domingo, 2 de junio de 2013

La Calle Portada, llegamos al final


Siempre me ha llamado la atención el nombre de la calle Portada. ¿Podía venir de ser la entrada del recinto donde se celebraba la Feria? Es seguro que su nombre ya aparece en siglos pasados, recogido en diversos documentos. La feria original, la que otorgó el rey Juan II, en 1451, daría lugar a la calle Feria. La feria de ganados del siglo XIX, junto a la que se instauró, en principio, provisionalmente en mayo, ya se realizaría en el Paseo, pero el nombre de la calle ya aparece en el siglo XVII. Luego, lo más probable es que derivara de la puerta de entrada/salida del pueblo que se ubicaba allí, al final de la actual calle, antes del Paseo: la Puerta de Marchena. “La Portada”, la puerta de la ciudad. Un lugar importante, estratégico, de nuestro pueblo, al que se llegaba por este eje, una vía que a fines del siglo XIX y, sobre todo, a principios del XX experimentó una llamativa transformación en su fisonomía, gracias a los nuevos estilos arquitectónicos. Así que le seguimos dedicando ahora un repaso por sus lugares y sus gentes, continuando con el “paseo” sentimental que iniciamos en la entrada anterior. Allá vamos.

Julio Muñoz, con su hijo Juan Muñoz, de Puertas Muñoz, en el primer tramo de la Calle Portada, con la Farmacia de Chacón al fondo, en unas fiestas de 1953.

Volviendo a la calle Portada por Pastores, tras dejar atrás la Calle El Caño, punto en que nos detuvimos en nuestro paseo anterior, llamaba la atención la Espartería de Ángeles Lopera, hermana de Delfín Lopera, en el edificio que hace esquina con Calle Pastores, donde después estuvo la primera oficina de la Caja Rural, y una tienda de lencería más tarde (Fátima), edificio ahora en venta y en estado casi ruinoso. Se hacían fundamentalmente serones para las bestias. También tenían unas persianas de esparto muy características. El esparto, el palmito y la enea eran materias primas muy usadas en la zona para confeccionar útiles del trabajo y de la vida cotidiana.

Casa de Rosario Callejón, con el mural de Ángeles Lopera

Vemos también la Casa de Rosario Callejón Morales, casada con Heliodoro Mayor, el de la confitería Maisa, con su mosaico de cerámica en la fachada del “Jesús del Gran Poder, Promesa de Ángeles Lopera Guzmán”. Y la confitería, donde de jóvenes íbamos a comprar los miembros de la pandilla los “palos de nata” o los merengues. Casi siempre teníamos que comprar doble ración, pues nada más tenerlos en nuestras manos empezaba el rececho entre los amigos. Sucedía así: Salíamos del local, nos marcábamos el terreno, guardando las distancias y alguien siempre rompía el fuego, arrojando su dulce sobre uno de nosotros. De esta manera entablábamos un combate sin cuartel, que siempre terminaba con todos o casi todos “heridos dulcemente”, mientras lo viandantes nos miraban con estupor. Incluso en alguna ocasión hubo “daños colaterales”, así que llegó un momento en que “firmamos la paz” para siempre. Luego había una relojería, en pequeño local o accesoria del edificio de la pastelería, antes de la casa de Rafael Carrasco Caamaño, el hijo de Rafael Carrasco Torres, el practicante, también ATS, muy relacionado con el mundo cofrade y cultural, y que fue concejal por el CDS en el ayuntamiento palmeño.

Casa de José Luis Ropero, entonces del veterinario Agustín Jiménez
Seguidamente hubo unas casas ya demolidas y sustituidas por los correspondientes e impersonales pisos modernos. La Casa de Uceda (donde ahora está la Academia Millenium), donde vendían máquinas de coser. La Casa de Agustín Jiménez, el veterinario, ahora del médico José Luis Ropero. Otro edificio de estilo neobarroco, que afortunadamente sí se conserva. Dos casas más, donde levantaron el bloque donde vivía Manuel Carmona, el último Maestro Villa, y está el Centro Médico CAMED, que era la tienda de Antoñita Pulido, y otra en cuyo solar edificaron otro bloque que tiene en la planta baja al Círculo de la Amistad. Antes veía allí muchas veces sentadas en el zaguán a unas señoras que yo pensaba que eran gemelas, por su enorme parecido, y que iban muy maquilladas, al estilo de los años veinte. Creo que eran las hermanas Torres. Practicaban esa costumbre que veíamos, por cierto, en verano de salir al portal y sentarse fuera de la casa a ver pasar a la gente, mientras se charla con el vecindario. Afición muy propia en una calle de paso como es ésta, aunque se realizase en aquellos tiempos en muchas calles más, algo solo posible por no tener el tráfico de vehículos que sufrimos en nuestros días.

