martes, 10 de marzo de 2009

La medalla de Francisco Rivera Ordóñez

Polvareda la que se ha levantado en los cosos taurinos, tertulias de todo tipo y charlas de taberna a causa del rechazo a sus medallas a las bellas artes por parte de los toreros Paco Camino y José Tomás. Éstos diestros obtuvieron la medalla de oro con anterioridad, y al protestar, devolviéndola, han puesto el acento en una de las facetas de la tauromaquia: su carácter artístico o no. No voy a volver al debate del año pasado, pues no se trata de eso, pero sí daré mi opinión respecto al premio concedido a Francisco Rivera Ordóñez.

José Tomás y Paco Camino han reaccionado airadamente, “por vergüenza torera”. La devolución del galardón al Ministerio de Cultura supone una injusticia, al rechazar, creo, un merecido reconocimiento a su labor, de forma pasional. No obstante las críticas de Morante de la Puebla me parecen lógicas. Realmente no se premia el arte en el mundo del toreo, sino la notoriedad, basada en la presencia en los medios de comunicación. El acuerdo del Consejo de Ministros dice textualmente:

Francisco Rivera. Matador de toros. (Madrid. 1974). Desde muy joven tuvo claro que daría continuidad a la saga de toreros que había comenzado tres generaciones atrás. Fue su abuelo, Antonio Ordóñez, quien le inició en el mundo del toreo. Tomó la alternativa en 1996, en la plaza de Toros de la Maestranza de manos de Juan Antonio Ruiz "Espartaco" y Jesulín de Ubrique como testigo. Un año después llegaría su confirmación, en la Feria de San Isidro con José Miguel Arroyo "Joselito" como padrino y Enrique Ponce como testigo. Tras cosechar éxitos en las distintas plazas, a partir de 2000 acortó su número de actuaciones dando prioridad a afinar su técnica que resulta ahora más estética, reposada y profunda. Así lo demuestra en sus últimas faenas reseñables entre las que están las Ferias de Madrid del 2001 y 2002 o la Goyesca del pasado 2008.

El gobierno reconoce que el diestro es un miembro de una familia de renombre. Su padre, Francisco Rivera “Paquirri” y su madre, Carmen Ordóñez (Carmina), hija de Antonio Ordóñez. Pero esto le coloca directamente en el mundo de la prensa del corazón: su padre fue habitual de ellas por su “desgraciada vida amorosa” (infidelidades de su mujer, sus romances propios, como el de Lolita, su relación con Isabel Pantoja...), y su madre no hizo otra cosa que vivir de ese mundo cutre y chismoso. Ambos, con su muerte trágica (el padre cogido por un toro en la plaza de Pozoblanco, y la madre muerta en su casa en extrañas y aún no aclaradas circunstancias) contribuyeron acrecentar el morbo periodístico sobre el muchacho, morbo que ya tenía con su matrimonio frustrado con Eugenia, la hija menor de la Duquesa de Alba.

Las referencias a su quehacer torero lo que hacen es confirmar su no preeminencia en el arte de Cúchares. Ha toreado mucho sí, porque se lo ha podido pagar. Quienes hemos tenido alguna relación con el mundo del toro sabemos que para hacerse un sitio hay que torear mucho, y para eso, los aspirantes deben pagar. Rivera ha podido pagar para torear. Además de pertenecer a una familia con “posibles” (dinero e influencias), de la que ha obtenido sus herencias, es empresario y realiza otras actividades (publicidad, modelo, etc.) que le ha proporcionado el dinero suficiente para participar en muchas corridas. Conozco más casos así. En los últimos tiempos, hijos de toreros famosos han intentado destacar en el toreo: su hermano Cayetano, Litri, Manzanares, Rafi Camino...De este último, hijo de Paco Camino, recuerdo su paso por Palma en un festejo que me tocó presidir a mí. Fue patético ver como si destacó en algo fue en la expectación (era más famoso por sus líos de faldas), ya que casi ni se llevó trofeos (y en un plaza de un festejo de ínfima categoría las orejas y rabos casi se regalan) quedando el último y saliendo con la cabeza gacha. Francisco Rivera tiene una trayectoria similar: muy mediático, pero poco torero. No obstante se mantiene, porque puede permitírselo. Y si ha reducido el número de festejos no es por primar la calidad, sino porque no convence al aficionado.

Hay diestros que se habían merecido ese galardón antes que él, pero en Cultura se habrán dejado llevar por la posible notoriedad en este caso. La nómina de premiados es considerable en número y variedad, pero con este nombramiento han hecho un flaco favor al mundo del toreo. Y los aficionados y la gente del mundo del toreo se ha dividido por esta cuestión. La reacción de José Tomás y de Paco Camino no ha hecho sino agravar el daño. Lástima.

2 comentarios:

Jesús Herrera Peña dijo...

Al hilo de una medalla de oro a un matador de toros, de manos de un gobierno socialista, y ahora que vamos despacio y aprovechando que el Pisuega pasa por Valladolid, debiéramos hablar en los bloges de progresistas sobre ¿Qué es ser de izquierdas?

