viernes, 1 de mayo de 2009

1 de Mayo

Hoy es el primero de Mayo, día de los trabajadores, no de San José Obrero, que no era tal, sino empresario, propietario de un taller de carpintería, en una tierra ocupada con una economía sometida, basada en el esclavismo (los verdaderos antecendentes del obrero, el trabajador por cuenta ajena), donde ellos (la" sagrada familia" descendiente de reyes y rabinos) era unos privilegiados, comparados con sus congéneres.


La crisis económica está siendo la protagonista de este día. Una crisis internacional, generada en Estados Unidos, pero extendida a todo el mundo por la internacionalización y "liberalización" del sistema financiero. El movimiento obrero siempre ha sido internacionalista. Y hoy, debido a esta situación, debemos reafirmar ese carácter internacionalista de la izquierda. Como internacional debe ser la respuesta a la crisis. Por ello, debemos renegar de todo tipo de nacionalismo y denunciar a quienes, llamándose de izquierda, dicen también ser nacionalistas. El nacionalismo es el mayor obstáculo para que la crisis y sus efectos no la paguen los trabajadores. Hoy, más que nunca hay que recordar a la Internacional.

La confusión de la izquierda, coqueteando con el nacionalismo, viene paradójicamente con la Tercera Internacional, la internacional comunista, que nace con el cisma de la izquierda provocado por la revolución rusa de 1917. Tras la muerte de Lenin, derrotada ya la coalición de potencias europeas que querían derribar el régimen comunista, Stalin proclama "el socialismo en un solo país", teoría contradictoria con el origen de esta organización internacional de partidos, que quería extender esta revolución armada por todo el mundo, y también contradictoria con los postulados de Carlos Marx (que creía que el socialismo solo podía conseguirse cuando triunfase una revolución a escala mundial, nunca dentro de fronteras de estados aislados, por su carácter básicamente económico) y el mismo Lenin. Cuando este objetivo no es posible, por la oposición férrea de los estados salidos de la primera guerra mundial, Stalin se centra en mantener su dictadura y el régimen comunista por la fuerza, y con el apoyo propagandístico de los partidos coaligados. Luego, siendo la URSS uno de los aliados vencedores de los fascismos en la segunda guerra mundial, consigue una zona de influencia donde experimentar su "revolución", sometiendo a estados vasallos con los que protegerse de la influecia occidental, reacia al totalitarismo de su régimen político y económico: los conocidos estados satélites ocupados con el avance del ejército rojo, tras el "telón de acero", simbolizado en el vergonzoso muro de Berlín.

El único medio de extender el poder soviético es potenciar las revoluciones en el tercer mundo. Y así consigue introducir en el ámbito de Naciones Unidas el concepto, artificial y fraudulento, de "derecho de autodeterminación de los pueblos", cuando solo podemos hablar de derechos humanos fundamentales de manera individual (los pueblos, y hay que ponerse primero de acuerdo en definir qué es "cada pueblo", no tienen derechos exigibles realmente). Esa era la cohartada para convertir los partidos comunistas del tercer mundo en "movimientos de liberación nacional" y en ejércitos (algunos guerrilleros) para extender su visión del comunismo. Cuando triunfaban, no solo no se liberaban a esos pueblos sino que la tiranía que se instalaba en sus territorios ponía a disposición de Moscú todo el país, sangrándolos y consagrandolos a la pobreza extrema, como podemos ver en la actualidad a todos ellos. Es decir, conculcando de nuevo los derechos de los trabajadores, explotados por un nuevo "patrón". El devenir de esos estados "revolucionarios comunistas" es conocido, ejemplos de este desastre se pueden dar muchos, una vez hundido el sistema tras la caída del régimen soviético en los noventa. Y todos confirman una y otra vez, lo que digo al principio, que izquierda y nacionalismo son conceptos incompatibles. El nacionalismo ha sido siempre de derechas, la excusa "expresada literariamente" para establecer o restablecer un sistema de dominación y explotación de los seres humanos. Cuando las empresas aprendieron hace tiempo a moverse en el plano internacional (multinacionales), la izquierda no debe caer en el error de poner obstáculos, barreras o banderas nacionales para dividir a los trabajadores. El ejemplo de la Internacional socialista, que ya crearon nuestros antepasados sindicalistas y pensadores políticos en el siglo XIX, debe guiarnos para conseguir en las mejores condiciones la salida de la crisis.

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