Esta semana han vuelto las lluvias. Tras un verano extremadamente caluroso, donde las precipitaciones han sido nulas. Después de un año seco, que rondaba la sequía, en el que los pantanos mermaban sus reservas. Nos dijeron que una tormenta tropical apuntaba por el oeste. La amenaza no se hizo realidad. Aunque las lluvias, las esperadas lluvias que inauguran el otoño, sí llegaron. Todos las celebrábamos: ya podríamos dejar a un lado el riego de los campos, tan necesario en los pasados meses. La naranja y los olivos mejorarán su producción, por esta aporte tan conveniente, tan oportuno.
Lo que no festejamos es lo que, además, nos ha traído. Andalucía y Murcia, el Sur y el Sureste se está viendo anegado por la cantidad de agua caída en tan poco tiempo. En la comarca de Antequera (Málaga) más de 8.000 personas han sido evacuadas, y una anciana murió en Álora. Todavía mañana estamos en peligro. Algunas veces "demasiado bueno" termina siendo malo. Nunca llueve a gusto de todos, elemental.
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