lunes, 28 de septiembre de 2015

Elecciones en Cataluña


Como dije ayer la sangre no llegó al río, no hubo declaración unilateral de independencia, con lo que los ultras se quedaron con las ganas de pedir la ocupación militar de Cataluña. Cada uno hace su propia lectura de los resultados, según le interese. Lo cierto es que lo que solo han conseguido es que la sociedad catalana se haya dividido casi por la mitad en posturas enfrentadas. Una prueba de la "calidad" de la clase política que tenemos.

La candidatura de Artur Mas gana pero sin mayoría y con menos votos que los que no se llaman independentistas, a pesar de que le sumemos los de la CUP. Un fiasco monumental pues no consigue el apoyo plebiscitario que pedía, y además sacan peor resultado que sumando las fuerzas coaligadas en las anteriores elecciones de 2012 (que ya fueron malas, por cierto). Para colmo los de la CUP (extrema izquierda) ya han reconocido la derrota plebiscitaria y avisan que no le quieren de presidente, por algo son de ideologías contrapuestas aunque tengan el objeto común de la independencia. Lo tiene crudo el todavía "honorable".

El PSC sigue pagando la deriva nacionalista que sufrieron en época del tripartito. No consiguen recuperar voto obrero, aunque salven los muebles, sobre todo si esperaban peor resultado por el cisma sufrido en sus filas. Como siempre los votantes prefieren el original a la copia. Y Esquerra Republicana y Convergencia son originales. Algo preocupante de cara a las generales, donde los socialistas catalanes aportaban un buen número de votos, ahora perdidos.

Podemos sigue en plan suflé. Se ve que sus expectativas tras las europeas estaban infladas. Han sacado peor resultado en compañía de IU que el que tuvo esta coalición anteriormente. Se ve que el frenazo en las elecciones andaluzas no era algo aislado. En las autonómicas y municipales no fue el éxito tan  sonoro y, para colmo, llevan demostrando, tras los primeros cien días de gobiernos locales y regionales, que una cosa es predicar y otra dar trigo. Levantaron tantas ilusiones que ya se están olvidando de ellos a la vista del escaso rendimiento de su trabajo en las instituciones. Las caras de Pablo Iglesias y Bescansa eran el fiel reflejo de la progresiva desafección ciudadana. Y, de nuevo, no consiguen el sorpasso que pretendía su admirado Anguita, a pesar del fracaso del PSC. 

El PP sale severamente derrotado y tocado tras estas elecciones. El partido gobernante en España es la penúltima fuerza política catalana. Y eso que quisieron capitalizar el voto españolista con un candidato ultra, racista y bravucón. No se dan cuenta del daño que han hecho, contribuyendo desde el otro lado a la división en dos de Cataluña, para no conseguir nada. Hoy Aznar ha dado otro toque de atención a Rajoy, uno de los personajes más nefastos, junto a Artur Mas. Se creyó que amenazando iban a doblegar a los díscolos, convirtiéndose (junto con sus aliados mediáticos) en un magnífico fabricante de independentistas, al usar el nacionalismo español, frente al nacionalismo catalán, para ocultar los verdaderos problemas de los españoles (incluidos los catalanes): paro, pobreza, pérdida de derechos y libertades, precariedad laboral, emigración...

Ciudadanos ha sido la gran fuerza triunfadora, superando al PP con creces. Ellos sí que han sabido aprovechar el tirón anti-independencia. Acaparando votantes de otros partidos hartos de juegos florales. Se convierten en la alternativa al PP si sigue Rajoy mandando y con la misma política. Los temblores sacudirían ayer la sede de la Calle Génova. De ahí la colleja de Aznar. Hay elecciones en diciembre y este resultado debilita muy mucho al PP. 

Lo cierto es que nadie ha conseguido sus propósitos, salvo Albert Rivera, que, pasito a pasito, y por la mediocridad y miopía galopante de sus oponentes, se está ganando un puesto en el estrellato político español. Ayer su candidata, Inés Arrimadas, pedía la dimisión de Artur Mas y la convocatoria de elecciones. Algo probable, a la luz de las matemáticas parlamentarias. 

Por ahora lo que les queda es mucho trabajo. La dura tarea de recomponer la sociedad catalana, de negociar cambios que impidan la ruptura traumática a medio plazo. Mas dejará el cargo si su coalición quiere sumar votos en el parlamento para gobernar. Y Rajoy deberá cambiar el discurso, pues se está demostrando que no ha sido nada inteligente, a diferencia de sus homólogos británicos. Si hubiese permitido un referéndum, desde la legalidad, como hicieron éstos, con el resultado de ayer el independentismo habría sufrido una humillante e impactante (y democrática) derrota. Prefirió hacerse el duro, confundiendo la inacción con la firmeza, y ha conseguido el desastre. Lo dicho, una prueba de la mediocridad y poca calidad de nuestra clase política. 


No hay comentarios: