domingo, 15 de junio de 2014

Los cines de verano de antaño, en Palma del Río


Ahora que ha llegado el calor en su máxima expresión, como si estuviésemos ya en verano, apetece recordar aquellos lugares que eran esenciales para pasar las noches cálidas de nuestra ciudad, como, por ejemplo, los cines de verano. Palma del Río tenía tres cines de verano en mi niñez y juventud: el Cine o Cinema Jardín, el Coliseo España y el Popular Cinema. 

En el centro destaca el Cine San Miguel, con el Cinema Jardín a su derecha, con las cabinas de proyección

El Cinema Jardín, se situaba junto al Cine San Miguel, en la Calle Alamillos. Se llamaba así, supongo, por las plantas que lo adornaban en la entrada y en el interior, unas enredaderas alojadas en celosías, creo que de color verde (si no me falla la memoria) muy llamativas. Era una terraza al aire libre que compartía máquinas proyectoras con el Cine San Miguel, que se volvían hacia cada local, según la temporada. La pantalla se colocaba en la parte más cercana a la calle Ana de Santiago.

El Cine San Miguel y el Cinema Jardín desde otra perspectiva, donde se ve el soporte de la pantalla

Fui pocas veces a este cine, que fue el primero que cerró. Recuerdo una vez a mi madre decirme que íbamos a ir “al cine de la sábana blanca”, cuando mi hermana Mari se iba allí con las amigas y queríamos acompañarle. Se refería a que nos iba a acostar temprano, así que mejor olvidarse de la película. Tal vez pensase en la fama que tenía de que en sus sillas de anea se criaban chinches, y no tenía ganas de correr el peligro de los parásitos, frecuentes entonces en las zonas más modestas.

El Coliseo España en los años 50

Otro de los cines, que duró más tiempo en funcionamiento, fue el Cine Coliseo España. En 1932 el ayuntamiento autorizó a Miguel Jerez y Jerez (médico titular y funcionario municipal) a la construcción de un “teatro de mampostería para espectáculos de verano”, cediéndole el terreno para ello en el Llano de San Francisco (La Segunda República en Palma del Río, 1931-1936, Juan Antonio Zamora Caro y Joaquín de Alba Carmona. Editorial Coleopar Ceparia). En su terraza se llevaron a cabo todo tipo de espectáculos: teatrales, musicales (del gusto de la época, como la copla) y, por supuesto, proyecciones de películas. También recuerdo alguna “Naranjá flamenca” (festival de los que se pusieron de moda en los ochenta) organizado por la Peña Flamenca La Soleá.

Publicidad en la revista Guadalgenil de los cines de la Familia Jerez. 1959.

Posteriormente a su construcción se edificarían los pisos del Paseo, desde los que vimos más de una película de las que se proyectaban en el cine (sobre todo las que no nos dejarían ver por la edad), en la azotea del bloque donde vivían compañeros del Colegio San Sebastián

Edificaciones donde se ubicaban los cines San Miguel y Cinema Jardín

El cine lo compró el ayuntamiento en los años ochenta para caseta municipal. Funcionó así algún tiempo, además de como bar y zona para espectáculos del Área de Cultura, incluido el cine de verano. Se ideó alguna fórmula de techarlo provisionalmente para su uso en invierno, pero finalmente se encargó un proyecto de teatro de nueva construcción, aunque reconstruyendo la primitiva fachada, como recuerdo de la anterior. Hoy día es el Teatro Coliseo, donde se desarrolla cada año parte de los espectáculos de la Feria de Teatro en el Sur, otras actividades culturales e institucionales, tanto públicas como organizadas por entidades privadas, y en contadas ocasiones se ha proyectado también cine. 

Popular Cinema (Foto de Lourdes Vergé)

El Popular Cinema, era también conocido como el cine de la Calle Belén. Fue el último cine de verano privado durante bastantes años, hasta que se cerró para edificar viviendas, como le pasó al Cine San Miguel, aunque éste estuviese abandonado durante bastante tiempo en espera de un proyecto que le diese uso (solo fue empleado por el ayuntamiento durante algunas ediciones de la muestra de murgas del Carnaval). En este cine de verano, recuerdo haber visto, por ejemplo la entonces muy popular “Fiebre del sábado noche” (1977), todavía sin ser mayor de edad, como la mayoría de los asistentes, por lo que al salir al inicio de la proyección la indicación de que estaba autorizada para mayores de 18 años, las carcajadas llenaron la noche veraniega como si de un magnífico gag humorístico se tratase. Nadie podía resistirse a la moda de la música discotequera que esta película impulsó entonces. También asistí a otras películas y espectáculos musicales allí. Así como nos “colamos” más de una vez, viendo la película desde la azotea de los pisos de la Calle Belén, donde vivía mi amigo Manolo Pérez, aunque con mayor distancia que en el caso del Coliseo.

Comunes a todos ellos, eran los “esenciales” servicios que prestaban al cliente. El puesto de pipas, chucherías, garrapiñadas, altramuces (chochos), por ejemplo, aunque también en los alrededores se instalasen comercios semejantes, la mayoría ambulantes, para surtir a los que iban a pasar allí la noche. Las pipas y otras chucherías, como las palomitas, parecen que están indisolublemente unidas a la contemplación cinematográfica. También había quien llevaba un botijo con agua fresca para que bebieran “a peseta la jartá”. Tal vez fue en el Cinema Jardín, donde lo hacía un tal Valdeón del que me han hablado algunas veces. 

