- Lo han montado dos jóvenes en la localidad valenciana de Cullera.
- Si el insulto es "original y divertido", invitan a una consumición.
Se veía venir. ¿Se acuerdan de las palabras de Arias Cañete sobre los camareros y el contrato que proponía el PP para los inmigrantes para las elecciones generales del año pasado?: "Aquellos camareros maravillosos que teníamos, que le pedíamos uno cortado, un nosequé, mi tostada con crema, la mía con manteca colorada, cerdo, y a mí uno de boquerones en vinagre y venían y te lo traían rápidamente y con una enorme eficacia". "La mano de obra inmigrante no es cualificada. Ya no hay camareros como los de antes" .
Pues fíjense, que "maravillosos" nos han salido estos inmigrantes polacos de Cullera, que dejan insultar a sus camareros. "Mi tostada era con manteca colorada, ¡so cabronazo!", podrá decir Arias Cañete cuando esté de vacaciones en la costa valenciana, ese paraíso ideal para dirigentes del PP, sobre todo los imputados en el caso Gürtel. Además, así podrán cumplir sus promesas de empleo para los inmigrantes que llenaron el mitin aquel de Camps y Rajoy. Los colocan de camareros en ese bar y luego se desahogan los líderes peperos insultando a los que contrataron, que para eso ellos cumplen, oiga.
Esta moda que se ha impuesto en medios de comunicación, sobre todo en las televisiones, de "insultarse a grito pelao" (veánse programas de tv tan "educativos" y "educados" como La Noria, Donde estás corazón, el programa de Ana Rosa, 59 segundos....etc., u oigan espacios de radios, como las tertulias de políticos o periodistas, donde el nivel de decibelios nos hace bajar el volumen de nuestros receptores) se está trasladando a la vida cotidiana de forma alarmante. Las tradicionales discusiones en los bares, tan españolas ellas, donde estábamos acostumbrados a "arreglar el mundo" con el codo hincado en la barra y el carajillo, la cerveza o el vaso de vino o de wisqui en la otra mano, se están covirtiendo en este tipo de tertulias tan parecidas en el fondo y en la forma a una escena de sofá "Gran Hermano".
Ahora, por la crisis, se nos permite incluso traspasar la frontera de lo que antes era un tabú: meterse con el camarero, con insultos. Antes teníamos derecho a exigir que se nos atendiese según nuestra dignidad y posición ("el cliente siempre tiene razón"), ahora podemos vapulear a quien nos sirve. Es otra vuelta de tuerca, en tiempos tan neoliberales como éstos. Pronto, algunos dueños de los bares, junto al periódico del día, nos ofrecerá un látigo con el que fustigar a los camareros, aunque se nos atienda correctamente, aunque nos traiga la "tostada con manteca colorada". Y volveremos a las formas serviles de la esclavitud. Yo, como no soy Arias Cañete, propongo que si alguien quiere ofrecer este "servicio" en su establecimiento, no lo emplee con los camareros, sino que lo haga con el empresario. "¿Donde está el dueño?. ¡Oiga, hijoputa hostelero, que la sopa está fría!". Al menos no incurriremos en injusticia social.
Pues fíjense, que "maravillosos" nos han salido estos inmigrantes polacos de Cullera, que dejan insultar a sus camareros. "Mi tostada era con manteca colorada, ¡so cabronazo!", podrá decir Arias Cañete cuando esté de vacaciones en la costa valenciana, ese paraíso ideal para dirigentes del PP, sobre todo los imputados en el caso Gürtel. Además, así podrán cumplir sus promesas de empleo para los inmigrantes que llenaron el mitin aquel de Camps y Rajoy. Los colocan de camareros en ese bar y luego se desahogan los líderes peperos insultando a los que contrataron, que para eso ellos cumplen, oiga.
Esta moda que se ha impuesto en medios de comunicación, sobre todo en las televisiones, de "insultarse a grito pelao" (veánse programas de tv tan "educativos" y "educados" como La Noria, Donde estás corazón, el programa de Ana Rosa, 59 segundos....etc., u oigan espacios de radios, como las tertulias de políticos o periodistas, donde el nivel de decibelios nos hace bajar el volumen de nuestros receptores) se está trasladando a la vida cotidiana de forma alarmante. Las tradicionales discusiones en los bares, tan españolas ellas, donde estábamos acostumbrados a "arreglar el mundo" con el codo hincado en la barra y el carajillo, la cerveza o el vaso de vino o de wisqui en la otra mano, se están covirtiendo en este tipo de tertulias tan parecidas en el fondo y en la forma a una escena de sofá "Gran Hermano".
