ETA ha puesto otra bomba en Bilbao en una sede del PSE, la sede está destrozada, los vecinos se han visto afectados y hay siete ertzainas heridos. Es el quinto atentado contra socialistas desde la ruptura del alto el fuego, el tercero contra una sede socialista después de Balmaseda y Derio. También atentó antes contra el escolta del concejal Juan Carlos Domingo y asesinó a Isaías Carrasco, antes de las elecciones generales. Los socialistas somos objetivo prioritario de esta banda de criminales, a pesar de lo que digan el PP y la AVT. Ya lo anunció ETA en el comunicado anterior donde reivindicaba el atentado del concejal de Arrasate, Isaías Carrasco: "¿No creerán que ETA se va a quedar de brazos cruzados mientras ve cómo se tortura, se detiene, se condena de por vida o se ilegalizan partidos con total impunidad?.”
En septiembre de 2003 una delegación del Ayuntamiento de Palma del Río (entre la que me encontraba yo) estuvo en Lasarte-Oria (famosa por el hipódromo y el restaurante de Martín Berasategui), invitada por la Federación de Casas de Andalucía en Euskadi, para celebrar el Encuentro anual de Andaluces en Euskadi. Ese año lo dedicaban a nuestra ciudad, bastantes de cuyos hijos emigraron a aquellas tierras en los años sesenta y setenta para trabajar en la industria vasca. Yo tengo parientes de esos emigrantes, y mi novia también (más cercanos). En los casi tres días de visita no paramos. Nos atendieron de maravilla, estaban contentos y cariñosos, tanto los paisanos como otros andaluces y extremeños que se congregaron en los actos, de tenernos con ellos. La tierra tira y que el alcalde de tu pueblo te haga una visita a “tu lugar de trabajo y tu nuevo hogar” es muy bien recibido. Pero también estaban contentos otros que no eran emigrantes. Lasarte está gobernado por el PSE-PSOE-EE y su alcaldesa, Ana Urchueguia, es todo un símbolo de la dignidad, la coherencia y la firmeza en la defensa de los principios democráticos, frente a los violentos. Dos años antes un concejal socialista, Froilán Elespe, había sido asesinado por ETA. Y el municipio, de unos 17.000 habitantes, está en el meollo del abertzalismo guipuzcoano. Así que la presencia de “compañeros” de otras tierras fue considerado una muestra de apoyo también a los que, siendo vascos, no están de acuerdo con los postulados violentos e independentistas, y resisten los envites de éstos y sus seguidores.
Recuerdo las palabras de aquella concejala vasca y casada con un malagueño. Como nos contaba que no podía repetir peluquería, como debía hacer recorridos diferentes para llevar a sus hijos al colegio o ir al trabajo. O cuando nos señaló al graderío del frontón cedido por Michelin, donde se celebraba el encuentro, para decirnos donde estaban sus dos escoltas. Y como lo decía con naturalidad (como acostumbrada) pero con una “pizca” de pena, por no sentirse libre. Recuerdo también a la “única concejal socialista de Usúrbil”, como se definió aquella vasca “por los cuatro costados” que, sin embargo, lucía aquel sábado un traje de gitana como si estuviera en la feria de Sevilla. Y también cómo, cuando la representante del Gobierno vasco habló de la integración de la población inmigrante, la concejala consorte del malagueño se contenía apretando los dientes mientras se le escapaba repetidamente “mentira”, “mentirosa”.
Fue un viaje emocionante lleno de anécdotas, como el vernos junto a una manifestación abertzale en el bulevar de San Sebastián, disuelta por los antidisturbios, y oír a una señora decir “ya están los gilipollas de siempre”, con toda tranquilidad, como si eso fuese algo cotidiano, parte del paisaje sabatino junto a la playa de La Concha.
Pero un viaje, también duro, por las cosas que nos contaban esas buenas gentes, trabajadoras y humildes, que tenían que soportar el acoso permanente de los proetarras.
En estos atentados que reivindicaba ETA me acordé muchas veces de aquel viaje, de nuestros paisanos, y de las compañeras y compañeros del PSE, con lo que estarían sufriendo. Y me he acordado cuando las amenazas, especialmente. Para que luego lleguen Fegueguico, Rajoy y otros miserables a decir que hemos traicionado a las víctimas. ¡Qué sabrán ellos!. Aquellos días, nosotros sí supimos... y no lo olvidaremos.
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