Durante la II República, conocida foto desde el Paseo

Luego, la casa de Rafael González, el del comercio de la calle Castillejo, también sustituida por los correspondientes modernos apartamentos, y una más, haciendo esquina con la calle Arenillas, la de María Martínez Bravo, hermana del alcalde Juan Martínez, y tía de Antonio González, hijo de Rafael. En la calle Arenillas había una vaqueriza, la de la madre de Desamparados y Pepe “El lechero”, donde en una accesoria, vendía chucherías artesanales, como la algarroba molida, María “La Chumisca”.

Círculo Mercantil, con entrada por Calle Gracia, año 1948

Volvemos hacia atrás para retomar la acera izquierda, desde la Calle Gracia. Lo primero que había era el Bar de Caamaño, que en realidad se llamaba Delgado, La Filarmónica. Otra joyita con sabor que, desgraciadamente, se ha perdido. Antes era una parte de un bar con solera, el Círculo Mercantil, que tenía entrada por la calle Portada y por calle Gracia, en cuyo interior y arriba, según me ha contado uno que trabajó allí (Manolo, el primer alcalde de la democracia), se organizaban partidas clandestinas de juego.

Fachada de la casa de la familia Páez, en los años 40

El bar se dividió en dos en los años 50 y una parte acogió el Círculo de la Amistad, hasta que pasó a ser La Filarmónica. La otra parte se la quedó Anita, la de Nieto, tía de Isabelita Páez, en la actual casa de la familia Páez, con el estanco que atendió Isabelita hasta su cierre. Después, al cerrar el bar, quedó solo el estanco, que es lo que yo conocí. A continuación estuvo la Barbería de Quintanilla, donde aprendió el oficio de peluquero Manuel López Maraver, después de dejar el bar. Ahora encontramos allí la nueva confitería de Maisa y los pisos correspondientes.

Círculo Mercantil, con entrada por Calle Portada, en 1954

Continuando topábamos con la Casa de Rafael Carrasco (el padre), después convertida en los pisos donde vivía éste con su hija, y encima los maestros Manuel Vera y la señorita Mariceli, en las plantas superiores del local del Banco de Vizcaya, luego BBVA. Seguía la Casa de Anita Atalaya, una mujer entonces mayor y conocida por su poco apego a la higiene personal, casa de vecinos que fue derribada a su muerte y sigue allí el solar sin edificar. Junto ella, la Casa de Don Crescencio Uña, militar que gustaba desfilar de uniforme, luciendo sus galas, el sable y las condecoraciones, en las procesiones locales. Era el suegro del médico Pedro Dugo, y vivía en la casa que actualmente habita Delfín Ruiz Lopera, sobrino del famoso Delfín Lopera, del que luego hablaremos.

Estado actual de la casa de Don Crescencio Uña

Otro lugar lleno de recuerdos fue la Barbería o peluquería de Manuel López Medina, Manolo “Cerrillo”, hermano de Matilde, parienta de la primera mujer de mi padre que vivía en la Calle San Sebastián. Trabajó también de celador del Ambulatorio de la Calle Belén. Un hijo suyo, Pepe, también trabajó en el Centro de Salud. Tenía otro hijo más joven, apodado “el Chepa”, con muletas, ya fallecido. Manolo tenía una barbería tradicional. Me recordó un día mi hermano Roberto que usaba un cable enchufado a la red para calentar el agua de enjabonar la cara, metiendo directamente una resistencia en el recipiente. Algo que no recomiendo que haga nadie sin saber evitar los calambrazos. Tenía un canario para hacerle compañía, pero no en una jaula, sino que se apoyaba en un palo al que estaba atado con un cordelillo o sedal.

