sábado, 16 de enero de 2010

Cuando fui espía

Ya hemos pasado las fiestas navideñas, con toda su liturgia social, incluidos los obligatorios regalos, ya sean de Papá Noel, o traídos por los Reyes Magos, según gustos o tradiciones. Uno de esos regalos que vienen repitiéndose desde hace algunos años es la cámara fotográfica digital. Cada vez se mejora más este artilugio y no tenemos una sola en cada domicilio, como ocurría antes, cuando era un artículo casi de lujo, para uso y disfrute de la familia, sino que cada componente familiar cuenta con la suya, además de la incorporada al teléfono móvil. Las actuales cámaras han facilitado mucho el proceso de registro de la imagen, además de su almacenamiento y reproducción. También es normal que puedan grabar imágenes de vídeo, aunque sean de corta duración.

Pero hoy quiero hablaros de las antiguas cámaras fotográficas, las “analógicas”. Las que registraban la imagen en una película que había que revelar, llevando al estudio fotográfico profesional el rollo, o haciéndolo en tu laboratorio, si tenías uno propio. Esas cámaras que quedaron antiguas cuando apareció la Polaroid, la que usaba película instantánea, que se revelaba sola, aplicando algo de calor durante unos minutos. Esas cámaras que muchos niños y jóvenes ni conocerán. Pues tengo varias: una instamatic, Kodak, de las que usaban el flash conocido como “cubo mágico” (cuatro bombillas que se fundían al usarse y que giraba para cambiar de flash), y cuyo carrete se insertaba encajando herméticamente, para evitar que se velara la película al manipularla; la Polaroid, poco empleada por mí, por su único formato cuadrado de imagen, de no mucha calidad en los colores, y dejada de fabricar; y la “mini-cámara” Hit. 

La mini-cámara Hit la tengo en una estantería como adorno, pues ya no existe película para usarla. Esta es una cámara que inventaron los japoneses en los años treinta como cámara espía y que se popularizó como adorno de los árboles de navidad en Estados Unidos. En los años cincuenta se vendieron como rosquillas y sirvieron para extender la fama de los nipones como miniaturizadores de objetos. Ahora se ha convertido en un objeto de coleccionismo muy apreciado. La que conservo tiene poco más de 5 centímetros de largo, por algo más de 3 de alto, y 3,5 de ancho, incluyendo el objetivo. Éste tiene incorporado el obturador, que funciona con una palanca, y se regula el tiempo de exposición (velocidad) con otra palanquita perpendicular. El carrete se gira con una rueda dentada, en la parte superior, junto al visor, para separar las imágenes, cerciorándose a través de una ventana circular pequeña, tapada con un cristal rojo, en la parte trasera. Un mecanismo muy simple. Además conservo su funda original de color amarillo, aunque esté deteriorada. Creo que incluso guardo alguna fotografía realizada con la cámara, que mi hermano consiguió al recortar un carrete normal para adaptarlo al tamaño reducido. 


¿Por qué el titulado el artículo así?. Como decía, este modelo de cámaras nació como cámara espía, para fotografiar con discreción, aunque se extendiera su uso como artículo de consumo, gracias al auge económico americano, tras la segunda guerra mundial. Hace años, creo que unos 26, me disfracé en Carnaval y fue de espía, con amplia gabardina, sobrero calado, gafas oscuras, un maletín y la cámara Hit. La llevaba escondida en un bolsillo de la gabardina y cuando me encontraba a alguien conocido me volvía de improviso y hacía como si le fotografiase. Todo el mundo se divirtió mucho, algunos tras asustarse incluso por la maniobra sorpresiva, y, aunque no gané ningún premio en el concurso de disfraces al que me presenté, pasamos una divertida jornada de Carnaval. La mini-cámara, justo por su pequeño tamaño, causó sensación al comprobar muchos que era real, no un juguete. Seguro que ya no las traen los reyes nada más que a maduros con afán coleccionista y con su poquito de nostalgia. Ninguna digital la podrá igualar. 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro, la multifuncionalidad del celular deja perpleja... Y ya en algunos año hasta se podrán doblar como tortilla...

Ojalá a mi me regalaran -en cualquier ocasión, no me pongo remilgosa- una cámara como la de tu imágen, je je je... ;D

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Bienvenida, Srta. Laaa. Un regalo así es estupendo, sin duda. Aunque no tenga las prestaciones modernas. Un saludo.

molinero dijo...

Hola a todos:

Creo que tengo una foto tuya, Schevy, disfrazado de espia en la puerta de abajo del piso.
Yo tambien tengo algunas cámaras "ya históricas" de las de carrete. Una es de las que el visor está por arriba y tiene dos objetivos.

Creo que podríamos montar un museo por Palma donde todos los interesados por el tema lleváramos nuestras reliquias, así al menos servirian para algo.

Saludos

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Me suena esa foto Molinero y yo no la tengo. Creo que era escondido y asomando la cabeza por el portal.

La cámara de los dos objetivos no la conozco. Lo del museo puede ser buena idea. Puedes proponerlo, pero no sé si habrá muchos interesados.

Saludos.

molinero dijo...

Si señor, esa es la foto. Si la encuentro te la mando via e-mail.

Pues esa cámara en cuestión es una Carl Zeiss que compré de 2ª mano en Foto Rueda allá por el año 82 u 83.