jueves, 5 de mayo de 2011

Instrumental sanitario

Como llevo una semana algo pachucho, he recordado que por ahí tenía guardada una cartera con parte del instrumental que usaba mi padre cuando estaba en activo como practicante. La he rescatado del olvido, pues es lo mínimo que dejó de sus "herramientas" de trabajo. Tenía más, pero mucho lo regaló a Lorenzo, un ATS (que también ha sido compañero concejal unos años en el ayuntamiento de Palma del Río), que vive en el barrio en que nos mudamos en 1981, y con el que tuvo cierta amistad. Otra parte se perdió entre juegos de niños o como herramientas para otros menesteres, como los bisturíes, las grapas, portaagujas, suturas, forceps... Algunas cosas, como por ejemplo una fresa o torno para limar los callos de los pies, pues también ejercía de cirujano callista, se desechó como otras cosas que no nos servían y estorbarían en el piso que compró en aquellos años. Una lástima, pues eran objetos curiosos, por la época a la que pertenecieron. Se salvaron estos y otros objetos, como una vitrina blanca donde guardaba estos útiles en su clínica. O una mesa de cristal, con dos "tableros". 


En esta primera foto vemos el material esencial: una jeringa de cristal de mediano tamaño y una caja donde guardaba las agujas. Estas jeringas no son como las actuales, desechables, de un solo uso. Las llevaba en una caja metálica, como la que se ve en al última foto, acolchada para protegerla de los golpes. En otra cajita similar la esterilizaba hirviéndolas, al calentarlas en la tapa metálica con un algodón empapado en alcohol, mientras la sujetaba con unas pinzas, para no quemarse. Lo mismo la jeringuilla que la aguja, claro. 


En la foto vemos diferentes pinzas o portaagujas, una jeringa metálica, unas tijeras desmontables (nunca he sabido por qué), que todavía uso, y un espejo de dentista, de esos que usan para detectar las caries de nuestras piezas dentales internas o ver por zonas que no se observan a simple vista. He dicho que mi padre fue también cirujano callista, y además, cuando no había medios y las especialidades médicas no estaban del todo definidas, ejerció de dentista. A mí me sacó una muela de pequeño, que se me había roto. Todavía conservaba el instrumental, la anestesia y la habilidad para hacer extracciones. 


Finalmente podéis ver parte de estos objetos, mínimamente ordenados, delante de la cartera de cuero que usaba para transportarlos, cuando tenía que hacer algún aviso en un domicilio particular, a donde se desplazaba andando o en bicicleta. Afortunadamente los tiempos han cambiado y mejorado, pero estas imágenes registran reliquias de épocas en que la sanidad era más artesanal. Y, posiblemente, también más humana.

10 comentarios:

Alfonso Saborido dijo...

Parecen instrumentos de tortura :-s mi madre tenía una jeringa de esas para cuando venía una señora que ni era enfermera ni nada , a ponerme inyecciones cuando vivía en el campo...

Alberto dijo...

Mejorate,
estoy seguro que lo harás
Ciao

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Pueden parecerlo, Alfonso, claro. A mí de pequeño de daban algo de miedo también. Ahora son recuerdos familiares, con su poquito de ternura, incluso.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Muchas gracias, Alberto. Eso espero, porque si no me esparan unas duras jornadas con la campaña electoral empezada, y, por qué no decirlo, con la Feria de Mayo en próximos días. No me gustaría verme cojeando y con la cabeza loca de ruidos internos, además de los de las casetas y las atracciones, ¡uf!.

A pasarlo bien el finde...

Anónimo dijo...

Hola Schevi. Espero que te mejores en relación a tu post previo sobre los acúfenos. Con razón tu comentario el otro día al despedirnos ("...pero bien jod...que estoy!!!"). Los instrumentos de tu padre y el maletín son una chulería. Consérvalos pues son de museo (aparte de la carga sentimental, lógicamente). Un abrazo para todos.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Gracias, pero ¿quién eres? He comentado a muchas personas lo fastidiado que ando ultimamente.
Respecto al instrumental, te haré caso. Pienso guardarlo.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Perdón, con la caraja, se me olvidó identificarme. Soy Antonio Díaz. Un abrazo de nuevo a todos

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

¡Ah!, así si, Antonio, gracias de nuevo. Un abrazo.

molinero dijo...

Hola Schevi, yo tengo el último tensiómetro que tuvo papá junto con el fonendoscópio. Es de esos que el aire se insufla con una perilla de goma. Si lo quieres como pieza de museo te lo llevo pues ahora uso uno electrónico, aunque todavia creo que funciona.
A propósito de acúfenos, yo también los tengo de vez en cuando, y según las audiometrías estoy perdiendo audición del oido izquierdo aunque levemente.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Pues si te lo quieres traer, lo guardamos con los otros instrumentos. Respecto a los acúfenos ya sé, por Pepe, que son herencia paterna. No somos los únicos que lo padecemos. Veremos si consigo al menos otros años sin recaída, con el tratamiento.