jueves, 4 de julio de 2013

Feria de Teatro en el Sur: Pequeños crímenes conyugales, Por casualidad y Patrimonio


Ayer tuvimos triple sesión de teatro. Bueno tuvimos más, pero nosotros asistimos a tres obras. La primera fue "Pequeños crímenes conyugales", del francés Éric-Emmanuel Schmitt, en la versión de la compañía de Manolo Monteagudo. Una obra de presentación sencilla, clásica, pero de temática compleja. Un matrimonio vuelva a casa tras el "accidente" del marido, que le ha causado amnesia. A partir del momento en que él empieza a recordar lo que pasó desde aquel fatal día, se pone de manifiesto el complicado mundo de la pareja. Engaños, filias, fobias, durante quince años de convivencia. Solo dos artistas en el elenco, sin artificios, sin efectos especiales, una representación de lo más clásica y poco vista en estos lares, como nos recordaba una de las componentes de la gestante asociación de espectadores. La gente, conociendo al director de la obra, esperaba reírse, pero no fue la risa el principal ingrediente. Sin embargo la tensión permanente, bien llevada por la actriz (Amparo Marín) y el actor (Javier Centeno), en ricos diálogos, cautivó al público, que aplaudió al final. No empezamos mal.


Posteriormente, antes de entrar en el Teatro Coliseo, la compañía de Marco Vargas & Chloé Brûlé, nos sorprendió con su danza en la entrada: "Por casualidad". Un estreno que, nos apuntan, está pensado para representar en lugares de tránsito. Danza contemporánea y flamenco, en breve e intensa ejecución.


Y concluimos nuestra ruta dentro ya del Teatro para ver "Patrimonio", de Teatro del Velador, la compañía de Juan Dolores Caballero (el chino). Un clásico de la Feria. Como otras ocasiones, entramos con el pellizco de pensar en qué nos iba a sorprender el chino. Sabemos de su teatro bruto, de su pasión por el grito y lo feo. ¿Qué iban a hacer? El nombre nos lo aclara. Con motivo de haberse declarado por la UNESCO el flamenco como "patrimonio inmaterial de la humanidad", una compañía flamenca hace una gira patrocinada por las autoridades europeas para dar a conocer el flamenco, la sardana y los castells. Pues también esto último entró en el mismo lote. De esta manera, un presentador catalán se enfrenta a los miembros de la compañía (fundamentalmente gitanos) en una alocada representación que termina rifando un jamón con el que iban a agasajar al delegado de la UNESCO. El elenco demuestra saber bailar y cantar, además de interpretar con evidente vis cómica, algo que el público agradeció. Para mí, empero, fue algo larga. Podría haber estado mejor de durar menos de la hora y media larga con que nos retuvieron en el teatro. Sin embargo no salimos defraudados por este estreno. Tal vez no llegue a pasar a la historia de la compañía ni del teatro en general, pues no es nada excepcional, pero gustó. De lo que sí estoy seguro es de que más allá del Ebro no creo que sean contratados.

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