Simulando un cante, mientras mi hermano toca la guitarra, en mi antigua casa familiar

La barbería era el punto de encuentro de la antigua Rondalla palmeña, donde estaban, por ejemplo, “el maestro” Morales, Antonio Palma Carmona, José Ruiz Valle, Pepe González (el antiguo cobrador del ayuntamiento, que estuvo varios años trabajando allí), Manuel Tierno Fernández y su hermano, Continente, José Sánchez Díaz, Vicente Rodríguez “Vicentini”, Emilio Díaz, Vázquez, Curro “el de los polos” y Manolín Fernández. Allí se daban clases de guitarra. De ahí su importancia, pues mi padre nos llevó a mi hermano menor y a mi a que Manolo nos enseñara a tocar este instrumento, como hacían muchos padres con sus hijos por aquellos tiempos. No consiguió inculcarme el gusto por la guitarra, como se aprecia perfectamente por la cara que tengo en la fotografía, a diferencia de Roberto, así que cuando me partí el brazo izquierdo fue un verdadero alivio dejar las clases. Otro bloque de pisos ocupa el lugar de antaño.

Casa del Pueblo del PSOE, antes Círculo de la Amistad. A su izquierda estuvo la barbería de Manolo "Cerrillo".

Pasando la barbería estuvo durante años el Círculo de la Amistad, en una casa de principios del siglo XX de Araceli García Liñán, de la familia propietaria de la Electro-Harinera. Luego, cuando el Círculo se trasladó enfrente, la adquirieron la UGT y el PSOE para la Casa del Pueblo local, siendo ahora solo de este partido. En la planta baja, a la izquierda tenía Campanario su droguería, que conocí atendida por Pedro, el que fuera candidato a la alcaldía por el PCE en 1979. Ahora es un local comercial donde se imparten clases particulares.

Dos mujeres pasean por la Calle Portada. A la izquierda la zapatería de Valle y a la derecha se ve la  fachada imponente de la casa de los Valdenebro, además de otras edificaciones, alguna aún reconocible.

Seguidamente, tras la casa del hortelano Antonio Caro de la Barrera Medina, hermano de Mariano, el padre de mis amigas Esperanza y Mª Ángeles, estaba la impresionante Casa de los Valdenebro. Tenía una enorme fachada de dos plantas con grandes ventanas enrejadas y balcón con blasón. Su último morador fue el cochero Rafael Gusano Larret y su mujer Lola, “la tranquila”, familia de un compañero mío del colegio S. Sebastián. En el patio, con entrada por la calle San Francisco, había una nave donde entrenaba al boxeo Jesús Morales. Fue derribado el edificio en los años 70. Una pena, pues era casa que destacaba en el entorno. En su lugar se construyó un bloque de pisos, que, de tantas rejas que tiene y por su aspecto exterior “macizo”, la gente bautizó con el nombre de “Alcatraz”, como la famosa prisión americana. Y así llegamos a la casa donde vivió Marina Sánchez, que trabajó en el Ambulatorio, esposa de José Rodríguez (quien aparece a la derecha en una de las fotos del artículo del Bar Charneca, inclinado junto a éste y El Cordobés) y madre de José Miguel, “Nenuco”, que tenía una moto que causaba admiración, en la que se paseaba luciendo su melena al viento y que, entre otras cosas, fundó un grupo musical llamado “Posturas del Jardín”. La última “hazaña” de José Miguel, antes de dejar Palma, fue una exposición en el salón de plenos del ayuntamiento que fue ampliamente comentada por emplear objetos de uso cotidiano, con letreros para identificarlos, como obras de arte. Con esta vivienda, también desaparecida hoy día, llegamos a la Calle San Francisco.

Deportistas palmeños de antaño: Pedro Limones, el municipal (Fútbol), Jesús Morales (Boxeo) y Juanito Continente, el pintor del ayuntamiento (Ciclismo). Foto vista en el blog KMLO

En la otra esquina, en el local, recuerdo varios negocios, como la Floristería Aguilar, ahora tienda de modas de Agustina Atalaya. Arriba vivían Doña Laura, maestra del Colegio del Paseo y su marido, hijo de Doña Gloria. Ésta tenía también unas mellizas, una de las cuales enseñaba a bordar. Allí aprendió Anamari, mi mujer. Después estaba el Estanco de Belén Morales Peso, apodada la “Mancona”, viuda de guerra. Y seguidamente, la Casa de Delfín Lopera, actual bar El Diablo.

Casa de Delfín Lopera en la calle Calvo de León 39, con las manufacturas de cuero, esparto y otros arreos expuestas

Delfín Lopera vivía en la casa donde estaba la Talabartería y una espartería que vemos en la foto, cuando la calle se llamaba Calvo de León. Recordamos que arreglaba máquinas de coser, entre otras actividades, aparatos que más de una vez vi allí, tras las rejas de las ventanas. Lo que no he visto, sin embargo, es la colección de imágenes religiosas, de tamaño natural, tal vez adquiridas para desfilar con alguna cofradía, que tenía en su vivienda, según me han contado. 

