Siguiendo la ofensiva costumbre popular de que las grandes damas de la derecha española insulten permanente Andalucía, esta vez ha sido el turno de Esperanza Aguirre que con estas palabras denigrantes hace doblete. La presidenta de la comunidad de Madrid, de verbo lacerante y descalificatorio con el Sur -en campaña electoral llamó a los andaluces gente subsidiada e indolentes-, ha criticado la decisión del Gobierno de la Nación de rebajar el número de peonadas para cobrar el PER en Andalucía. Aguirre ha asegurado que es una “vergüenza” que el Gobierno utilice el dinero de los contribuyentes para “dar pitas, pitas, pitas”, refiriéndose, sin decirlo, a los jornaleros del campo andaluz en triste situación de desempleo.
Esperanza Aguirre vuelve a hacer de las suyas. Con ese desparpajo "libegal" que le caracteriza, esta vez se ha despachado a su gusto contra los andaluces. ¡Qué poca vergüenza hay que tener!. No solo nos niegan los de su partido, cuando gobernaron, lo que nos debían (deuda histórica, por fin pagada por Zapatero) sino que considera migajas para gallinas las ayudas tras las inundaciones sufridas. Y luego sus amigos de la patronal agraria y el PP de Arenas gritando por que se considere a Andalucía zona catastrófica y exigir subvenciones, exenciones fiscales y todo tipo de fondos públicos. Pero, claro, es que nos lo ha querido poner bien clarito: ella es la lideresa del corral, el "gallo de pelea". ¡Pues que se coma su pienso!.
13 comentarios:
¿Entonces para qué vino Rajoy a Jerez? ¿Para hacerse la foto y luego dejar que insultaran? como dice mi vecina... Rajoy manda más menos jjj... Y Arenas callado. Que siga así. Mientras nos insultan, los andaluces estrenamos gobierno. Serán que todavían no han asumido y no soportan nuestra autonomía.
Pues claro que vino a eso, por electoralismo. Lo mismo que hace Esperanza Aguirre: electoralismo con la extrema derecha. Esa misma que dice que los andaluces somos unos golfos, después de explotarnos durante siglos. Pero son capaces hasta de decir lo contrario con tal de atacarnos. Hoy un diario de su cuerda, el ABC, publica que son más de 141 millones de euros los daños por las llluvias e inundaciones solo en la provincia de Córdoba. Y sin embargo su "liderera" dice que las ayudas por estos años son una vergüenza por electoralistas. ¿En qué quedamos?. Mucho exigir ayudas y cuando se dan se habla de compra de votos, comparando a los electores con las gallinas.
¡Un asco!, Alfonso, un asco terrible da esta gentuza.
Para esta gente repartir el dinero del estado entre quien lo necesita es pecado, con lo bien que lo ponen ellos a buen recaudo en cuentas suizas y lo saneaditas que tienen las cuentas públicas y las privadas ni te cuento. No si al final va a tener más razón que un santo el que dijo lo de los tontosloscojones con perdón.
Evidentemente los andaluces que voten al PP con este y otros precedentes (Ana Mato: los niños andaluces son analfabetos,por ejemplo) o son unos enchufados del partido o ...o sé como calificarlos. Porque al menos hay que ser masoka.
Totalmente de acuerdo con la rancia e impresentable Esperanza. Ahora bien, nombras la deuda histórica, pagado con solares (algunos en parques protegidos). Una vez más nos quedamos con cara de panolis. Qué bochorno. Ahora resulta que voy a comprar unos zapatos y me dan el cambio en arroz por decir algo, Vergonzosa Aguirre y lamentable manera de liquidar una deuda histórica. ¿De verdad ha merecido la pena luchar para esto??? Vaya clase política más indigna tenemos...
Supongo que habrás tenido un lapsus, al decir que estás de acuerdo con Esperanza Aguirre, Animal Farm. Y respecto a la deuda. Se pagó un primer plazo en dinero y una parte de este último plazo también en dinero. No creo que sea bochornoso que nos paguen en solares, que al liquidarse pueden reportar más dinero en efectivo del que se habló al cuantificarla. Además si todo fuese en efectivo sería necesario luego comprar solares. La política de vivienda es también necesaria.
