viernes, 20 de mayo de 2016

Nuestra feria de la infancia

Mi madre, de joven, con amigas en el Paseo (Archivo personal)
Hablar de las Ferias antiguas de Palma del Río es hablar, sí o sí, del Barrio de San Francisco y el Paseo Alfonso XIII. Desde que tengo memoria, las ferias se han celebrado aquí, lejos los tiempos en que tenía lugar solo en agosto la feria concedida por Juan II de Castilla en 1451, en la calle con su mismo nombre. El Paseo no estaba ni está ligado solo a la feria, ya que los aguaúchos (aguaduchos, según la Real Academia) funcionan desde la primavera hasta finales de septiembre, aunque algunos ya abran desde hace tiempo todo el año, con menor clientela.

El llano de San Francisco, con el Coliseo a la derecha y al fondo la torre de la parroquia de la Asunción. Foto desde la Harinera, de Miguel Santos Enríquez

El Paseo está junto a uno de los barrios populares de Palma, el barrio de San Francisco, nombrado por su antiguo convento franciscano. De niño íbamos a las azoteas de los pisos “blancos” (los de 1957), con compañeros de colegio, para ver el cine del Coliseo gratis. Los otros pisos, los del 18 de julio, se construyeron después y también alojaron a amigos de la infancia.

El convento y los pisos de San Francisco. Foto de Miguel Santos Enríquez

El Paseo de antaño ya no es el de hoy día. El autoservicio casi no existe. Quedan atrás aquellos tiempos en que se pedía en la barra y, cuando estaba el pedido, te avisaban para que te lo llevases. Se han impuesto los camareros, que toman nota y luego te sirven en mesa. Ya no se escucha, a viva voz o por los altavoces de los más adelantados, aquellos avisos de “¡Pepe, los calamares!”, “¡Belén, la ensaladilla!” Algo que permitía saber quienes estaban y, también de sus gustos culinarios. El tiempo avanza y, con él, las comodidades, cosa de agradecer, aunque añoremos el viejo sistema.

Antiguo quiosco de El Casino. Foto publicada por Saxoferreo

Todavía la parte central sigue de albero, algo bonito que aporta frescor, al ser regado cada tarde. Ideal para que los niños jueguen, con los padres en los aguaúchos, seguros de que no sufrirán percances. Eso ha condicionado nuestras ferias, pues hemos dispuesto de quioscos, que hacía innecesario el montaje de casetas. Sin embargo, éstas también se montan. Desde que yo recuerde, repartidas, como aquellas El cañaveral de los amigos, el Encuentro, las de los partidos políticos, La Bombilla, etc. También había dos casetas de obra, la de La Amistad y el Casino, además de los bailes del final: el Munster Club y la OJE. Y sin olvidar el quiosco de la música, donde tocaba la banda municipal. Luego, desde 1991 en un recinto propio en el llano de San Francisco, donde antes se montaban las atracciones (los cacharritos), que pasaron a la zona junto a la Chirritana. Casetas, muchas de ellas, montadas por amigos o asociaciones, solo por interés de pasarlo bien o recaudar fondos para sus actividades.

Mi tía Adelina con mi hermano Roberto y conmigo en los "cacharritos" (Archivo personal)

Casetas de tiro, tómbolas y otros puestos siempre han completado las atracciones. También el famoso Teatro Chino de Manolita Chen. En los años ochenta, en el Jardín Reina Victoria se celebraron conciertos, como aquel que presenté de Hilario Camacho. Ahora es donde los jóvenes se entretienen con el “botellón” todo el año, cosa que ha terminado prácticamente con las disco-casetas. Como también han dejado de instalarse algunas casetas tradicionales.

Mi hermana Sole de niña, con traje de gitana (Archivo personal)

Todavía recuerdo cuando el cine Coliseo España no cerraba en la feria. Incluso, desde que se construyó en 1932, se aprovechó para que actuasen los “cantaores” célebres (Juanito Valderrama, Marifé de Triana, Pepe Marchena, el Príncipe Gitano...), algo que daba color a las ferias y noches de verano. El cine lo compró el ayuntamiento en los años ochenta para caseta municipal, bar y zona para espectáculos del Área de Cultura, incluido cine de verano. Hoy día es el Teatro Coliseo, donde se desarrolla parte de la Feria de Teatro en el Sur y otras actividades culturales e institucionales. 

Mi tía Adelina y yo en un aguaúcho (Archivo personal)

De niños teníamos ganas de que llegara la feria de mayo. Mi madre nos llevaba a los cacharritos, y, si era posible, nos compraba algún juego en los puestos o un helado en el quiosco del Bollito o Los Valencianos. Otro sitio típico era el puesto de turrón, donde comprar, además, otras golosinas (garrapiñadas, tiras de coco, etc). Como también el quiosco de churros, cita con vecinos o familiares al volver a casa, para degustar las ruedas, o las patatas fritas artesanas. Y, una última mirada al interior del Bar Charneca, para ver las fotos de los toreros, especialmente de El Cordobés.

2 comentarios:

lurde dijo...

me encanta como me gustaria tener fotos antiguas de mi palma

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Muchas gracias. Las fotos son las que nos permiten no olvidar lo que somos y de donde venimos.