Si los socialistas vamos a misa los domingos (aunque sólo sea por lucir el abrigo que nos acabamos de comprar); si los socialistas somos aficionados a las corridas de toros; si los domingos, lo más importante que hacemos, para llenar el tiempo libre es empaparnos de júrbol; si los socialistas (o izquierdistas en general) somos cofrades de alguna cofradía de semana santa, por aquello de mantener las tradiciones, si estamos convencidos de la suerte que hemos tenido con que Franco nos dejara de rey a Juan Carlos Borbón; si..., etcétera, etcétera, etcétera...
¿Qué nos quedaría, realmente, de verdadero izquierdismo a los "izquierdistas"?

Estoy perplejo; es algo que —confieso— me ocupa y me preocupa en estos sesentones años.

A la vista de lo que veo, me pregunto con harta insistencia:
Peroooo..., realmente..., ¿qué es ser de izquierdas?

Y, ¡claro!, yo mismo me lo tengo que responder: En muchos de los casos prácticos que veo en militantes más o menos destacados de los partidos de izquierdas, ser de izquierdas es un deseo, una quimera, una meta inalcanzable por llegar a alcanzar, una aspiración, una devoción; algo que no podemos ser pero que intentamos aparentar.
En fin...
Perdona, Juan Francisco; esto no va por ti. No puede ir por ti ya que no te conozco de nada, nada más que el reflejo de tus pensamientos que desgranas a menudo en estos artículos.
Esto mío es una entelequia. Un intríngulis avivado, quizás, por el espléndido regalo de una medalla de oro en calidad de Bellas Artes a un "profesional" del "arte" de maltratar, torturar y matar toros en espectáculos públicos.

Si los ministros y jefes de gobierno de los partidos de izquierdas, hacen cosas que harían idénticamente los ministros y jefes de gobierno de los partidos de derechas, más nos valdría al total de los españoles que cada cuatro años se lanzara una moneda al aire a ver a quién le tocaba habitar el Palacio de La Moncloa.

No sé..., no sé..., pero me parece que democracia, DEMOCRACIA no es este régimen que tenemos ahora en España.

Salud y República pronto

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Bueno Jesús. Haces una descripción de "izquierdista" que se parece mucho a una profesión de fe religiosa, curiosamente. Yo no me atrevería a poner carnet (con o sin puntos) para definir de esa manera al que es de izquierdas. Aunque lo resumas en tres señas de identidad o pilares, como haces al final del post de tu blog: el internacionalismo, el republicanismo democrático y el ateísmo.

Las categorías dogmáticas tradicionales del izquierdismo son más que discutibles (como señas de identidad esenciales). Me explico. La derecha puede ser tanto nacionalista como internacionalista: las multinacionales, la globalización, son ejemplos claros y rotundos. Pero no creo que sea “de izquierda” ser nacionalista: los problemas de pobreza, opresión, desigualdad (injusta) son comunes a los seres humanos independientemente del DNI que tengan. El “izquierdista” sí puede ser nacionalista, de hecho muchos terroristas izquierdistas son, a la vez, nacionalistas. Pero a esos no los considero “de izquierda”, como no lo era Stalin, verdadero inventor del nacionalismo “izquierdista” (creador del concepto “socialismo en un solo país”, el soviético).
El republicanismo democrático es genuinamente de izquierdas, pero la derecha no ha visto inconveniente en asumirlo en muchos casos, aunque ella prefiera el republicanismo liberal.
El ateísmo no es de izquierda ni de derechas. Históricamente el ateísmo es muy antiguo, ya en la antigua Grecia existía y lo defendían y practicaban auténticos defensores del orden establecido allí. Y también en Roma, con su sistema esclavista. Curiosamente es el cristianismo el que se enfrenta, teóricamente, a este sistema con su monoteísmo, abrazado por los esclavos con entusiasmo, por rechazar el carácter divino del poder imperial y de las ciudadanos romanos, que los sojuzgaban.

Juntos estos caracteres sí pueden definir ciertas señas de las personas de izquierdas, pero es la lucha contra las desigualdades económicas, que provocan desigualdades sociales y la sumisión de una clase por otra, lo que define esencialmente a la IZQUIERDA, tras la aparición de teóricos que ven escasos avances en los frutos de la revolución francesa y sus secuelas, y que alientan revueltas entre los que quedan apartados de los nuevos centros de poder, copados por la burguesía, posteriormente aliada con la antigua “clase dirigente”, la nobleza y el clero (católico y también protestante, que siempre han bendecido el sistema opresor). En definitiva, lo que distingue al personaje de izquierda es su interés y su acción decidida por combatir injusticias económicas provenientes de una desigualdad forzada por las clases dirigentes.
No veo por tanto, qué tiene de derechista el prestar atención a la dimensión espiritual del ser humano (no todas las religiones son iguales al modelo judeo-cristiano), gustarle a uno el fútbol (yo no soy fanático, por cierto, del deporte, lo tengo como diversión), gustarle el toreo (no entiendo a quienes hablan de derechos de los animales, cuando ni se respetan los derechos de las personas, y no sé que tiene esto que ver con las injusticias económicas), o estar contra las tradiciones (sí es reaccionario considerar algo infalible, inmutable, incuestionable, por ser tradición, ésta vale por ser legado cultural, no ley o dogma).
Entiendo que alguien, por sensibilidad, no acepte el mundo del toreo, pero no es una cuestión ideológica, como para clasificar de izquierdas o derechas a quien sea o no aficionado. Conozco muchos aficionados de izquierda, buenos luchadores por la igualdad y fraternidad humana. En fin, el tema daría para hablar mucho y tiempo habrá para ello.

Saludos, desde el Sur.