Hoy hemos conocido otra matanza, una de esas que de vez en cuando nos sobrecoge por su crudeza, por lo incomprensible, por su crueldad y el inmenso dolor que provocan. Ha sido de nuevo en los Estados Unidos. Un par de "chiflados" se han presentado en un colegio y han matado, sin piedad, a al menos a 27 personas, 18 de ellas niños. Estados Unidos sufre unas 30.000 muertes anuales ocasionadas por armas de fuego. Y, sin embargo, mantienen ese mito de la libertad basado en la posesión de estas armas, convirtiendo el pasado violento del Far West en una historia fundacional de la que sentirse orgullosos. Parece que liarse a tiros con tus adversarios es lo que más les gusta a los americanos, sobre todo si son de ideología conservadora. Incluso una asociación, la Asociación Nacional del Rifle, que presidió Charlton Heston, se creó para defender ese derecho a poseer armas, para cualquier fin: "defenderse" o hacer deporte. Los líderes de la extrema derecha de aquel país presumen de su gusto por las armas, y reivindican un derecho "de autodefensa", frente al Estado, al que aborrecen, por medio de las armas. La conocida líder del Tea Party, Sarah Palin, ha posado innumerables veces portando armas, tanto en fotos como en vídeo, y hasta diseñó una campaña para autopromoción donde se presentaba armada y sonriente. Dicen que defienden los valores familiares, pero los que usan las armas, como hoy, conculcan los derechos elementales de padres, madres y niños frecuentemente, al presentarse en colegios y descargar allí toda su munición contra todo ser viviente que encuentran. Esto, no obstante, no mueve las conciencias de quienes siguen exigiendo "el derecho a portar armas". Como en el lejano y salvaje Oeste.
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