sábado, 5 de marzo de 2011

Calle Cigüela a mediados de siglo XX

Esta imagen es una fotografía del archivo de Miguel Santos, mi suegro, también conocido como Santos el cartero, fotógrafo y administrativo de la Cooperativa de Regantes, antes de su jubilación. Aquí vemos la Calle Cigüela desde el Sur, entrando por la Calle Ancha. Ésta era una de las calles trazadas en el siglo XIV, casi paralela a la Calle Feria (más bien forma un arco rebajado), también orientada de Norte a Sur, y de mayor longitud. Una similar aparece en la publicación “Palma, un paseo único” de El Periódico de Palma del Río, álbum en colaboración con Saxoferreo, original de Jiménez y Linares, de principios de los sesenta


La foto que expongo debe ser algo anterior, de finales de los cincuenta o muy primeros sesenta, pues todavía se conserva el cierre del balcón de la planta alta de la casa siguiente a la que tiene la publicidad de Philips, que, por cierto, aquí aparece en planta baja y en la foto posterior está en la alta, para verse mejor. Esta casa es la de “El Cuco”, uno de los hermanos Ruiz, que vendía electrodomésticos y era (y la empresa sigue siendo) distribuidor de gas butano. Más tarde modificó la planta baja para modernizar la tienda, aunque poco éxito a la vista de los artículos que todavía se pueden ver expuestos en su escaparate, como unas lamparillas de mesita de noche, que hemos visto durante años o una yogurtera, sin vender.

En esta imagen vemos las típicas casas con ventanas en planta baja con grandes rejas, y ventanas o balcones sobre la puerta principal, propias de la arquitectura popular que dominó en Palma, hasta la aparición de la arquitectura moderna en los años sesenta y setenta. Balcones, ventanas y rejas que sobrevuelan la calle o que directamente ocupan la acera en la planta baja, permitiendo la visión en perspectiva de frente y a ambos lados, con lo que se hacía preciso algún medio de protección, siendo las celosías de madera los más usados, como es el caso de la ventana de la izquierda de la foto.

Muchas de estas casas desaparecieron en los sesenta y setenta, como decía antes. En la esquina con la Calle Barbera, entonces Teniente Molero, por Antonio Molero Ruiz de Almodóvar (muerto en la División Azul), vemos unas casas típicamente populares de dos plantas que serían derribadas en los sesenta para hacer el primer “rascacielos” de Palma, con 8 o 9 plantas (no recuerdo ahora) (compruebo que, en realidad, son planta baja, 6 plantas de vivienda y azotea, con vivienda en ático), y con ascensor, que de niños subíamos (con el lógico enfado del portero del edificio) para llegar a la azotea y ver una perspectiva diferente del pueblo, desde el edificio más alto. Hoy es un monumento a la fealdad y el mal gusto, pues por sus dimensiones hace difícil y cara su conservación exterior, además de mantener en una umbría permanente a parte de esta calle con solera. En la otra esquina, siguiendo por la izquierda hacia el fondo, la casa que sería el comercio de Las Puritas, local bullicioso siempre, que ha respetado, aunque sea mínimamente la estructura original, solo alterada por la necesidad de abrir amplios escaparates en la planta baja. Al fondo, también a la izquierda, se ve la parte trasera del Hospital de San Sebastián con su gran ventana enrejada, que todavía existe. El edificio intermedio fue sustituido por el correspondiente bloque de pisos tan en boga en la época del Desarrollismo, del que otras veces he hablado.

Volviendo a la vertiente derecha de la calle, tal como la vemos en la fotografía, la señora del delantal aparece en la puerta de la casa de “El Cuco”. Esta fachada, salvo la parte de la tienda, mantiene en nuestros días su apariencia de entonces. Todas las edificaciones siguientes, hasta la esquina con la Calle Sánchez, han desparecido, salvo una, creo. La casa del balcón con el cierre acristalado corrió la misma suerte que muchas otras desgraciadamente y ahora hay un edificio de Telefónica, para sus aparatos de telefonía automática. Otras fueron derribadas antes, y en su lugar se edificaron bloques de pisos, como el que tiene la planta baja algo retranqueada, tal vez con la intención de facilitar el acceso a las cocheras en un tramo bastante estrecho de la calle, y que albergó uno de los pubs de más solera en mis años mozos. Algún solar queda aún sin edificar tras la entrada implacable de las máquinas excavadoras. Es el caso de la última casa, que hace esquina, y que vemos en la sombra. La anterior, también con abundancia de ventanas y balcones, era la casa donde estuvo la Notaría de Don Lionel Fernández Huertas (como para olvidar semejante nombre), que fue derribada junto a la que hace esquina con Calle Sánchez.

