martes, 1 de noviembre de 2016

La necesaria refundación del PSOE


La última vez que escribí en este blog sobre la situación del PSOE fue en septiembre, tras las elecciones gallegas y vascas, y al inicio de la tormenta que ha significado el mes de octubre que acabamos de dejar atrás. Dimisión de miembros de la ejecutiva, comité federal de infarto, dimisión del secretario general, elección de una comisión gestora, nuevo comité federal e investidura de Mariano Rajoy con la abstención mayoritaria del grupo parlamentario socialista y con el voto en contra de una parte, contraviniendo lo acordado por el comité federal, con la previa renuncia a su condición de diputado de Pedro Sánchez, son los hitos de este maremágnum de acontecimientos en el que ha vivido el PSOE  en estos días.

En las entradas mencionadas anteriormente solo me equivoqué en la apreciación de unas más que seguras elecciones generales en diciembre, ya que la investidura del candidato del PP han despejado el panorama... por ahora, puesto que no son descartables elecciones en mayo del año próximo, si Rajoy no consigue apoyos para sus planes de gobierno (presupuestos, más recortes, reforma de pensiones...) En lo demás creo que no he estado demasiado desnortado. El PSOE sigue en horas bajas y aparece dividido en dos, según el devenir de los acontecimientos, que no en su estructura, ya dividido por las federaciones. Las malas maneras de "ambos bandos" están dejando por los suelos la imagen del partido.

El PSOE solo tenía dos caminos, a la luz de los resultados electorales de junio (mucho peores que en diciembre y mejores para el PP, desbaratando un posible acuerdo para un gobierno de izquierdas, pues los números no cuadraban): o votar no al candidato del PP (con lo que íbamos de cabeza a unas terceras elecciones que darían más votos y escaños al PP y menos al PSOE) o abstenerse para evitar elecciones. Esta última creo que era la menos mala opción. Mala por las consecuencias que ha traído de división interna más agudizada y por los ataques de los demás grupos. Y menos mala por permitir que haya tiempo con el que poder recomponer su situación interna. Lo negativo es la forma en que lo han hecho los antiguos sostenes de Pedro Sánchez, los que le han descabalgado de mala manera, y, para colmo, apareciendo como aliados de los poderes económicos, interesados en que repitiera Rajoy.

Pedro Sánchez quedó como víctima de una conspiración o golpe interno, pero con sus pasos posteriores ha demostrado ser no solo el "tonto útil" que habían creído quienes le auparon en las primarias y luego derrocaron al volar por libre, sino un personaje negativo para el partido, al que ha estado engañando sistemáticamente. En la entrevista de Jordi Évole del domingo se levantaron las cartas. Confesó que había pactado con Podemos, el PNV y los independentistas catalanes, a espaldas de la dirección, y al mismo tiempo que abandonaba el acuerdo refrendado por los militantes que participamos en la consulta del pacto con Ciudadanos, mientras en público insistía en el posible gobierno con las dos fuerzas políticas. Llegó a alabar a Podemos, arrepintiéndose de haberles calificado como populistas (¿qué los considera ahora, la verdadera izquierda?). Asumió las tesis "catalanista" de que España es nación de naciones, sin debatirla en el seno del partido (solo la asume por libre el PSC), abriendo paso a las tesis favorables al referéndum independentista (lo del "derecho a decidir" es un timo, si no se quiere la independencia no hace falta consulta, y, además, quienes lo piden no tienen reparos en llevan la pancarta de la independencia en sus manifestaciones) y propugnando una negociación unilateral con los independentistas. Incluso se planteó la abstención en la investidura, pero insistió en el "No, es no", cuando Rajoy pidió más compromiso, eso sí, sin debatirlo tampoco en los órganos del partido. El "bueno" de Sánchez declaró ser un maquiavelo, entre lágrima y lágrima.

