Hace unos días comentábamos algo de la bodega, o, más bien, despacho de vinos a granel (pues allí no se producía, sino que se vendía vino), que había en la calle Ana de Santiago, en la casa que hacía esquina con la calle Alamillos, frente a la farmacia de María Luisa de la Cruz. Hoy día este edificio está demolido y sirve su solar de aparcamiento para los clientes de la farmacia que regenta en estos tiempos su hijo Luis. Esa bodega la veía mucho cuando iba con mi familia a la casa de mi tío Emilio, que tenía en esa calle, donde, además su mujer, la tía Carmelita, atendía una carnicería que tenían en una accesoria en dicha casa.
A la derecha mi tío Emilio, hermano de mi padre. A la izquierda Miguel Delgado, antiguo alcalde palmeño |
Eso me ha recordado otras bodegas o despachos que había en Palma del Río, donde se podía comprar el vino, además de servirse para su consumición en el establecimiento. Mi padre compraba vino de Montilla en el bar Gracia, el bar "de los novios", como se le conocía comúnmente. Un bar que frecuentaba por estar en la esquina de nuestra calle, la calle José de Mora, con la calle Feria. Nos lo servían en garrafas de cristal forrado, primero con mimbre y posteriormente de plástico, y yo muchas veces lo vertí, en la despensa donde las guardábamos, en las botellas que enfriábamos en el frigorífico para su consumo. Allí, además de la barra para el público, tenían las garrafas para servir para consumo externo. Y su nombre oficial derivaba de una bodega de Montilla, las Bodegas Gracia, de donde se surtía.
Había otra bodega en la calle Ancha, y unas fotografías que me pasaron hace tiempo, sirven para recordarla. Estas fotografías son de Antonio Elías Cid, y me las cedió su yerno, Juan Muñoz. En la primera se ve a Antonio en esa bodega de la calle Ancha el 25 de febrero de 1951, donde trabajó tras venir de Los Palacios (Sevilla) para ganarse la vida en Palma. Vemos las cubas del vino "V. García", además de disponer de barra o mostrador para servir a los clientes en el propio establecimiento. Algunas sillas "de tijera" indican que había veladores para sentarse la clientela a degustar los caldos. Y garrafas de pequeño tamaño colgadas nos muestran la forma de vender el vino a granel.
Manolo Lopera, el dueño del Bar Gracia, el de los novios, en el centro |
Había otra bodega en la calle Ancha, y unas fotografías que me pasaron hace tiempo, sirven para recordarla. Estas fotografías son de Antonio Elías Cid, y me las cedió su yerno, Juan Muñoz. En la primera se ve a Antonio en esa bodega de la calle Ancha el 25 de febrero de 1951, donde trabajó tras venir de Los Palacios (Sevilla) para ganarse la vida en Palma. Vemos las cubas del vino "V. García", además de disponer de barra o mostrador para servir a los clientes en el propio establecimiento. Algunas sillas "de tijera" indican que había veladores para sentarse la clientela a degustar los caldos. Y garrafas de pequeño tamaño colgadas nos muestran la forma de vender el vino a granel.
Bodega en calle Ancha, con Antonio Elías, tras la barra (1951). El del centro (brazalete negro) es Antonio Torres, suegro de mi hermano Roberto, junto a su padre |
Posteriormente ya tuvo un bar de su propiedad en la calle Nueva, en el número 28, de donde son las fotos de 1969. Un bar que mantuvo hasta hace no muchos años, pues recuerdo haber estado en él alguna vez, teniendo un patio trasero que daba a la calle Julia Pintor López. Hoy día ha sido sustituida la edificación por viviendas modernas. En su puerta, con una sencilla fachada, solo vemos un letrero redondo como una chapa, de una conocida marca de refrescos (entonces muy usados), además del luminoso con el nombre del bar y la publicidad de vinos de Montilla, cuya empresa seguro que se hizo cargo de su coste.
El bar de Antonio Elías, en la calle Nueva (1969) |
En este bar también aparecen, además de las botellas, el refrigerador y ya una cafetera (prueba de la extensión a otros productos de hostelería), los acostumbrados barriles conteniendo el preciado líquido de la zona de Montilla-Moriles. Seguro que siguieron vendiendo, no solo copas o medios de vino, sino también rellenando botellas o garrafas para consumo en el hogar por parte de los clientes.
Ojalá podamos comentar en posteriores entradas otros establecimientos de hostelería antiguos de nuestro pueblo, que conocí de niño y joven, y que merecen la pena ser recordados.
1 comentario:
Es digno de mención una pequeña banderola de metal que hay a la altura de la ventana de arriba, donde hay pintado un teléfono. Este distintivo era muy normal en la época para avisarnos de que el local disponía de teléfono público.
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