La Calle Sánchez, antes llamada Calle Ruiz y Navarro, tenía un rótulo de cerámica a la entrada con sus retratos, adornado con el yugo y las flechas. Éstos fueron palmeños muertos en la Guerra Civil. Unos amigos de juventudes comunistas, en los años de la transición decidieron acabar una noche con el cartel de exaltación de los mártires del franquismo, a base de martillazos. No se hablaba todavía de la ley de la Memoria Histórica y sus medidas. Fue tal el estruendo que los vecinos asustados llamaron a las autoridades y tuvieron que dejar apresuradamente sin terminar su misión. En el juicio les preguntaron, según me contaron, que si sabían cual era el símbolo que pretendían romper. Ellos contestaron que era el emblema de Falange. Y el togado les replicó airado que eran las armas de los Reyes Católicos. Yo les indiqué que sí, que originariamente fue símbolo de la unión de los dos reinos que regían Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, pero que en el rótulo estaban por ser emblema de FE y de las JONS. No se recuperó el mural original. Frente a esta vía la calle San Sebastián sirve de unión con la calle Feria en el lugar del conocido Hospital medieval. 


Más adelante, pasada la confluencia, estaba, tras otra vivienda, la casa donde estuvo instalada la centralita de Telefónica, la única empresa de telefonía de la época. En la entrada de la vivienda, a la izquierda, se pasaba a una habitación donde una señorita, creo que apellidada Canto, ejercía de telefonista. Sentada frente a un panel y una mesa, iba conectando a los abonados con los otros con quien se quería hablar, insertando un cable con una clavija en el apartado del número correspondiente. Al descolgar el auricular esta señorita preguntaba siempre “¿número, por favor?”, y se le indicaba el del abonado con quien queríamos hablar. El de nuestra casa era el 14, “uno cuatro”, decíamos siempre, para no confundir. No hace mucho que esta casa quedó deshabitada, al fallecer esta señora, que fue la última moradora y que vivía sola. Creo que era familiar de un practicante que estuvo casado con una cuñada de mi padre, por parte de su primera esposa, y que vivieron muchos años en La Puebla de los Infantes, en la sierra norte de Sevilla, hasta que se fueron a Valencia. Cuando empezó el servicio automático, la compañía trasladó sus instalaciones a un bloque de los que se construyó al derribar una de las casas tradicionales de la margen izquierda, casi a la entrada por la calle Ancha.

Frente a la casa de la Telefónica estaba otro de los famosos inmuebles de la calle. En él estaba la Botica de Currito. Currito, o Curro, de nombre Francisco López Rodríguez, era familia de la primera mujer de mi padre, y su padre “desapareció” durante la Guerra, siendo cuidado en su niñez por otros familiares. Era ésta una botica pequeña, propiedad de las hermanas Leocadia y Carmela Chacón, en cuya oficina principal de la Calle Portada mi padre pasaba mucho tiempo prestando servicios y participando en las tertulias de la rebotica. Currito es persona simpática y amable, siempre servicial, y todavía lo vemos mucho con su mujer, y nos saluda con su voz risueña y nerviosa de siempre, a pesar de sus casi 80 años. Me encantaba ir a por los medicamentos que recetaban a mi familia pues su atención era estupenda y alguna vez podía incluso traerme una caja de pastillas Juanola. Muchos palmeños le agradecen que les sirviera con discreción los profilácticos que necesitaban, teniendo en cuenta que en aquella época no estaban bien vistos, que digamos. Fue nombrado Hijo predilecto de Palma del Río en junio de 2000, por sus muchos años al frente de esta farmacia y por ser también largo tiempo el masajista del club de fútbol local. El edificio que albergaba la botica fue, como muchos otros, derribado para situar allí otro más moderno. No se ve en la foto, pero no me he podido contener las ganas de citarlo, pues forma parte de una etapa entrañable de mi vida relacionada con la calle Cigüela a mediados del siglo pasado, momento que la imagen refleja perfectamente en una escena cotidiana de la época.