La deuda que el estado español tiene contraída con Andalucía no está pagada, ni muchísimo menos. La verdadera deuda histórica no se paga con unos solares ni con unos millones de euros.
El problema de Andalucía viene de muy lejos y es prácticamente desconocido e incomprendido por la mayoría de los españoles. Se trata de un desconocimiento histórico, de un injustísimo olvido, si se prefiere.
El PER andaluz y extremeño es muy impopular entre los españoles de otras regiones; estoy harto de oir protestas y opiniones airadas o despectivas entre gentes de toda índole y condición. Y ese rechazo de la ayuda social a los jornaleros del campo andaluz para paliar el grave problema del desempleo agrario (la grave injusticia histórica) no es sino resultado de ese desconocimiento a que me refiero.
El problema de Andalucía, que arranca de la baja Edad Media (con los trastámaras) y se agudiza y hace insoportable en el siglo XIX, es el de la desmedida concentración de la riqueza en manos de una exigua minoría (aristocrática primero, burguesa más tarde), con el consiguiente empobrecimiento de la mayoría de la población. En Andalucía no se pudo formar una clase media agraria como se formó en otras regiones, pero sobre todo en países europeos como Holanda.
La Presidente de la Comunidad de Madrid habla en lenguaje político y el lenguaje político es el menos indicado para entender el problema histórico del campo andaluz; el lenguaje político es agresivo, de lucha por el poder, y con demasiada frecuencia demagógico. ¿Es así que el Presidente Zapatero ha ido a Sevilla con el Consejo de Ministros y desde allí ha hablado de la mal llamada "deuda histórica"? (la que arranca de la época de la transición, una deuda mensurable en dinero contante y sonante). Pues la Presidente de la Comunidad de Madrid aprovecha para hacer la archimanida demagogia del PER andaluz, que suena bien en los oídos de la mayoría de los madrileños (mejor dicho, de los votantes madrileños, que no otra cosa que votantes somos las personas en el lenguaje de los políticos).
Creo que necesitamos que se hable de Andalucía, de la verdadera deuda que España tiene contraída con nuestra tierra, desde el lenguaje histórico, no desde el político, que es siempre el de la controversia interesada. Deuda que tienen contraída, principalmente, las regiones más industrializadas, las del norte y noreste, además de Madrid. Porque los capitales procedentes del campo andaluz se fueron a financiar el desarrollo industrial de aquellas regiones, a través de los bancos aquí establecidos, donde los "señoritos" andaluces depositaban tales capitales obtenidos mediante los bajísimos salarios que pagaban a sus jornaleros y mediante el paro estacional sin contrapartida alguna; mediante el hambre, en definitiva; y con el hambre, la desescolarización y la ignorancia.
En Palma, nunca quisieron los "señoritos" que hubiera industria ni desarrollo alguno; no convenía a sus intereses.
Hay mucho que decir, pero hay que decirlo a los cuatro vientos, para que se entere todo el mundo en este país de nuestros pecados. Hay que eludir la politización de un tema que sobrepasa con mucho el ámbito de la política concreta; es un tema de elemental patriotismo, se mire desde la ideología que se mire.
Saludos cordiales.
Octavio.
El término "deuda histórica" hace mención a la disposición adicional segunda del primer estatuto de autonomía de Andalucía. Es obviamente un concepto político que se plasmaba en que "los Presupuestos
Generales del Estado debían consignar, con especificación de su destino y como
fuentes excepcionales de financiación, unas asignaciones complementarias para
hacer frente a las circunstancias socio-económicas de Andalucía". Así se recoge en el estatuto actual, pero además previendo su cuantificación definitiva por la Comisión Mixta de Transferencias entre el Estado y la Comunidad. Es decir, se trata de "compensar" las diferencias entre comunidades por la prestación de servicios públicos similares a otros, por parte de la comunidad autónoma, al partirse de un "histórico" atraso, que no puedan atenderse por el Fondo de Compensación Interterritorial, que recoge la Constitución española.