El Cordobés, en medio de Manolo "Charneca" y "el garbancero", con otros, en una fiesta navideña, el 1 de enero de 1971

Delfín “pelaba la pava” con su novia de siempre, Belén Salgado, en el portal de la casa de la acera de enfrente, con la que terminó casado, a pesar de presumir de ser la pareja de novios más antigua de Palma. Esa era la imagen típica de muchos años cuando pasábamos por allí camino de la feria o el paseo de verano. Belén vivía allí con su hermana Carmela, “la Salgaíta”, esposa del que apodaban el garbancero, que aparece en la foto con Charneca y el Cordobés, a su derecha, y otros. 

Delfín Lopera de joven, en la puerta de "la Salgaíta"

La foto donde está Delfín de joven montado en bicicleta es en esa puerta que tanto frecuentaría durante su vida. Pasando, estaba la casa donde vivía Doña Pura, tía de Isabel, la mujer de Juan Contreras, “Cascarillas”. Doña Pura cuidaba de una matrona, que al morir le legó la casa. Y luego otra, donde se instaló muchos años después la consulta del doctor Rafael Alqhai, que desde joven la conocí como está ahora prácticamente, tras la demolición de la vivienda anterior.

Hotel Castillo hoy día

Haciendo esquina con Pio XII estaba la Fonda “Huéspedes Castillo”, de Nieves Castillo, donde, por ejemplo, se conocieron Adolfo de la Torre y su mujer. Allí vivió Paco Escribano, que jugaba en el ARS club de balonmano. En la puerta había argollas de metal para atar las caballerías a ellas, como también las había en otras casas de Palma. Posteriormente fue demolida la fonda, uniendo Paco Castillo, a su solar, el local donde estuvo el Bar Charneca y su salón de bodas y las cocheras, para edificar el centro de alojamientos modernos que abrió en 1992, el Hotel Castillo. Paco Castillo era el sobrino de Nieves, que tenía los Billares que conocíamos como de “Al capone” en la Travesía Alamillos. En la esquina solía instalar una señora mayor, Obdulía, su carrito de chucherías, donde muchos se paraban a comprar pipas para ir al cine de verano en el Coliseo España.

La zapatería de Pepe Valle, en la esquina de la calle Arenillas

Y para terminar, retomamos la acera derecha, en dirección al Paso, donde nos quedamos, en la esquina de la Calle Arenillas. Allí estaba la Mercería-Zapatería de Pepe Valle, familia de Antonio Muñoz, un empleado de Rafael González, padre de Manolo, un amigo de la infancia y de su hermano Juan Muñoz Valle, que tiene allí un establecimiento de venta de artículos de electricidad, reparación de televisores y alquila equipos de sonido desde 1987. Antonio estaba casado con Rosario Valle y vivía con ellos, cuando les conocí, su cuñada Belén. Rosario era la dueña de la casa, que al principio alojó en su planta baja una tienda de ultramarinos, propiedad de Manuel González, el padrino de los tres hermanos Valle, que se hizo cargo de ellos cuando se quedaron huérfanos. De ahí proviene el que se conociese a esta familia con el apodo de “Parritos”, aunque en realidad solo lo era el padrino. En esa tienda Anamari compró algunas veces las agujas para el bordado que aprendía enfrente. Y nosotros las cuerdas de la guitarra para reponer las que se nos rompían cuando practicábamos en la barbería de Manolo “Cerrillo” o en casa, pues ese era otro de sus artículos en venta: cuerdas de guitarra, bandurria o laúd.

De nuevo Juan Muñoz, con Julio, su padre, en el último tramo de la calle, en la misma fiesta, con la casa de la fonda Castillo, a la derecha, la Talabartería de Lopera, más oscura, y al fondo, sobresaliendo, la casa de los Valdenebro

Tras la casa de “la Salgaíta”, que vendía diamelas y jazmines en forma de collares, pulseras y adornos, estaba la de Adela Rodríguez, maestra en el Colegio Primo de Rivera, que vivía con sus hermanas Domitila (“Tila”) y Felisa. Su hermano Pepe trabajaba en el Banco de Bilbao y se casó con una hermana de Juan Copé, mi tutor de los primeros años del Colegio San Sebastián. En esa casa Antonio García, el farmacéutico de la calle Feria, y Ramón Ros, el dentista de la calle Ancha, alquilaron habitaciones respectivamente para instalarse en Palma, antes de tener sus emplazamientos posteriores. La casa la derribaron y la rehicieron casi como era antiguamente. A continuación vemos otros pisos ahora, donde había otra casa de vecinos, y en un local de esa casa estuvo la Tienda de chucherías de Tejero, padre de Antonio, el marido de Pepi, sobrina de Chacoque. Allí solíamos comprar cuando salíamos del colegio del Paseo.

