lunes, 9 de noviembre de 2009

20 aniversario de la caída del muro de Berlín

Hoy es imposible no hablar del aniversario del derribo del muro de Berlín, esa horrorosa y bochornosa metáfora de la división del mundo hace años, entre el capitalismo y el comunismo que dirigía la Unión Soviética. Fue también el pistoletazo para que ese sistema económico y político, que pretendía ser marxista, desapareciese de Europa. Y digo de Europa, pues subsiste en algunos países de Asia, en China (solo políticamente) o en Cuba.

Mucho se habla de cómo ocurrió el derribo y muchos análisis se están haciendo de sus consecuencias en el espacio europeo que estuvo sometido al poder soviético. Hay opiniones para todos los gustos, pero lo cierto es que no hay marcha atrás, por malos que hayan sido los resultados, pues fueron los ciudadanos los que lo derribaron. La unificación alemana no se ha solucionado del todo, continuando las diferencias entre el oeste y el este. Algunos países, como Rumanía, no han salido del todo de la precariedad económica en la que vivieron (y eso que miles de rumanos recorren el sur de Europa en busca de trabajo, algunas veces en malísimas condiciones, quedando allí las élites más acomodadas que se aprovechan de nuestra crisis económica actual para captar empresas constructoras e inversoras). Sin embargo este núcleo de naciones forman lo que los neoliberales llaman la “nueva Europa”, frente a la Europa “vieja”, la que ha experimentado, y con éxito, la política socialdemócrata, tan denostada por los neocons. Una nueva Europa que defiende el mercado y la ausencia de intervención del estado con fanático entusiasmo.

Los antiguos partidos comunistas gobernantes o se adaptaron (reciclándose ideológicamente) o desaparecieron. Pero, ¿y en nuestro campo?. Todavía existen partidos comunistas en algunos países occidentales. El viejo y pujante PCI de Italia se sumió en una crisis, tras su adaptación, de la que no ha salido, dejando a la izquierda italiana desarmada ante un soberbio y prepotente Berlusconi. En Francia, se sumieron en la marginalidad, sobre todo al haber abandonado el eurocomunismo, que lideraron con los italianos y los españoles en los años setenta y ochenta pasados.

En España, el PCE lleva dando palos de ciego desde que las derrotas electorales les sacara de la “vanguardia” política que ocupaban al convertirse en el principal referente opositor al franquismo. “Contra Franco vivíamos mejor” decían algunos. El eurocomunismo tuvo un mentor importante en Santiago Carrillo, pero su fracaso lo apartó del partido, ganando la doctrina de Julio Anguita de “unidad de la izquierda”, que se fraguó con la plataforma anti-OTAN. Izquierda Unida cada ha ido perdiendo componentes (partidos) reduciéndose cada vez más al viejo PCE y grupos radicales (como el de Sánchez Gordillo) e independientes (muchos de ellos antiguos militantes comunistas peleados con la dirección de turno). Y radicalizando su discurso en el maximalismo marxista-leninista y republicanista. No en balde, el secretario general saliente en el cónclave comunista de ayer, Francisco Frutos, fue quien defendió la ortodoxia marxista-leninista, frente a Santiago Carrillo, cuando éste defendió en un congreso durante la Transición la definición del partido como “marxista revolucionario”, como eurocomunista.

Y ese vuelve a ser el discurso político triunfante con el nuevo secretario general, el cordobés José Luis Centella, el de los símbolos del pasado, los puños levantados, las banderas rojas con la hoz y el martillo, y las banderas republicanas, con cantos de La Internacional, la nostalgia del pasado triunfante en una parte del mundo, ya desaparecido para siempre. Negándose a reconocer los errores de su desarrollo y su imposición en parte del mundo, poniendo como excusa otros muros que también hay que eliminar, y defendiendo dictaduras como la cubana, con palabrería pseudo-revolucionaria, aproximándose al stalinismo tercermundista. Mucho ruido simbólico y pocas nueces. Sin auto-crítica (solo exigida a los no seguidores, pero nula con respecto a los engaños y los crímenes que envuelven su historia particular). Mucho discurso y palabrería anticapitalista y pocas propuestas novedosas y de verdad transformadoras. Solo la vuelta a un pasado que quedó enterrado bajo los cascotes de ese muro, cuya caída, otros, que defendemos la libertad además de la igualdad, hoy celebramos.

3 comentarios:

Alberto dijo...

Recuerdo la caida del muro con muchas lagunas. Tenía 9 años. Me alegro a la vez que me resultaba increible que las personas. estuvieran separados por un muro.

Me da pena cuando veo que la izquierda española está tan segmentada. Creo que unida haría mucha más fuerza.

Me ha gustado este post, lo ha expuesto y explicado muy bien. Gracias por la información

Un abrazo

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Conste que fui comunista de joven. Me interesaba mucho el marxismo, como filosofía y proyecto político, pero vi en la experiencia soviética una perversión de las ideas de Marx. Yo también me preguntaba para qué servía el muro, si era para contener a los que querían huir del "paraíso socialista". Era una estafa. Además no soy dogmático. La socialdemocracia sí ha cambiado cosas, aunque no sea perfecta, por supuesto.
No entiendo cómo hay quien se aferra a esas experiencias fracasadas del pasado, salvo que solo defiendan sus privilegios como casta política, en una formación política concreta que se resiste a desaparecer.

Euphorbia dijo...

El comunismo actualmente vive de una teoría desfasada y que ha fracasado de forma clara. Los comunistas son utópicos irreductibles y con mucha tendencia a la escisión en grupúsculos.
Un saludo, ando fatal de tiempo para visitar blogs e incluso para mantener el mío.