El lunes por la noche, mientras zapeaba en la televisión, me sorprendió que una de ellas hablase de unas explosiones en Estados Unidos. No sabía nada de eso o no lo recordaba como reciente. Vi que las imágenes eran de la CNN, así que me fui a este canal. Hablaron de varias explosiones en el maratón que se celebraba en Boston el Día de los Patriotas, un día festivo en ese país. No hubo en general interrupciones de las programaciones, así que decidí seguir "buceando" por más información entre los canales de lengua inglesa. Se vieron dos explosiones, e informaban de dos muertos y de más de cien heridos. Al día siguiente ya se contabilizaron tres fallecidos y decenas de heridos. Esa noche salió el presidente Obama a informar a la nación (a las 6,15 de la tarde en la capital estadounidense, las 0,15 horas en España). Era pronto para saber la causa de las dos explosiones, pero el que se desactivara un artefacto hacía pensar en un atentado. Más tarde se ha conocido que las bombas estaban en ollas de cocina. Incluso el que fueran de la marca Fagor era motivo de divagaciones: marca española para algunos, vasca para otros (volvíamos a los tiempos en que una cassete de la Orquesta Mondragón sirvió a algunos para atribuir los atentados del 11M en Atocha a ETA, un bulo que luego la Justicia tiró por tierra). Seguimos sin reivindicación de los hechos, aunque se haya detenido a algún sospechoso y haya algún muerto en enfrentamientos con la policía. A pesar de esta incertidumbre, el presidente Obama dio una lección de cómo afrontar una crisis así. Dando tranquilidad por estar al frente de la ayuda a los afectados, garantizando la seguridad, buscando la colaboración de todos e impulsando la investigación. Y sin engañar, ni difundir falsas pistas con intenciones partidistas. Algo muy diferente a la actitud del gobierno en los atentados del 11M aquí en España. Una vez más nos dan una lección de cómo hacer bien las cosas, cuando la tragedia nos sorprende.
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