Bar Málaga, el dueño, empleados y clientes

Y también, tras la casa de Ramón Palma, estuvo por allí otra casa más, la vivienda de José Arrabal, empleado del Banco Hispano Americano, uno de cuyos hijos, José Antonio, me explicó un día que se fueron a Málaga a estudiar y la familia le siguió después. Recuerdo que los conocía mi padre y eran amigos de mis hermanas Sole y Mari, así como de otros palmeños instalados en la Costa del Sol, los Doblas. Actualmente vemos los pisos que se edificaron donde antes estuvo esta casa en cuya planta baja conocimos el Bar Málaga, que tuvo José Luque Aguilar, el fundador de la empresa Saneamientos Luque, almacén de fontanería y materiales de construcción, creada en 1973, y oriundo de Villanueva de Algaidas (Málaga). Fue el que introdujo entre las tapas de los bares palmeños la de los boquerones en vinagre. También su familia allí tenía una pequeña pensión. Luego, al edificarse los pisos, con el demasiado abundante ladrillo visto, en el local estuvo allí el Pub Gardiner, de Urraco y Cleries. En estos tiempos, en los bajos, encontramos la confitería “La Bollita” y una auto-escuela.

Bar Málaga, en el patio interior, con los veladores.

Y finalizamos el recorrido en el Bar Romero, lugar de renombre, regentado por Pepe Romero, en la antigua casa de “Palmilla”. Un referente del buen comer y del buen beber, en cualquier temporada del año. Allí pasamos más de una tarde espléndida, por ejemplo, con Manuel Pérez, “Manolín el del repuesto” (que estuvo en la calle Ancha, cerca del “arco”), Domingo, su suegro, Pepe Páez (cuñado de Manolín), “el Chico” (empleado del repuesto) y en compañía de su hijo y los amigos, en las navidades. O también en animada fiesta con otros amigos en los días de feria, por ser paso obligado hacia allá. Hoy día es el restaurante Damián, de Damián Muñoz Rojo.

La fonda de Castillo, a la izquierda, y el Bar Romero, a la derecha. El Paseo en el fondo. Años 70.

Con esto llegamos a nuestro destino, ya solo me queda agradecer a quienes me han ayudado, con bastante entusiasmo, por cierto, a realizar estas entradas, como son Anamari, Roberto, Adela Ceballos, Pepe Cumplido, Pepe González, Manuel López Maraver, José Antonio Arrabal, Aníbal de la Torre, María José Luque y José Luque (el padre), Juan Muñoz Valle, Antonio Lopera Flores, Francisco Ruiz Lopera, Juan Muñoz Figueroa, Isabelita Páez, y seguro que alguna persona más que ya recordaremos y a la que pido que me disculpe el olvido de hoy. Los siguientes pasos los daremos por el Paseo Alfonso XIII y el Colegio San Sebastián, ya que se acerca el fin de curso escolar. Reencontraremos personas y espacios cargados de emotivas vivencias desde la niñez. Eso, si no nos detenemos algo más en alguno de los destinos comentados ahora.

14 comentarios:

Auria dijo...

Pues creo que te has dejado atrás un puesto de jeringos... de Rafaela Reyes Carrillo y Manuel Expósito Reyes, mis abuelos paternos...jejej
a ver si escaneo fotos y te las mando.
Saludos,
Auria

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

No lo recuerdo. Gracias, no obstante. A ver si me envias alguna foto y me refrescas la memoria. Y de paso lo incluimos en algun otro post, seguro que con el entusiasmo que provocan estas entradas tengo que hacer ajgo mas, jajaja. Saludos.

Misterio dijo...

Me ha encantado leerte y ver las imágenes... Qué bonito es volver al pasado.

Un beso.

PEPE CARRILLO dijo...

