domingo, 14 de agosto de 2016

La cripta o cueva de San Antolín, en Palencia


Hablaba el otro día en una entrada sobre un cuadro curioso, que en la catedral de Palencia podemos encontrar varias sorpresas. Una de ellas, que me llamó poderosamente la atención, fue la cripta de San Antolín, santo visigodo, patrón de Palencia, al que está dedicado el templo. Una monja nos hizo una visita guiada (con catequesis incluida) y nos explicó el monumento, relatándonos su historia. Y, tras separar el grano de la paja, y leer y contrastar varios textos (para saber más y recordar), explico la singularidad del lugar y el por qué de su interés.

Escalera de entrada a la cueva o cripta

Bajando por una escalera, a continuación del trascoro que encontramos en la nave central, llegamos a la cripta subterránea. Una nave abovedada con arcos fajones, dividida en varios tramos, nos lleva a otra, la original donde, cuenta la leyenda, se encuentran las reliquias del santo. Según se dice, el rey visigodo Wamba, las trajo desde Narbona, en el año 672 y edificó la iglesia de su ubicación.

San Antolín

San Antolín era un noble galo-visigodo que se negó a abrazar el arrianismo (versión del cristianismo con gran implantación en este pueblo germánico), y, por eso, fue ejecutado cortándolo en dos con una espada (de ahí que se le represente con la palma del martirio y la espada clavada en un hombro). Wamba mandó edificar un templo donde guardar las reliquias, ahora llamado cripta o cueva. Es de estilo visigodo, con arcos de herradura en sus costados y sosteniendo la nave, y tres transversales en lo que puede ser el ábside, el mismo tipo de arco que adoptó el arte islámico en Al Ándalus.

Nave de la entrada, con el pozo y el altar

La nave que nos da entrada es posterior, seguramente prerrománica. Es el añadido que mandó construir el rey Sancho III "el mayor" (Sancho Garcés III, del reino de Nájera-Pamplona), cuando, según cuenta otra leyenda, fue descubierta la iglesia visigoda de forma casual.

El templo visigodo, con sus columnas, arcos de herradura y parte de la techumbre

Esto nos dice: El rey estaba de caza y cuando fue a lanzar una flecha al jabalí que perseguía, éste se metió en una cueva (de ahí el nombre de cueva que también se le da a la cripta), no pudiendo darle muerte, porque se le paralizó el brazo de "forma milagrosa", descubriendo así el templo, abandonado en época musulmana y oculto tras la maleza. Prometió que si se curaba de la parálisis haría otro templo en agradecimiento. Eso cuenta la tradición.

Santa María del Naranco, Oviedo

Lo cierto es que el templo visigodo fue ampliado, cuando el rey navarro reconstruyo Palencia, alzando la catedral románica, que luego sería sustituida por la gótica que conocemos hoy, quedando pocos restos de la seo anterior. La nave que amplia hacia el oeste la cripta presenta características similares a varios monumentos prerrómanicos, como en la cámara baja de Santa María del Naranco, en Oviedo, y no es extraño pues el obispo que dirigió las obras era de Oviedo.

Columna románica del templo anterior, incorporada al gótico

Tiene ventanas y una puerta lateral (la original), en desuso, pues quedan tapadas por los cimientos de la actual catedral. El hecho de que existan indican que en otro tiempo no era un espacio subterráneo, sino a ras de suelo. En la nave hay un altar, varios objetos y la capilla con la figura del santo, antes de pasarse por el arco descentrado que nos lleva a la parte visigoda.

Puerta y ventana cegadas. A la izquierda arcos de herradura que abren paso al espacio visigodo

Esta parte, la original goda, es de gran interés. Es una pequeña nave con arcos de herradura cegados en ambos lados, lo que puede indicar que comunicaran en otros tiempos con naves adyacentes desaparecidas o que fuesen entradas laterales.

Arcos de herradura frontales y lateral cegado

El techo es de losas planas, no abovedado como la anterior nave, y está sostenido por tres arcos de herradura sobre dos columnas romanas reutilizadas, con capiteles visigodos con tosca decoración (incluyendo ensogados, tan característicos del prerrománico asturiano). Las dimensiones sugieren que no se usaba para el culto, solo para contener las reliquias. Y el techo apunta a que era la planta baja de un edificio de dos, cuya parte superior ha desaparecido. Esta parte es la joya más antigua y algo enigmática, pero un ejemplo hermoso del arte visigodo, tan olvidado.

El pozo del agua milagrosa

En la parte de la entrada encontramos un pozo con un brocal no muy antiguo, de donde sacan agua el 2 de septiembre, día de celebración del patrón, para los asistentes al templo, agua considerada milagrosa. Algo que nos entronca con el origen probable del templo, edificado en un lugar sagrado ya en tiempos romanos y seguramente anteriores (celtíberos), donde habría un manantial o caño de agua procedente de las filtraciones del río cercano, con una construcción apropiada, al que acudirían para obtener cura (material o espiritual) con su líquido elemento, consagrado por alguna deidad o genio de las aguas.

Lámparas en el techo de la bóveda. Al fondo Capilla de San Antolín

Eso ocurre en muchas partes de nuestro territorio, donde se levantan ermitas junto a fuentes y manantiales que, entes de que se consagrasen a las correspondientes vírgenes, ya eran venerados como ninfeos y habitáculos de los dioses y diosas de los cultos paganos presentes previamente a la imposición del cristianismo. Luego, el proceso de aculturación de estos lugares, para absorber su significado y su arraigo a la liturgia cristiana, favorecería la extensión de los nuevos cultos.

Detalle de los tres arcos de herradura sobre columnas romanas y capiteles visigodos

Existen restos de construcciones romanas en su entorno (incluso la torre de la actual catedral utilizó como cimientos una torre de la muralla romana). Historiadores hay que señalan la existencia de un templo pagano, reconvertido luego en paleocristiano, en este lugar. Algo que facilitaría la existencia de un "hilo conductor" en el carácter sagrado del emplazamiento. Y probaría que el hecho de que la iglesia se apropie de bienes que no son suyos, es algo tradicional en su forma de actuar. Nada nuevo bajo el sol.

Exterior de la catedral
Una extraordinaria sorpresa en la catedral, que nos permitiría, si usásemos el mismo razonamiento de quienes defienden la propiedad eclesiástica de la Mezquita de Córdoba (que es suya porque era antes una basílica visigoda, ya que en su solar hubo una posiblemente), decir que ese edificio que visitamos no es una catedral, sino un ninfeo, un templo que debería pasar a disposición del Estado, como heredero de los antiguos administradores del culto pagano. Jugosas consecuencias que no se darán, por supuesto. Pero que nos permiten esbozar una sonrisa al recordar el lugar.


2 comentarios:

José Miguel Santos dijo...

A esto se le llama sacar partido a una visita cultural. Enhorabuena por el artículo, he aprendido mucho al leerlo. Me encantó. Gracias.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Estas cosas que se te quedan grabadas y no te esperas al visitar una ciudad, hasta entonces, desconocida, hacen que la visita haya sido una buena idea. Luego está el momento de recordar y leer sobre lo que tienes cogido con alfileres, y es, entonces, cuando lo que intuías se muestra ante nosotros como un algo maravilloso: un recuerdo agradable que permanecerá mucho tiempo. Cualquier lugar, por muy poco famoso que sea, esconde rincones e historias interesantes, y que merece la pena conocer.

Gracias por leerlo y por tu valoración.