12 comentarios:

Mari Carmen Navarro Ruiz dijo...

¡Enhorabuena! Me ha encantado tu entrada dedicada a una calle que tan unida está a mis recuerdos de infancia en los años a los que te refieres. Elogio tu memoria, que es magristal, desde luego, aunque también recordaba yo a D. Lionel Fernández Huertas y sus dos hijos, éstos últimos -con perdón- por sus prominentes testas, a las que se les asignaba la inigualable inteligencia de la que presumían, habida cuenta de las calificaciones que obtenían en el colegio (uno de ellos, Lionel hijo, estaba con mi hermano en clase). Mi abuelo, "El zapaterillo", al que quise y quiero con pasión y a quien me encomiendo siempre para que me ayude en los duros momentos (a pesar de llevar 30 años en la vida futura), así como mi abuela, mi madre y su costura, mis primeros amores, mis amigos (entre los que te hallas sin duda), mis primeros besos de enamoramiento, mis sueños de futuro, mis lágrimas adolescentes, mis ansias de volar... Todo eso está en los resquicios que permanecen impresos en los recovecos de ese barrio. Gracias por traer tanto bueno a mi corazón.

Octavio Junco dijo...

Quisiera completar el censo de viviendas de las dos evocadoras fotografías de la calle Cigüela (antiguamente Cijuela, por la pequeña cija de ganado que debió de existir en la esquina de la calle Cuerpo de Dios). Tomo como referencia la segunda foto.
En la casa de la derecha, la casa-vivienda y panadería de Mercedes Morales, Viuda de Mariano Esteve. A continuación, la de “El Cuco”, seguida de la Viuda de Villarejo, madre de Magdalenita Villarejo. Seguidamente, la de Ángeles Morales, madre de Martín Morales, y la del médico Manuel Uceda, que antes fue casa de Enrique Aguilar y su familia, los Aguilar Rodríguez.
En la acera de los impares, la primera casa que se ve es la de los hermanos Manuela y Juan Ruiz, y a continuación, ya en la esquina de la Calle Barbera, donde hoy se alza el espantoso edificio con pretensiones de rascacielos, estaba la preciosa y antigua taberna de Espejito, un modelo de taberna andaluza tradicional.
¡Ay, la taberna de Espejito! No logro explicarme cómo en la fachada de esa casa (o en alguna de enfrente) no figura una lápida que recuerde la existencia de la taberna de Espejito, glosada por Camilo José Cela en su libro “Primer viaje andaluz”.
Hace unos diez años, un grupo de alumnos del Instituto dirigió un escrito al Sr. Alcalde proponiendo tal iniciativa, pero... ¡ni flores! Quiero decir que no merecieron respuesta alguna, lo que nos dolió, porque un pueblo debe hacer acopio de todo aquello que lo singularice.
Saludos.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Gracias, Mari Carmen. De esta parte del barrio ya escribiré algunas cosas más, como siempre, gracias a fotografías antiguas que tengo. Así que queda todavía más ejercicio de memoria y nostalgia. Me alegro de que te haya gustado.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Amigo Octavio, gracias por la ampliación de la información, aprovechando la segunda imagen. De la calle Cigüela todavía me queda mucho que contar, y también de las calles adyacentes. Todo este conjunto urbano fue mi barrio en mis primeros años de vida, hasta que en febrero de 1981 (justo en la semana del 23F) nos mudamos a una nueva vivienda. En este post me pretendía limitar a glosar la fotografía de mi suegro, aunque me pasase un poco, como explico en el texto, por motivos "familiares". Por cierto, se me pasó decir que, cuando derribaron el edificio de la Notaría, ésta se trasladó al edificio de nueva construcción que sustituyó a la casa del matrimonio Liñán y Calvo de León, que había en frente de la calle Cuerpo de Cristo, como recuerdas en tu blog:
http://octaviojunco.wordpress.com/2008/11/05/mi-imagen-de-palma/

De lo de la placa sobre el bar Espejito siento coincidir contigo: es una pena que ni se contestase a la petición. No estaría de más recuperar la iniciativa.

Saludos.

Animal Farm dijo...

