Pérez Limones y Manolín Fernández, los dos del grupo local de "música ligera" (como se decía entonces) Los Munsters, y con el nombre de Munsters Club fue conocida, desde entonces. Ahora permanece cerrada. 


Otra discoteca o baile frecuentado era el de la Organización Juvenil Española, que compartía el edificio anejo al Ayuntamiento, entrando por al calle Ruiz Muñoz, con la Escuela Unitaria de Niños dependiente del Consejo de Protección Escolar del Frente de Juventudes que dirigía Antonio García Chaves. El salón del edificio disponía de salas de juegos, de lecturas, de televisión, etc, y era la sede de la OJE, que ofrecía sus actividades como los campamentos, excursiones, actividades deportivas o la famosa banda de cornetas y tambores, y era usado los fines de semana como discoteca, a la que asistíamos dando los primeros pasos como jóvenes "bailongos" los amigos del barrio y del instituto. En la Transición Democrática se abrió allí el Club Juvenil, gestionado por diversas asociaciones juveniles y culturales. Sus bailes se siguieron desarrollando en el salón principal, ocupando los disc-jockeys una parte que se había cerrado con una valla de ladrillo y reja en el zaguán de la entrada por Ruiz Muñoz. Djs fueron, por ejemplo, Francisco Gómez, "Quiquín", y mi hermano Roberto, amantes de la música y los aparatos eléctricos. 


Elección de la reina de las fiestas. Entre otros, Juan Liñán, Emilia Reyes, Rafael Ceballos, M. Carmen Peso, Brígida Trujillo, Miguel Delgado, M. Victoria Peso, Antonio Delgado y Belén Flores. Atrás varios componentes de Los Munsters. Foto de Paqui Ruiz.

Volviendo a las ferias y a los veranos en general, estos bailes, que hemos comentado, se desarrollaban al aire libre en las dos casetas que había en el Paseo Alfonso XIII. El Mesón El Candil, luego Munsters Club, se trasladaba al final del Paseo a la izquierda. Recordamos sus muros blancos y su mobiliario: cajas de madera para naranjas con la base tapizada, como asientos, o las mesas, en forma circular con un agujero en medio. Además de los paneles con fotografías de cantantes o artistas del cine que colocaban en los muros de la fachada, mirando al exterior. Durante la época de Don Tomás se realizó allí un concurso, entre jóvenes palmeñas, de reina de las fiestas, con sus damas de honor, durante varias ediciones de Feria.


Caseta de verano de la OJE, luego del Club Juvenil. Foto del Facebook de Pepe Ortega.

Enfrente, estuvo la discoteca de verano de la OJE, que, al igual que la anterior, trasladaba sus instalaciones cuando acababa el invierno. Allí, además, esta organización juvenil  celebraba actos y competiciones de deportes de salón, como ajedrez, tenis de mesa, etc. Sus arcos de ladrillo, enrejados y también blancos, como sus muros, tenían entrañable sabor. Ambas casetas, que compitieron por captar a los jóvenes de varias generaciones, desaparecieron con las obras del Paseo de los años 90.


Entrada del Munsters Club en la Feria. Foto de Francisco Gómez, "Quiquín".

Más "bailes" de feria se celebraban en las dos casetas de obra que había, y cuyos edificios perviven, ya adaptados a los nuevos tiempos, como eran la Caseta de la Amistad, propiedad del ayuntamiento, a la izquierda, y la del Casino, o Círculo de Recreo, a la derecha, que era privada. También, ya en los años ochenta, el ayuntamiento se hizo con el Cine Coliseo España para destinarlo a caseta de Feria, que estuvo funcionando antes de hacer las obras del Teatro, como establecimiento de hostelería durante el verano, celebrándose diversos eventos festivos como conciertos musicales, teatro, cine, etc.


Componentes del grupo Los Munsters. Foto del Facebook de Paqui Ruiz.

