La tumba de Antonio Machado y la polémica

La tumba de Antonio Machado ha sido objeto de polémica en los últimos días gracias a un artículo de Almudena Grandes, donde se criticaba que el ayuntamiento de Collioure la usara como “una estupenda fuente de ingresos”, siendo “una tumba pequeña, indigna, pobre, ajena, insignificante y sobre todo fría, muy fría, demasiado para un poeta que me ha hecho temblar de emoción tantas veces.” El alcalde de la localidad francesa, Michel Moly, le contestó también en el diario El País, aclarando el origen (“suscripción popular que se realizó en 1957 bajo el impulso de Pablo Casals y del Comité Antonio Machado de Collioure “) y el tipo de sepultura (“me adhiero plenamente al espíritu que presidió la elección del tipo de sepultura, esto es: la modestia que ennoblece el gesto y engrandece el símbolo.”). Y calificando de “injurias gratuitas” las palabras, creo, que dedica a los campos de internamiento cercanos al cementerio, donde “donde los franceses encerraron, como si fueran ganado, a los soldados del Ejército Popular de la República, esos hombres que afrontaron la derrota con los versos que el poeta había escrito para ellos, grabados en la memoria y en el corazón.”

Estoy en contra del artículo de Grandes, porque menosprecia, como dice el alcalde, el sentimiento de quienes dieron digna sepultura al poeta, de la misma manera que él vivió, de forma sencilla, humilde, pobre materialmente, pero rica espiritualmente. Tiene derecho a no gustarle (“para gustos, los colores” se dice en mi tierra), pero no a insultar a quienes tienen un sentido estético diferente al suyo. Sí entiendo, no obstante, la queja amarga por el trato dado por los franceses (no los vecinos de Collioure, sino la gendarmería y el ejército francés allí y en otros puntos fronterizos donde fueron recibidos quienes huían de la guerra civil española) a los exiliados. Es comprensible que ante la avalancha de refugiados, las autoridades francesas (que había declarado la neutralidad en el conflicto) intentaran frenar la entrada en su territorio, pero el trato dado fue en muchos casos inhumano. Y eso lo pasa por alto el alcalde galo en su respuesta. No hubiera estado mal que recordara el que muchos españoles se quedaron en su país, colaborando en la resistencia contra la invasión alemana durante la segunda guerra mundial y ayudando luego a su reconstrucción, tras la liberación, prefiriendo no volver a una España, que no fue liberada y que siguió bajo las garras de un régimen militar, de ideología fascista, como la que fue derrotada en esa guerra.

Por otro lado, el que esa tumba permanezca allí, no solo no nubla la imagen de un poeta universal, sino que sirve de recordatorio de que nadie está exento de sufrir cuando sobreviene una tragedia.