Este año se conmemora el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes (hoy) y el de William Shakespeare (mañana, o tal vez a primeros de mayo (según el calendario gregoriano), aunque se da por cierta la fecha del 23 si nos atenemos al calendario juliano). Ambos dos monstruos de la literatura universal. Desde hace años la semana que coincide con estas fechas (más bien por el fallecimiento del inglés) se dedica a la lectura, y el 23 de abril de cada año se conmemora el Día del Libro, una festividad implantada por la UNESCO para fomentar la lectura. En todo el mundo, entre hoy y mañana, Cervantes y Shakespeare son protagonistas de numerosas celebraciones. En Palma del Río también, con la Feria del Libro, que empezó el martes pasado y termina mañana, incluyendo, además de las presentaciones de libros de autores palmeños, el homenaje al poeta local Rafael Espejo y una lectura del Quijote, por políticos, alumnos de centros docentes y ciudadanos en general. He leído algunas cosas de Cervantes y otras de Shakespeare, no todo. Reconozco que me queda mucho por leer, pues he preferido siempre los prosaicos ensayos a la ficción. Ambos son considerados clásicos imprescindibles, pues a través de su obra literaria, nos han presentado los valores y las miserias esenciales del ser humano. Dejándonos de polémicas, nacionalistas en muchos casos, de quién es mejor que el otro, y también apartando a un lado las tonterías de quienes han pretendido usarlos como bandera política, como cuando el año pasado quisieron hacer campaña con el supuesto descubrimiento de los restos mortales del español, hoy sus figuras se merecen un espacio, por pequeño que sea, en nuestras páginas.
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