Sin duda, los artículos dedicados a estos temas elevan enormemente el contenido de tu blog. Añoramos esa plaza del guardia Mariano, ese entrañable Bar Latero, calles del viejo casco como los que aquí citas,... Mis sinceras felicitaciones por dedicarles estos posts tan ilustrativos y cargados de sentimentalismo. No todo van a ser discrepancias,...

Octavio Junco dijo...

Un par de comentarios más.
El primero es sobre Antonio Molero, que fue hecho prisionero del ejército ruso y murió enfermo en un campo de prisioneros; no murió en combate con la División Azul.
En realidad, no se confirmó su muerte hasta que el barco Semíramis trajo a los prisioneros supervivientes, tras ser liberados por el Gobierno Soviético. Los divisionarios liberados dieron noticia de su fallecimiento en las circunstancias dichas.
En cuanto a Currito el de la farmacia, buen amigo mío, decir que fuimos compañeros de colegio durante una temporada del año 1945, en el Colegio de las monjas.
¡Qué extraño! ¿No?
¿Chicos en el Colegio de las monjas en aquellos tiempos?
Pues sí, y en raras circunstancias.
Resulta que que yo estudiaba en el Deutsche Schule, o Colegio Alemán, de Madrid, y en mayo de 1945 el Gobierno Inglés se incautó de todos los bienes alemanes en territorio español, como pago por deudas de guerra.
Mi familia me envió a Palma para que terminara el curso en un pequeño grupo de chicos que se preparaba en las monjas.
Componíamos el grupo Manolo Nieto Cumplido, que se preparaba para su ingreso en el Seminario Diocesano, Paco García Dugo y Curro López Rodríguez, que se preparaban para el examen de ingreso en el Bachillerato, que realizarían en el Instituto de Antequera, y yo como estudiante desahuciado por causa de la guerra mundial.
Nuestra profesora, monjita ella, cuando alguno de nosotros se portaba mal o no había hecho los deberes, nos enviaba a la clase de la niñas, castigados de pie, para escarnio y vituperio; las niñas te echaban risitas maliganas (de eso las chicas saben infinitamente más que los chicos, ¡para que luego digan que somos iguales!) y tú te morías de humillación y vergüenza.
¡Qué tiempos más tontos! ¡Qué infelices que éramos y qué malicia la de nuestra querida monjita!
Saludos.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Muchas gracias, Animal Farm. Me alegra de que haya contenidos en mi blog que te gusten. Y que me lo digas. Como bien dices, no todo van a ser discrepancias. De nuevo gracias.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Amigo Octavio, como dices, Antonio Molero murió enfermo, habiendo sido hecho prisionero por los soviéticos. Concretamente murió el 10 de julio de 1947 en el hospital ruso de Jarkoch, según recoge Antonio León Lillo en su libro "Palma del Río 1936-1952". Como ves yo no digo que muriera en combate, sino "en la División Azul", porque formaba parte de este grupo de combatientes enviado por Franco para contentar a Hitler, ya que tenía la intención de que España entrase en la Guerra Mundial, como un aliado más del Eje. El Pleno del ayuntamiento palmeño de 3 de marzo de 1954 le otorgó el título de Hijo Predilecto y acordó nombrar a la calle Barbera como "Teniente Molero", según comprobé en el expediente tramitado al efecto. Luego ya conocerían de su suerte, no sé cómo, antes del atraque del barco Semíramis en Barcelona (proveniente de Odesa), que tuvo lugar el 2 de abril de ese año. Visto en http://es.wikipedia.org/wiki/Sem%C3%ADramis_%28embarcaci%C3%B3n%29

De tu presencia en el colegio de las monjas entiendo la excepción. Que sería tal en los cursos superiores, pues en la etapa de párvulos estuvimos muchos niños palmeños en ese colegio. Mis hermanos (varones y mujeres) y yo mismo pasamos en algún momento por allí. Concretamente mi hermano Pepe coincidió con Manolo Nieto Cumplido. Yo también viví algún episodio humillante en mis tiempos de párvulo. Parece que está en los genes de las mujeres el humillar al varón para domeñarlo. Y en esto incluyo también a las mujeres que no lo necesitarían, pues, como se dice, "solo se casan con Dios", es decir, a las monjas. Claro.

Saludos.

Mari Carmen Navarro Ruiz dijo...