En su declaración tras la renuncia al escaño habló de continuar su lucha "para refundar un Partido Socialista autónomo y alejado del PP, un PSOE abierto y unido, donde la militancia haga valer su voz en las decisiones trascendentes de la organización." Sus pasos en estos días demuestran otra cosa. Solo su deseo de poder, un poder que no pudo mantener, pero que quiere recuperar con el apoyo de los afiliados que se han enfadado con el curso de los acontecimientos. Se ha lanzado en una campaña para pedir congreso extraordinario y primarias de forma inmediata. Esta no es la refundación que yo he pedido desde este blog. Es solo un episodio más en la pelea entre dirigentes que tanto daño está haciendo al PSOE. Y sus confesiones en el programa Salvados nos hacen pensar que sus planes pudieran ser convertir al PSOE en una especie de sucursal más de Podemos. Algo que nos repugna a muchos, sobre todo por el trato que han dado al partido esta formación y sus líderes, humillando y maltratando al PSOE durante este año de interinidad en las negociaciones, e incluso aplaudiendo los insultos que, en el debate de la votación de investidura, profirieron los portavoces de ERC y Bildu.

Desde el "otro bando" tampoco lo están haciendo bien, precisamente. La postura de la gestora, órgano excepcional y transitorio, asumiendo algunas veces competencias de los órganos estatutarios les resta legitimidad y credibilidad. Pero, viendo su composición, no podía esperar demasiado rigor. El día en que fueron elegidos posaron muchos de sus componentes con una amplia sonrisa, algo que demostraba que nos encontrábamos más en una lucha por el poder, que por encauzar unas soluciones excepcionales y duras para un gran problema. Su misión es preparar un congreso, no dirigir el partido de "forma normal". Creo que ese congreso debe ser el de la refundación. Donde se debata sosegadamente un programa político y luego se elija la dirección que lo lleve a cabo. Sin prisas, pues hay tiempo (ya que no hay elecciones en diciembre, como era temible), pero sin pausa, no prolongando más de lo debido la provisionalidad.

Y eso debe hacerse en interés del partido, no de algunos dirigentes en concreto. He leído hace poco que Felipe González le dijo al presidente de la gestora, Javier Fernández, que él debía sacrificarse ahora, ya que Susana Díaz era el futuro. Se equivoca Felipe. Susana Díaz, la que promocionó a Sánchez para lo mismo, para que le preparase el camino a la secretaría general "en el futuro", no goza ya de buena imagen. Muchos han entendido los métodos que ha usado siempre para escalar en la jerarquía del partido, al ver lo ocurrido en estas semanas, y con ello se ha ganado la inquina de muchos afiliados. Para colmo, en la federación andaluza ya le están saliendo críticos, que incluso están recogiendo firmas para pedir un congreso extraordinario. Es de las pocas presidentas de comunidad autónoma que tiene el PSOE, pero no debemos olvidar que ganó las elecciones en Andalucía con menos votos y porcenaje que Griñán, el único presidente andaluz que ha perdido unas elecciones (que ganó el PP en 2012), lo que pasó es que el PP se hundió en 2015, quedando segundo, y la presidencia la mantuvo (había sido nombrada por Griñán, al dimitir) al conseguir los mismos escaños y por el pacto con Ciudadanos. Y, encima, en las pasadas elecciones generales el PP volvió a ser el partido más votado en Andalucía (el "efecto Susana" no funciona). No es buena candidata, y como secretaria general responde al perfil de interesados en su propio poder, ajeno a la realidad ciudadana, como ya comenté en anteriores entradas.