Es muy difícil calcular ese atraso y esa compensación. Y siempre ha sido motivo de controversia: desde negar su existencia a la exigencia de una cuantía mayor cada vez que se hablaba, por parte de todos los partidos. Pero el nuevo estatuto quiere poner fin a este concepto. Por eso su regulación y los plazos.
Otra cosa diferente es el atraso (económico, institucional, social, cultural, educativo...) de Andalucía respecto a otros territorios, no achacable al estado. Es decir, el atribuíble a sus habitantes (terratenientes, jornaleros, empresarios, obreros, profesionales liberales, etc.) Eso nunca se podrá compensar en los presupuestos generales del estado, ni con dinero, ni con solares, ni con otros recursos. Esa es la deuda histórica de la que hablas, Octavio. Y para su "compensación", además, los propios andaluces tenemos que tomarnos en serio nuestro propio destino, sin confiar en que otros nos saquen las castañas del fuego, en un mundo liberalizado y globalizado como en el que vivimos. Hay mucho que decir.
Saludos cordiales.
Un placer encontrar tu rincón desde el de María.
Curiosamente encuentro un comentario con un tema que ha inspirado el último de mi blog, sobre Mayor Oreja y las pitas, pitas,, es decir ETA, el pienso utilizado por ese tipejo para dar de comer a sus gallinas.
Saluds
Saludos, Benito. También para mí es un placer la coincidencia en la red.
Tienes razón al decir que la explotación de la población andaluza durante siglos no es cuantificable en dinero contante y sonante y que el término deuda histórica “es obviamente un concepto político que se plasma en que los Presupuestos Generales del Estado debían consignar… unas asignaciones complementarias para hacer frente a las circunstancias socio-económicas de Andalucía.”
Pero yo me estoy refiriendo a la verdadera deuda que el conjunto de la nación ―la ciudadanía; el sistema político, legal y administrativo; los territorios; la riqueza de toda índole; ese conjunto al que aludo cuando digo “el estado español”― tiene contraída de antiguo con Andalucía. Y ello porque el producto ―las plusvalías, en forma de dinero contante y sonante― de aquella monstruosa explotación del pueblo andaluz fue a financiar el desarrollo de las regiones más industrializadas, de esas regiones que ―¡mira por dónde!― hoy presumen de su mayor grado de desarrollo y reclaman un trato de privilegio que casi siempre obtienen. ¡Pues qué bien…!
Claro que, como bien dices, “Es muy difícil calcular ese atraso y esa compensación. Y siempre ha sido motivo de controversia: desde negar su existencia a la exigencia de una cuantía mayor cada vez que se hablaba, por parte de todos los partidos.” Y también que “…Eso nunca se podrá compensar en los presupuestos generales del estado, ni con dinero, ni con solares, ni con otros recursos.”
Yo imagino que, para compensar tal deuda, habría que trasladar a Andalucía buena parte de las empresas, industrias, talleres, laboratorios, hospitales, escuelas instaladas en la España más desarrollada, más los ingresos generados desde que fueron creadas con los capitales procedentes del campo andaluz por vía bancaria. Y, aun con eso, no se saldaría la deuda histórica, porque habría que darle a los andaluces de todas aquellas generaciones saqueadas y mortificadas todo el caudal de bienestar y cultura que se les usurpó.
Pura utopía, ¿verdad? Pues sí, utopía pero, desgraciadamente sobre bases muy reales. ¡Para que encima se nos trate de humillar con la cuestión del PER!
Porque tengamos en cuenta ―para centrar la cuestión― que hemos partido de unas injustas declaraciones políticas de la Presidente de la Comunidad de Madrid acerca del PER andaluz; declaraciones demagógicas, como siempre que se habla del PER fuera de nuestra tierra ―y aun dentro de ella, en ocasiones―. Es decir, que estamos hablando de la humillación por trato despectivo con que se pretende castigar al pueblo andaluz a costa de esa prestación social. Y a esa circunstancia es a la que me atengo al decir todo esto que digo.