¿Está en los genes de las mujeres humillar al varón ...? Creo que no lo has pensado bien, si lo piensas no lo dices, querido amigo. Es más, no creo que en tu paleta ideológica este pensamiento haya aparecido jamás. Debe ser la gripe que te tiene febrilmente trastornado. O qué?

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

No te asustes, Mari Carmen, que no he cambiado de ideología. Si lees la respuesta y el comentario de Octavio entenderás. No hay que sacar las cosas de contexto. Me estaba refiriendo al paso por la escuela de las monjas, donde la "humillación" era una norma constante para dominar el carácter. Me dirás que también se aplicaba a las niñas, y estaré de acuerdo, porque así era. Sin embargo, las niñas, mayoritarias, sí abusaban "reflejando" esa humillación en los niños que asistíamos al colegio. Era su forma de actuar, diferente a la de los niños, más proclives a usar la fuerza. Y, repito, yo lo viví. Debe haber algo genético u orgánico en el diferente uso de la fuerza entre mujeres y hombres a lo largo de la Historia. No lo afirmo con rotundidad, por eso digo "parece". Hay mucha literatura al respecto. Nuestras madres nos han enseñado la diferencia de conseguir las cosas, respecto a los padres, que son rudos y empleaban la fuerza para educar, incluso para mantener sus opiniones y decisiones dentro del ámbito familiar. Pero ellas, muchas veces se salían con la suya con otras artes, más pacíficas, dialécticas, astutas. Y eso suponía también alguna humillación del varón justamente doblegado.

Lo cierto es que en aquel ámbito escolar, mayoritariamente femenino, la coacción física era menos relevante que la psíquica, como comprobé luego, pero al contrario, en la escuela de Antonio Chaves. Donde también se humillaba, por cierto, a los alumnos (todos varones), pero usando principalmente la fuerza y la disciplina para-militar, como era propio de una escuela del Frente de Juventudes.

Octavio Junco dijo...

Todo está en los genes; sin los genes no existiríamos; ni los varones ni las mujeres.
Luego, naturalmente, está la tradición, la educación, la condición personal, la buena o mala leche... y todo lo demás, pero con los genes en la base
Pero Grullo.

P.D. Ah...; adoro a las mujeres y me complacen las diferencias que entre ambos sexos existen, incluida la sutileza femenina a la hora de acharar a los varones.
Recomiendo la lectura de "La secreta guerra de los sexos", de la condesa de Campo Alange, una mujer fina e inteligente donde las hubiera.

Octavio Junco dijo...

Franco nunca tuvo intención de que España entrara en la guerra de Hitler contra los aliados occidentales.
Es más, cuando Hitler propuso a Serrano Suñer, en su reunión de noviembre de 1940 en el Berchtesgaden, o "nido de águila" del dictador nazi, que España entrara en la guerra para recuperar inmediatamente Gibraltar, Serrano dio largas a Hitler con el argumento de que España no estaba preparada para soportar el paso del ejército alemán por su suelo.
Franco era militar y tenía sus dudas sobre el final de la guerra, mientras que Serrano Suñer, falangista converso, tenía la seguridad de que los alemanes tenían la guerra ganada.
Franco accedió a que un cuerpo expedicionario compuesto por falangistas, con un general de tendencia falangista como Muñoz Grandes al mando, fuera al frente de Rusia.
Los falangistas querían un ejército falangista, o sometido al partido único e infiltrado por falangistas revolucionarios, mientras que los militares no querían ni oír hablar de tal cosa, y Franco era, ante todo, un militar. En su discurso de 17 de abril de 1941, de inauguración de la Escuela Superior del Ejército, lo dejó muy claro: "el Ejército es el vencedor de la guerra y es la columna vertebral de la Patria."
Franco procuró tener las manos libres para pactar secretamente con los aliados occidentales, como realmente hizo (Winston Churchill).
El próximo día 23, a las 19:30 horas, se va a presentar un libro sobre la política del franquismo en relación con la guerra europea, y sobre la División Azul en concreto, que revelará y aclarará muchos puntos oscuros sobre este tema.
El título de la obra y el lugar de su presentación son los que siguen:
“LA DIVISIÓN AZUL. RUSIA, 1941-1944” DE JORGE M. REVERTE.
Madrid. Sede Casa Sefarad-Israel.
c/ Mayor, 69.
Saludos.