jueves, 23 de septiembre de 2010

Memoria semioculta

Continuando con mi labor de rescatar objetos del pasado, hoy voy a mostraros una placa, que podría estar de actualidad debido al concepto tan en boga de "memoria histórica". Es una placa que fotografié en un edificio situado en la muralla de Briones (La Rioja), construido aprovechando lo que parecía un torreón de esa muralla, que tiene viviendas y otros edificios adosados. Por el sonido que se escuchaba, proveniente de su interior, a través de unas ventanas, aquello debía ser un depósito regulador del servicio de aguas potables o parte de la misma potabilizadora. No había otro letrero, que recuerde, por eso supongo esta finalidad. La placa, junto al yugo y las flechas de la Falange (emblema tomado de los Reyes Católicos), dice así: "INAUGURADO EN 1964, A LOS XXV AÑOS DE PAZ DE ESPAÑA". 


En ese año el régimen de Franco lanzó una campaña de propaganda, celebrando los 25 años de la fin de la guerra civil.  Esa campaña la impulsó Manuel Fraga, Ministro de Información y Turismo de la época. Se pretendió dar un lavado de cara al régimen, dejando a un lado el discurso guerrero, fascista, y paramilitar en lo institucional, para conseguir el apoyo de la comunidad internacional. Además de aprovecharse de los avances económicos que empezaban a sacar a España de la postración y el retroceso en todos los aspectos que trajo la guerra. Los planes de desarrollo, impulsados por los llamados tecnócratas (muchos no falangistas, sino conservadores del Opus Dei), daban sus frutos y la labor no solo de reconstrucción, sino de impulso económico, se empezaba a notar, aumentando el nivel de vida de los españoles. Uno de esos avances fue la introducción del agua corriente potable, en las viviendas, y el impulso de las obras públicas, como los famosos pantanos que inauguraba el dictador, con todos los elementos propagandísticos que pudo usar (el NO-DO, o la recién estrenada televisión). Y, como no, dejaban constancia en sus obras, para la posteridad. Como es el caso de la placa que comento.

Veinticinco años de paz, dice. Veinticinco años de dictadura férrea que impidió cualquier tipo de cuestionamiento, de debate, de libertad en lo político, la participación de los vencidos o de quienes no comulgasen con al doctrina y las órdenes de los vencedores. Por eso, aunque permanezca la placa, ésta está casi oculta, machacada, medio borrada por el paso del tiempo y los embates de quienes no aceptaron el estado de cosas impuesto por la fuerza. Olvidada y medio escondida en la piedra, apedreada por quienes sufrieron los actos de los que la colocaron, y, seguro también, por los vándalos que consideran lo que está en la calle como un objeto de desahogo de frustraciones y diana de su mala educación. Un vago recuerdo del pasado.

2 comentarios:

Octavio Junco dijo...

1ª Parte:
Claro, amigo Schevi. El caso es que, a partir de la primavera de 1945, año en que terminó la Segunda Guerra Mundial, Franquito tuvo que hacer encajes de bolillos para permanecer en el poder. Parecía inevitable que la dictadura se viera obligada a ceder el paso a alguna forma de gobierno con apariencia democrática, al estilo de las democracias occidentales.
Con el fin de contrarrestar la propuesta hecha por don Juan de Borbón (el Manifiesto de Lausana, marzo de 1945) en el sentido de restaurar la Monarquía bajo su titularidad, como sucesor de Alfonso XIII, en 1947 se elaboró y aprobó, mediante un referéndum amañado (recuerdo perfectamente la burla que constituyó el recuento de los votos), la Ley de Sucesión, cuyo contenido fundamental era el siguiente:
(Artículo 1) España se constituía en Reino.
(Artículo 2) La Jefatura del Estado correspondía al «Caudillo de España y de la Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos, don Francisco Franco Bahamonde».
(Artículo 6) En cualquier momento, el Jefe del Estado (Franco) podía proponer a las Cortes la persona que debía ser llamada en su día a sucederle, a título de Rey o de Regente. (Wikipedia).
Gil Robles, desde su exilio en Portugal, se ofrecía a regresar a España y orientar una transición política, para lo que se reunió en una finca de Salamanca con el gobernador civil, que debería transmitir su propuesta a El Pardo. Se ha dicho que también el filósofo Ortega y Gasset ofreció sus servicios a Franquito en tal sentido, y que éste, al recibir la noticia, se limitó a decir en tono despectivo: “¡Estos intelectuales…!”

Octavio Junco dijo...

2ª parte:
Naturalmente, la guerra fría entre las potencias occidentales y la URSS fue la que valió a nuestro hombre para pactar con ingleses y americanos su permanencia en el poder, pero éste no por eso dejó de lanzar a la opinión pública nacional e internacional que España era una democracia orgánica, “la única democracia del mundo”. Así se explican los encuentros entre el dictador y don Juan de Borbón, el traslado de don Juan Carlos a España para cursar aquí sus estudios, la celebración de los “25 años de paz” a que te refieres, la ley de prensa e imprenta de 1966 (Fraga) y, sobre todo, la Ley Orgánica del Estado, aprobada mediante referéndum de diciembre de 1966.
A mí me pilló este referéndum en Nueva York, en viaje de “luna de miel” (valga la cursilería), y cuando me presenté en el Consulado español con la pretensión de votar o, en su defecto, obtener un certificado que dejara constancia de mi pretensión, pude comprobar la cara de estupefacción de la empleada, que tuvo que pensar que yo estaba de cachondeo, o bien que pretendía poner de manifiesto la invalidez del referéndum, al no otorgar derecho de voto a los españoles que se encontraban fuera del territorio nacional.
En fin, que a Franquito le sonrió la fortuna y pudo hacer cuanto le vino en gana, que murió tranquilamente en su cama (es un decir, pues, en realidad, murió en el Hospital de la Paz) y que de aquellos polvos vienen estos lodos. Como también es muy cierto que los españoles a quienes nos tocó vivir lo mejor de nuestras vidas en aquella oscura página de la historia, mal que nos pese, nos vemos forzados a dar algún sentido a todo ello.
Saludos.