Lugar donde estuvo el cine de Paco Castillo, antes una empresa de fabricación de terrazo y un taller

El uso de sillas de anea fue nota característica durante algún tiempo. De ahí que del Cinema Jardín se dijera que en ellas se criaban chinches. Algo que pasaría en los demás también. Luego se impuso el uso de sillas y sillones de metal, como las que se usaban en las terrazas de los bares. Los ambigús, para el consumo de bebidas y refrescos, también se fueron generalizando con el aumento del nivel de vida, recordando, por ejemplo, el de Rafael Nieto. En cada cine encontramos unos comunes empleados: operador, taquilleros, control de entrada, barrenderos (por las cáscaras de pipas y otros residuos), acomodadores (que hacían las veces de vigilantes para mantener el orden durante la proyección). Estos cines, como las salas de invierno, anunciaban sus películas, además de en los medios locales, como la Revista Guadalgenil, en las conocidas “carteleras” que había repartidas en diversos puntos del casco urbano, sustituyendo a las de las salas cerradas durante el verano. Y funcionaban con sesiones diarias, lo que les hacía más atractivos.

Las carteleras en la Plaza del Guardia (Foto de Lourdes Vergé) 

Habría que resaltar la importancia de los cines, y especialmente la de los cines de verano, en estos tiempos individualistas que vivimos. Eran un entretenimiento ideal y no caro para las noches calurosas, donde se cimentaba la amistad, la convivencia y las relaciones familiares. Un motivo para tomar un refresco, y salir a pasear. Nos ponía en contacto con el mundo que nos rodeaba, estrechando, al mismo tiempo, los lazos de vecindad. Un motivo de añoranza, repleta de emotividad. Algo que se perdió y se está perdiendo en otras partes, donde tienen a gala la conservación de estas instituciones sociales, como pasa en Córdoba capital.

El Paseo, desde el Quiosco de Manzano. Al fondo, las fachadas de los antiguos edificios, luego cine de Castillo (Foto de Francisco Muñoz Vera)

Los últimos cines de verano que hemos tenido en Palma, tras varios periodos de largos años sin nada, fueron el de Paco Castillo en la Avenida de Pío XII, cuyo solar ocupa hoy salón de celebraciones Reina Victoria. Y el que hubo en el lugar que alberga hoy día el Espacio Joven, en la Barriada del V Centenario, junto al Colegio Ferrobús.

Proyección de cine en Plaza Buenos Aires (Foto del Área de Juventud 2013)

El cine de verano se limita en la actualidad a las proyecciones que realiza el ayuntamiento en la temporada estival tanto en el Jardín Reina Victoria, como por diferentes barrios, donde hay plaza para las proyecciones. En ellas los vecinos se llevan su propia silla, sillón o tumbona para ver la proyección al aire libre. Y algunos hasta mesas de camping para degustar la cena o un tentempié, durante la película. Algo que nos recuerda aquellos gloriosos días en que disfrutábamos del séptimo arte en aquellas salas al aire libre, durante las cálidas noches del verano palmeño.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonito post.
¿Podrías poner fotos del exterior del cine jerez (Calle josé de Mora)? Si tienes foto de esa calle también me gustaría verlas, es una calle que me parece atractiva y no se como era antiguamente.
Gracias.

Mari Carmen Navarro Ruiz dijo...

Amigo, siempre elogio tu prodigiosa memoria para los recónditos recuerdos del pasado reciente y lejano. Nuevamente me veo obligada a ello con esta entrada que me parece magistral, además de estar cargada de un tierno costumbrismo que me emociona enormemente. Hay un detalle interesante y divertido para mí por la inocencia que desprende. Los cines nos servían, además, para algún beso a hurtadillas del chico que nos gustaba o el roce furtivo de su mano con la tuya. Jsjsjz. Te acuerdas?





Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Gracias, anónimo comentarista. De la calle José de Mora y sus edificaciones (el cine Jerez, sus viviendas, el bar de los Novios, la casa de Reina el de los huevos...) tengo pendiente un post especial, pues en esa calle viví desde que nací hasta 1981. Ya se publicará algún día. Paciencia.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

"Has visto un ciclo en televisión de cine en tiempos de Franco
yo soy aquel chaval que creció en la fila de los mancos.
Si un dedo acariciaba una pierna, un cuello, un sujetador
bramaba la temible linterna del acomodador.

Ella tenía catorce abriles en canal
sobre la rodilla rebeca para disimular.
Aquel sabor a chocolatina, a piel, saliva y sudor
la carne de gallina me pone en el corazón.

En pantalla Dalila cortaba el pelo al cero a Sansón
y en la última fila del cine, con calcetines aprendimos tú y yo.

Juegos de manos, a la sombra de un cine de verano.
Juegos de manos, siempre daban una de romanos."

Al terminar la entrada que comentas me acordé, ya tarde, de la canción de Joaquín Sabina "Una de romanos" de la que he reproducido parte de la letra. En ella se reflejan esos recuerdos de lúbricas y novatas sensaciones de las que hablas. ¡Aquellos cines! qué oportunidades nos dieron a aquellas y anteriores generaciones para vivir y aprender a ser mayores. Jajajaja. Gracias Mari Carmen. Muy oportunos tus recuerdos. Sueles conmoverme con tus palabras.

Miguel Jerez dijo...

Me ha encantado leer sobre el pueblo de mi Bisabuelo, Abuelo, y mi Padre. Muchas gracias por escribir estas líneas, alguna vez de pequeño creo que guía al cine de verano en Palma. El viejo cine de mi Bisabuelo lo visité ya medio en ruina allá por los 80. Un saludo

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Un saludo, me alegra que te haya gustado.