Ayer se desataron las pasiones. Con pasión y tesón jugaron los eternos competidores. Todos desfilaron, todos en perfecta comunión deportiva. No hubo incidentes, solo fe, procesión, y profesión de fe en sus respectivos colores. Los once "apóstoles" de cada club hicieron lo que pudieron, hasta la auto-inmolación, hasta el sacrificio por el club y los devotos seguidores. Hasta el último minuto, con prórroga incluida, se entregaron en cuerpo y alma. Y al final el éxtasis místico, el cuerpo cansado y el alma volando, pero solo para uno de los contendientes.
Cada devoto de cada cofradía defenderá con ahínco milenarista que debería haber triunfado su club, su fe, su sentido para la vida, como si del apocalipsis, del fin de los tiempos, se tratase. "El fútbol es así", dirán los profetas. Solo uno pudo llevarse el santo grial, el cáliz real, la copa del rey. Y fue el Real Madrid, tras dieciocho años alejado del cielo futbolero. Al Barcelona le anularon un gol. Algún pecado debió de expiar, para ello.Tal vez la soberbia de su periplo ganador. Hoy toca penitencia, recogimiento, dolor de los pecados y propósito de enmienda. Queda la liga y la Champions, para alcanzar la gloria.
El Real Madrid también pagaría alguna culpa. Es lo que tiene triunfar, que algo de perdón debes pedir a alguien. Sobre todo si es en semana santa, claro. Porque mucha gente se desvió hacia el fútbol, en lugar de a otras actividades menos mundanas. Y la penitencia vino de la mano de Sergio Ramos, literalmente. De sus manos celebrantes se vino abajo el trofeo, el santo grial. Y cayó bajo las ruedas del autobús, camino de Cibeles, la diosa madridista. Algunos mal pensados echarían de menos a Guti, de sus manos nunca se habría caído ninguna "copa".
2 comentarios:
Aunque parezca mentira no había visto el atropello de la copa, ¡qué bueno! Al jugador que le ha pasado (no recuerdo quien me dijo que era mi marido) se ha cubierto de gloria, el tío.
Aunque a mí me interesa tanto el fútbol como la pesca de arrastre en el Báltico. El miércoles se reían de mí en el trabajo porque no me había enterado de que se jugaba la copa ésa por la noche.
Un beso
Se le cayó a Sergio Ramos, después de habérsela puesto en la cabeza de sombrero. No me pude resistir y hacer una broma del suceso. Yo tampoco soy muy futbolero, pero el mal tiempo invitaba a quedarse en casa y terminé viendo el partido.
Un beso.
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