jueves, 6 de agosto de 2009

Vikingos en la península


Hace pocos días se celebró la famosa romería que recuerda la Batalla de Catoira, en Galicia:

“El número fuerte de este festejo es el 'desembarco vikingo', que presencian millares de personas desde las Torres de Catoira y desde el nuevo puente sobre la ría, que une las provincias de A Coruña y Pontevedra. Según las crónicas, “sobre las doce del mediodía hace su aparición por la ría de Arousa, el 'drakkar' vikingo, un improvisado pesquero hábilmente disfrazado con banderas, escudos, telas, armas de combate y, por supuesto, una terrorífica cabeza de dragón en la proa. En la cubierta de la embarcación, los 'vikingos' (jóvenes de la zona) danzan entre cantos y gritos, preparándose para el asalto a la fortaleza: lanzas de madera, hachas de verdad, cascos con grandes cuernos, barbas y pieles cubriendo el torso semidesnudo. A los ojos de los asistentes bien podría tratarse de una expedición del legendario Eric el Rojo, recién llegado de Normandía para traficar con pieles de focas, dientes de morsa o esclavos”. De cualquier modo, de lo que tratan los festeiros y los vikingos es de dar cuenta de los cientos de litros de vino y kilos de mejillones que se regalan o venden en los puestos instalados al efecto, junto con sardinas, pulpo y empanadas.”

Una fiesta declarada de Interés Turístico nacional, que rememora algo que muchos parece que ven como normal en esas tierras del norte: las invasiones normandas. Pero lo que no saben muchos es que en el sur también se vivió una invasión de esas gentes bárbaras. En el año 844 unos 80 barcos vikingos se adentraron por el Guadalquivir, tras intentar invadir Asturias, Galicia y Portugal. Era la época musulmana y llegaron hasta Sevilla, donde el califa Abderramán II mandó tropas desde Córdoba, logrando derrotarlos. Hubo más incursiones por Andalucía hasta que sufrieron la última derrota en el 971, desechando la idea de conquista (que tal vez no tuvieran, sino solo la del pillaje momentáneo). Sin embargo algunos prisioneros, fruto de estas derrotas, se establecieron en nuestras tierras, influyendo incluso con sus costumbres culinarias (leche y derivados, como el queso) en algunas zonas del bajo Guadalquivir, aunque terminarán diluyéndose en la población autóctona. Mira que si triunfan. Cómo hubiese cambiado la historia.


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