SCHEVI AURIA LLEVA RAZON Y OTRA COSA DESPUES DEL ESTACON D LA MANCONA HABIA UNA CASA MUY GRANDE Q TENIA MUCHOS VECINOS LA MAYORIA ERAN GITANOS ENTRE ELLOS ESTABA LOS ABUELOS D AURIA Y ENFRENTE HABLAS D LAS HERMANAS RODRIGUEZ Y NOMBRAS A EL HERMANO Q TRABAJO EN EL BANCO BILBAO Y NO SE LLAMABA PEPE SI NO RAFAEL

Mari Carmen Navarro Ruiz dijo...

PRECIOSAS LAS FOTOS Y LLENOS DE EMOTIVOS RECUERDOS LOS COMENTARIOS, EL RECORRIDO POR PERSONAS, CALLES, CASAS... ME ENCANTA, YA LO SABES. TODO UN PASEO PRIVILEGIADO POR EL PASADO DE NUESTRA HISTORIA RECIENTE, DE NUESTRA GENTE, COSTUMBRES, COMERCIOS, VESTIMENTAS... ENHORABUENA POR TU TRABAJO DE RECOPILACIÓN Y DE RESTAURACIÓN EN EL RECUERDO. BESOS

juan gómez dijo...

Schevi nos ha encantado,no sé si ya has comentado la calle feria,PNEDA,EL LATERO,ESPEJITO, GADEMAR........ENHORABUENA por el trabajo,lleno de emotivos recuerdos.

un saludo.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Me alegro, Misterio Tuyo. Estas entradas son siempre muy agradables, porque nos provocan a todos recuerdos que nos devuelven a la infancia, esa "verdadera patria del hombre", como dijo Rilke.

Un beso.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Pepe, gracias de nuevo. Lo del puesto de churros lo seguiremos "investigando", sobre todo si Auria nos pasa las fotos. El nombre del hermano de la maestra Adela Rodríguez no lo sabía, yo no le conocí personalmente, solo de vista. Creo que me lo dijeron, aunque puede que me equivocase al recordarlo. De todas maneras te agradezco la corrección. Como el que nos informes de la casa que había donde está ahora la consulta de Rafael Alqhai, esa casa de vecinos mayoritariamente gitanos.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Muchas gracias, Mari Carmen. Cada vez que se une más gente a la lectura de estas entradas, son más los que se entusiasman y me brindan su apoyo, tanto aportando recuerdos personales, como las fotografías de épocas pasadas que hacen de las entradas un verdadero museo de personas y lugares importantes del pasado reciente palmeño, a pesar de que no parezcan merecer pasar a la "historia oficial". Recuperar esas personas, no "anónimas" sino humildes, pero esenciales en nuestro ser, y esos lugares tan afianzados en nuestra memoria, es un placer. Besos.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Juan, muchas gracias. Si pulsas en la etiqueta Geografía evocadora palmeña, que aparece al pie del post o en la sección "Etiquetas" del lateral del blog (abajo, casi al final) podrás leer todos los post dedicados a este tipo de entradas. En ellas ya verás varias dedicadas a eso que nombras, pues sí he escrito de todo eso.

Francisco Godoy dijo...

Auria: yo fui de pequeño vecino de tus abuelos y conocí el puesto de jeringos: primero los puso en la puerta donde ahora está la consulta del dr. Alkai, y cuando llovía en una asesoría de la casa de vecinos adjunta (recuerdo ver colgadas fotos de soldados.Con el tiempo gtrasladó el puesto a la misma esquina entre las calles San Francisco y Portada, en la misma puerta del Nenuco.
Pasaba yo mucho gtiempo en el puesto, ya que me llevaba muy bien con tus abuelos y con tu padre.
SALUDOS.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Francisco, Auria me ha enviado una fotografía de su abuela y su padre en el puesto de churros. Pronto la publicaré con ampliaciones de este post.

Israel Enrique Jiménez dijo...

Sin duda una de las entradas más interesantes y que más ha llamado mi atención de todas las que te he leído hasta la fecha. Un buen trabajo recopilador, que nos ayuda a los jóvenes de Palma que no hemos vivido ésa época, a conocer detalles y curiosidades de nuestra Historia más reciente. Necesitamos conocer el pasado para valorar el presente y construir nuestro futuro.

Un saludo, Israel

http://escarabajoderibera.blogspot.com.es/

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Bienvenido, Israel, y muchas gracias por tus elogiosas palabras. Comparto tu opinión, el pasado hay que conocerlo para apreciar el presente que vivimos y para mejorar el futuro. Aunque yo no me considero historiador, por cierto, solo un viajero por los recuerdos, ayudado por la geografía de nuestra localidad.

Un saludo.