Después de tener el Munsters Club, Antonio Pérez Limones fundó la Discoteca Tato´s. La gran discoteca de Palma. Famosa por sus bailes de carnaval, o de nochevieja. Y por los desfiles de modelos, bodas, conciertos y otros actos. Tenía dos pistas, la de “rápido” con música propiamente discotequera, con muchos efectos luminosos, a la que se bajaba por unos escalones y la de “lento”, donde sonaban baladas, para el “baile agarrado”, sin iluminación estridente, a fin de no molestar a las parejas danzantes, en la que aprovechábamos su oscuridad para escarceos erótico-festivos, fuera de miradas indiscretas. Además de la barra y los asientos y mesas repartidos por ambas zonas.


Entrega de premios deportivos de Radio Palma en la terraza de Tato´s. Foto de M. Muñoz Rojo.

Disponía de una terraza al aire libre ajardinada, que diseñó Pepe Bejarano, el pintor, como también el logo, el de perrito. Sus mesas y sillones eran de forja (que todavía podemos ver en la terraza de Los Cabezos), con otra barra de bar, muy adecuada para el verano, y una parte que luego cerraron con cristaleras para el invierno. Cuando se cerró se instaló allí un centro de diálisis.

En la calle Coronada, encontrábamos la discoteca Géminis, otra veterana, fundada por Rafael García Belmonte, que también fue Mesón, más tarde trasladado a la calle José de Mora, junto a la piscina que abrió en el antiguo solar de la casa que le vendió mi padre al principio de los años ochenta. Tuvo varias épocas, con otros gerentes, y ambientes (por ejemplo, fue disco-joven, en horarios vespertinos, sin servir alcohol, e incluso en horario nocturno abría desde los jueves). Ya cerró hace varios años.


Interior de la discoteca Géminis. Foto del Facebook de Paqui Méndez.

Otra muy conocida era la Discoteca Marathón, en la calle Barbera, de Iván Gamero. También tuvo varias direcciones, y una de ellas la llamaron Omaira durante un tiempo. 

Funcionaron además disco-pubs, como el Disco-pub Lord Byron, junto a la Pizzería Michelangelo, de Jesús Morales, dueño del pub del mismo nombre, pionero de los pubs en Palma y de muy grata memoria. Y otro en la calle Ana de Santiago. Además en la calle Río Seco funcionaron el Cubo´s (más tarde Coco Bongo) y El Patio (luego La Barraca).


Entrada actual del inmueble donde se ubicó el Mesón El candil. Foto del autor.

No podemos olvidar que durante los años sesenta causó sensación el fenómeno del guateque. Las fiestas que se organizaban en las casas, locales, cocheras, etc. para bailar, beber y ligar. Quien tenía un pick up (el "picú", el tocadiscos portátil) se convertía en el dj del baile y casi seguro ligaba pinchando los éxitos de la temporada, como los de Nino Bravo, Karina, Los Brincos, Camilo Sesto.... Más tarde la música disco dio un salto con la banda sonora de la película "Fiebre del sábado noche", o la música negra de la Tamla-Motown, sones populares que recuerdan el programa Aplauso de RTVE, con el gran José Luis Fradejas. Eran los tiempos del pantalón de campana, las solapas anchas, la melena, los colores rabiosos, los lunares en las camisas, la psicodelia, los collares (recuerdos de la era hippie, pero menos ostentosos), el funk, el soul, la música disco, cuyo precursor fue el Sonido Philadelphia. 

El fenómeno de las discotecas fue menguando con el tiempo. Abrieron la Orange en las inmediaciones del Paseo, que creo que es la única que resiste. El botellón y el acceso a la música por internet y con baratos medios de reproducción han hecho que estos negocios dejasen de ser rentables en nuestro municipio (no en las zonas costeras y de gran afluencia turística, ni en las ferias, con las disco-casetas que sí proliferan). También los que frecuentábamos estos establecimientos nos hemos hecho mayores y hemos cambiado nuestras costumbres de ocio. Pero no está mal haber echado la vista atrás y haber recordado estos espacios que un tiempo fueron lugar de encuentro y diversión cada fin de semana de nuestras vidas.

(Artículo publicado en la revista de Feria de Mayo de 2023)

No hay comentarios: