Estaban sus señorías empezando el nuevo curso el pasado miércoles, con la ilusión de los colegiales, cuando un chaparrón de verano impidió que se celebrase la sesión en el Congreso de los Diputados. Esa misma cámara representativa que había estado cerrada en meses anteriores para hacer reparaciones. Y nada más estrenar el uniforme de colegial y los zapatos "gorila", nuestros "chiquillos" tienen que dejar sus pupitres (perdón, sus escaños) porque el Congreso hace aguas. Unas goteras tremendas obligan a desalojar el salón de plenos. Toda una metáfora de la situación política que vivimos. Las obras habían sido encargadas a una de las empresas de Florentino Pérez, ese mismo que acompañó a la delegación olímpica española a Buenos Aires, para traerse después en su avión particular al presidente de la Comunidad de Madrid, en lugar de volver con los derrotados, como también hizo Ana Botella, que prefirió el viaje de vuelta con Rajoy. Se ve que este Florentino sirve para un roto como para un descosido, en eso de apoyar al partido de Aznar y Rajoy. Aunque sus empresas dejen mucho que desear, a la luz de los resultados de la obra, encargada por procedimiento negociado sin publicidad, con un coste de 4,41 millones de euros. Suponemos que una simple "obrilla" por el precio, para el "modesto" presidente del Real Madrid, aunque la obras se haya vuelto impresentable chapuza por el resultado visto y sufrido por sus señorías. Y el colmo ha sido descubrir que, aprovechando el repaso general de la techumbre del hemiciclo, han desaparecido algunos agujeros de bala, de esos que dejaron para recuerdo del indecente e infame golpe de estado frustrado del teniente coronel Tejero, en aquel nefando 23F. Vaya, parece que, como este PP no da puntada sin hilo, alguien le habrá cogido el gustillo a eso de destruir pruebas, como con las agendas, los libros de visitas de la sede del PP, los discos duros de los ordenadores de Bárcenas, y han tapado las "heridas golpistas" en el techo. Seguro que esto, como dicen en las películas americanas, es "pura coincidencia", o tal vez un "exceso de celo reparador". O, tal vez, pronto descubriremos, gracias a esos historiadores tan "objetivos" que tiene la derechona, que el tal Tejero era liberal. Y esto, como siempre: "chiquilladas". Lo dicho el "templo de la soberanía popular" hace aguas.
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