Ahora, por la crisis, se nos permite incluso traspasar la frontera de lo que antes era un tabú: meterse con el camarero, con insultos. Antes teníamos derecho a exigir que se nos atendiese según nuestra dignidad y posición ("el cliente siempre tiene razón"), ahora podemos vapulear a quien nos sirve. Es otra vuelta de tuerca, en tiempos tan neoliberales como éstos. Pronto, algunos dueños de los bares, junto al periódico del día, nos ofrecerá un látigo con el que fustigar a los camareros, aunque se nos atienda correctamente, aunque nos traiga la "tostada con manteca colorada". Y volveremos a las formas serviles de la esclavitud. Yo, como no soy Arias Cañete, propongo que si alguien quiere ofrecer este "servicio" en su establecimiento, no lo emplee con los camareros, sino que lo haga con el empresario. "¿Donde está el dueño?. ¡Oiga, hijoputa hostelero, que la sopa está fría!". Al menos no incurriremos en injusticia social.
11 comentarios:
Vi ayer la noticia y dejé un comentario por ahí (paecido a eso del látigo que dices). Luego pensé que sería mejor si se permitiera piropear al/ la camarer@: ¿quién no se ha quedado con las ganas de hacerlo? Y luego, que a nadie le amarga un dulce
(idea en patente: no plagiar)
¡Salud!
¿Y para cuando poder insultar a sus señorías en diPUTAcion o a los "consellers" de la Generalitat?.
¡Cabron, que bien te sienta ese traje! o ¡Tu puta madre estaría contenta, vaya chanchullos te montas!, por ejemplo. ¿Para cuando?.
Bienvenido por aquí Gustavo. Me parece buena idea lo de permitir piropear a la camarera (sería mi caso), es incomparablemente mejor que lo de los insultos. Lo malo es que contaríamos con la oposición feminista (cosa que no he entendido nunca: que digan algo bueno de ti, y lo consideren como un insulto...en fin). Te reconozco la patene, ¿eh?. Un saludo
Aprendiz, seguro que Arias Cañete no ve eso bien. Lástima.
Y ya puestos por que no montan un ring al lado de los servicios y mientras te cagas en los muertos del camarero lo inflas a hostias.
Joeeer.
Antes era mas divertido cuando las hostias se las pegaban los clientes discutiendo por el futbol.
Se estan perdiendo muchos buenos valores amigo schevy.
Hombre, desertor, lo de darse hostias no está muy justificado. Las peleas de fútbol no me gustan que se encabriten y que llegue la sangre al río. Siempre es mejor una buena disputa dialéctica, con ingenio, elegancia, donosura y un pelín de mala leche, con ironía. Eso sí prefiero que se insulte la clientela entre sí, y no al pobre empleado, aunque sea foráneo, como le gustaría a cada pepero. Mejor "juegos florales" que crispación. Por cierto, que un "desertor del batallón" prefiera inflar a hostias a alguien ¿no parece contradictorio?.
Un saludo y a ver si nos conocemos.
Aunque te parezca mentira, nunca le he pegado a nadie. No me gusta la violencia ni un pelo y lo de desertor es por que no hice la mili. Creo que tu tampoco.
Pero como he sido camarero casi toda mi vida, lo de pegarle al camarero no va conmigo, ya tienen bastante con lo que ya tiene que aguantar:
Humos del tabaco de otro, escupitajos en el suelo que tienes que fregar, vomitonas en los servicios cuando no se cagan o se mean fuera. Vamos pa escribir un libro.
Saludos
¡Ah no, Schevi! Yo me refería a camareros de ambos sexos: así todo el mundo puede elegir, y así, yo, sin ser gay, me podría dar el lujo de llamarle a un camarero "guapo" sin que se pensara que quisiera ligar con él.
Desertor, no pensaba que quieras pegar a nadie, era ironía la pregunta, claro. Tienes razón: ya tienen que aguantar los camareros "lo suyo" con la clientela, que por lo general se cree con derecho a todo por estar al otro lado de la barra. Lo que quería decir es que tampoco deben llegar a las manos lo clientes entre sí, no que la paguen con el empleado. Y es verdad, no hice la mili, soy objetor de conciencia, porque siempre he pensado que era mejor un ejército profesional, ya que no podemos prescindir, por realismo, de los ejércitos.
Gustavo, así lo entendí, con los dos sexos. Pero yo matizo en mi caso, inclinándome por camareras, claro. Por supuesto que cualquiera puede piropear a quien quiera, sea del sexo que sea. Lo malo es que el piropo está desprestigiado, precisamente por las feministas, y eso es lo que digo que no llego a entender...salvo porque la mayoría de las feministas radicales que he conocido siempre eran más feas que picio, y nadie se hubiera atrevido a piropearles, claro.jajaja!
¿Quién era Picio? ¿Era realmente tan feo? Se podría discutir en la parcelilla. ¿Porqué las feministas radicales son feas? O quizas ¿Sera que las feas terminan siendo feministas radicales? Les parece mal que el resto de las mujeres nos maquillemos porque ellas no tienen arreglo o es que no parecen tener arreglo porque no se maquillan.
Montón de interrogantes, anamari, que intentaremos resolver en la parcelilla, seguro. Mañana, las respuestas en el blog...hasta lo de Picio. ¿Quién será?
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