lunes, 4 de enero de 2010

Lluvias e inundaciones

En los últimos días estamos viviendo una de las épocas más lluviosas de los últimos tiempos. Con otras zonas de Andalucía, Palma del Río fue noticia por las inundaciones de varios pagos de huerta, concretamente en Pedro Díaz y La Graja, al desbordarse el río Genil, a su paso por estas tierras, dejando los naranjos anegados el día 22 de diciembre pasado. Días después las aguas del Genil volvieron a su cauce, pero las tierras siguen encharcadas, ya que sigue lloviendo con intensidad, con la única tregua entre noche vieja y el sábado 2 de enero. Solo en el año hidrológico que empezó en septiembre se han batido records de precipitaciones, acumulando actualmente más de 384 litros por metro cuadrado. Y sigue lloviendo y con perspectivas de continuar.

En febrero del año pasado comentaba las recientes inundaciones en nuestras tierras, tras una visita al mirador del Genil y el azud. Incluía un vídeo con los efectos de la crecida. No era mucho. La que hemos vivido en diciembre ha sido mucho mayor. Las obras que hizo hace años la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir han servido para evitar que el río entrase en el casco urbano, como pasó en 1997. Pero el ayuntamiento ha tenido que completar los diques con material de obra para evitar lo peor. Por suerte, la tregua en las lluvias del último fin de semana de diciembre sirvió para que el río dejase de amenazar, al bajar el nivel. Siempre tenemos motivos para quejarnos, aunque también los palmeños hemos conocido desde antiguo que el río acostumbra a entrar en los campos, muchas veces porque los hombres ocupamos con nuestros cultivos las tierras que pertenecen al río.

En la entrada de febrero pasado incluía también una fotografía de las norias de la Chirritana casi cubiertas por la riada, con algunos paisanos encima saludando. Es esta misma que vuelvo a reproducir y que es de un periodo entre 1937 y 1949. Se ven también los tejados de unas casas y del molino que se servía de las norias.


Ahora incluyo también esta otro fotografía, de 1935, donde aparecen las mismas norias, el molino harinero y una balconada sobre un muro (a la izquierda) que salva el desnivel de la orilla. Si la comparamos con la foto anterior, podremos apreciar la altura que alcanzaron las aguas al subir el caudal del río, que se ve a la derecha de la nueva foto, con el azud, en su nivel normal. En la anterior casi está cubierta la balconada (y todo el muro de contención), y la primera planta del edificio del molino, que tiene dos plantas más la parte donde se encauza el agua que sirve para mover el molino.

En el vídeo de febrero se puede ver el azud y el paso para las turbinas de la antigua electro-harinera, que sustituyó al molino movido por las norias. Todo esto quedó bajo las aguas en diciembre pasado, como sucedió en los años treinta, como podemos ver en la primera fotografía. Así podemos apreciar la altura que alcanzó el nivel del río, comparando con la segunda fotografía. Y es que, cuando empieza a venir agua, nada que hagamos los humanos le estorba. El agua, se dice por aquí, busca siempre una salida, su paso natural. Y los humanos, que nos empeñamos en ocupar ese espacio para apropiárnoslo, siempre tenemos que rendirnos al poder de la naturaleza. Y luego nos seguiremos quejando.

1 comentario:

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Ese es uno de los motivos de muchas inundaciones, MARÍA. Y por eso se producen ahora tantas desgracias. Antes la causa era la falta de regulación de los ríos, cosa que se fue solucionando con los pantanos. Incluso tenían efectos beneficiosos, irrigando y enriqueciendo con materiales de aluvión las tierras que se inundaban. En estos tiempos, la modificación del territorio, junto con la dejación en la gestión de los cauces, agravan los efectos de las riadas.

Sí, deberíamos reflexionar y tomar medidas.

Saludos.