Pues bien, si el llamado PER provoca tanta crítica en el resto de España es, según creo, porque, de nuestra parte, no se lanza a los cuatro vientos que el campo andaluz sigue arrastrando en gran medida las consecuencias de los siglos de explotación; que en la transición política ideada por los políticos procedentes del anterior régimen para consensuar la consolidación de la nueva monarquía se renunció a la reforma agraria en Andalucía en aras de una paz social que el consenso político requería, pero frustrando una vez más los justos anhelos del campesinado andaluz y la posibilidad de crear una clase media de propietarios labradores tan necesaria para lograr una auténtica paz y equilibrio social, a la vez que una mayor vertebración de la sociedad andaluza y una mejora sustancial de la riqueza y la competitividad agraria. (continuará…)
(Continación)
A propósito de la competitividad, hace un buen puñado de años ―mediada la década de los sesenta―, siendo profesor en los Cursos para Extranjeros de la Universidad “Menéndez Pelayo”, en Santander, mantuve una conversación con un distinguido estudiante holandés que me reveló algo que, hasta entonces, yo no había entendido. Decía aquel holandés que su familia era muy rica, que poseía una enorme finca dedicada a cultivos frutales. Le pregunté qué extensión tenía la finca y me contestó que alrededor de cincuenta hectáreas. Me quedé tan sorprendido que no pude evitar un comentario inconveniente; vine a decirle que eso en España, sobre todo en Andalucía, era una parcela de tierra; que las fincas andaluzas tenían cientos y aun miles de hectáreas. Él no contestó, pero hizo un gesto decepcionado y con ello me dio la mejor y más conveniente respuesta que pudiera darme.
Como sabemos, Holanda nos supera en competitividad no sólo en todas las áreas tecnológicas e industriales, sino también en frutas y hortalizas. Y no porque nuestros métodos de cultivo hortofrutícola sean anticuados ni porque estén asentados en latifundios ―que no lo están―, sino porque ellos nos aventajan en siglos de experiencia y desarrollo en todos los procesos de producción o cultivo, de procesamiento industrial, de distribución y comercialización... Algo parecido a lo que ocurre con Navarra y La Rioja y, en menor medida, con el levante peninsular.
También convengo contigo en que “… los propios andaluces tenemos que tomarnos en serio nuestro propio destino, sin confiar en que otros nos saquen las castañas del fuego…” Por supuesto; esto nadie podría discutirlo, y de esa premisa partimos, porque también hay que lanzar a la cara de quienes nos censuran so pretexto del PER ―y del PAR, si a cuento viniera― que el pueblo andaluz es tan laborioso, industrioso, talentoso y noble como el que más. Que se ha incorporado al trabajo y a la economía modernas con retraso secular no por culpa suya, sino de quienes usurparon su tierra y su fuerza de trabajo durante siglos, sometiéndolo a servidumbre y atraso hasta muy entrado el siglo XX.
La debilidad del pueblo andaluz es su tolerancia, su avenencia, y hasta un algo de conformidad fatalista con las desgracias que le han sobrevenido reiteradamente en la historia. ¡Mira por dónde va a resultar que su nobleza y superioridad moral van a constituir, a la postre, su debilidad para la competencia y brega en ese mundo liberalizado y globalizado a que te refieres! (Y ultracapitalista cabría añadir, que ya nadie le pone freno el imperio del dinero).
Paradojas de la vida, porque a los territorios que más se las pían ―están en la mente de todos― se les consiente y se les procura contentar, que para eso tienen a un Guifré el Pilós, o Wifredo el Velloso, sobre quien han montado una increíble fábula de nacionalismo e independencia del siglo IX.
Nosotros, por el contrario, ni hacemos mención del reino de Tarsis, o Tarsisch, ―nuestro reino de Tartessos, la cultura más vieja de Occidente― relacionado con Salomón en el Libro de los Reyes, de la Biblia, y citado, entre otros, por Anacreonte y Heródoto.
Así es la elegancia y señorío moral de Andalucía; sí señor.
¡Y que nos vengan a hablar del PER esa cuadrilla de gilipollas…!
Muy cordialmente, Octavio Junco.
Comparto tus palabras Octavio Junco.
Por cierto te dije que averiguaría lo de Callejón de o del Junco. He visto en documentos oficiales el uso "del", pero me falta confirmar con el servicio de Estadísticas.
Un cordial saludo.
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