A pesar del negro panorama, no creo que el PSOE vaya a desaparecer, como les gustaría a populares y podemitas. El PSOE, además de militantes e historia tiene el mejor pegamento que existe en los partidos: el poder. No es como algunos grupos que han tenido que echar el cierre, porque tenían unas pocas alcaldías y algunos concejales. El PSOE tiene cientos de concejales, diputados provinciales, diputados autonómicos, tiene el gobierno de varias comunidades autónomas, consejeros, directores generales, secretarios... todo un aparato con el que conservar poder, y con ello, mantener viva la organización. La capacidad de unión que tiene el poder ya la comprobó el mismo Pablo Iglesias cuando se celebró (es un decir) el comité federal del PSOE del 1 de octubre y mandó (con la boca chica) romper los pactos con el PSOE: donde no gobiernan pero apoyan (Extremadura, por ejemplo) sí le hicieron caso los "suyos"; donde están en el gobierno y tienen consejerías, direcciones generales, concejalías, etc, le dijeron que ya se lo pensarían. Cualquiera les quita el poder. Pero ese poder, naturalmente, no debe servir para cualquier cosa.

La refundación que necesita el PSOE es tanto de líderes y estructura, como programática, empezando por el orden inverso al que lo he expuesto. Debe redefinir los objetivos de la socialdemocracia de la España del siglo XXI (y en la Europa contemporánea), para que esa parte de los ciudadanos que se consideran de izquierda y centro-izquierda tenga motivos para votar, pues otras fuerzas políticas responden a otras visiones más extremistas que no comparten. Y esos objetivos deben ser los mismos en todo el territorio nacional, sin privilegios ni errores nacionalistas de ningún tipo. No debe caer en la tentación del izquierdismo que ha predicado Pedro Sánchez, pues es la antesala a la fusión por absorción por parte de Podemos y su núcleo dirigente comunista. Los estudios de opinión reflejan esa necesidad. Como el PSOE ha perdido la credibilidad, y pierde apoyos de forma creciente, es necesario replantear muchas cosas esenciales. Y eso se hace con tiempo. Pero tampoco sin perder el tiempo. Ahí está el camino. Espero que quienes tienen responsabilidades cumplan como debe ser.

1 comentario:

Jesús Herrera Peña dijo...

Muy de acuerdo con tu artículo, Francisco Javier. Pero yo te voy a dar algunas claves para que lleguemos a entender eso de la matemática electoral endiablada surgida a raíz de las Elecciones General del 20-D 2015 y luego de las del 26-j del 2016.

Sí, Pedro Sánchez fue el líder socialista menos votado de la historia. Pero..., ¿por qué? Pues porque en este intervalo de tiempo ha surgido otro partido que intenta ocupar el espacio de la izquierda que, año tras año, lustro tras lustro, van dejando desértico los del PsoE.

A ti, que eres persona que proviene de esa otra formación a la que ellos y muchos de nosotros, la considerábamos más a la izquierda que el PsoE, te lo puedo decir con toda sinceridad; con toda confianza: El PsoE, desde que fuera gobernado por aquel encantador de sepientes que luego hemos sabido que era Felipe González, viene paulativamente, sin prisas pero sin pausas, abandonando las trincheras que siempre ocupó aquel centenario partido Socialista y Obrero.

Para no hacer más largo mi comentario lo adornaré con una microscópica demoscopia: Yo, que otrora fui militante de ese Partido Socialista, e incluso tuve un carguito de representación a nivel municipal, hace años que vengo percibiendo ese abandono de las trincheras de antaño.
Y así como el PsoE, año a año, se va escorando más hacia la tibieza y el centroderecha, así yo también me he ido alejando de él, hasta que últimamente, las ilusiones que tenía hace 30 años hacia aquel PSOE, las estoy concentrando ahora en el nuevo partido de
PODEMOS al que voto con entusiasmo y con esperanzas.

Ahora, por mera estadística, multiplica mi caso personal por equis de casos de gentes de izquierdas desencantadas, que se han dado cuenta del corrimiento ideológico de una formación política que hasta hace poco la situábamos en el espectro de las izquierdas, y te dará el resultado matemático de lo que está pasando en la actualidad. Y te dará la fórmula matemática para comprender lo endiablado de los resultados electorales de estos dos últimos intentos. Si con la abstención se dejaba investir al Marrano Rajao, ¡malo, malo! Si se dejaba que Pedro Sánchez se entendiera con Pablo Iglesias, ¡peor, peor; mucho peor!

Un cariñoso saludo, amigo.