martes, 20 de abril de 2010

Fanatismos: la paja en el ojo ajeno

Las relaciones sexuales ilícitas son causa de terremotos…

El aumento de relaciones sexuales ilícitas es la causa del aumento de los terremotos, según el ayatolá Kazem Sedighi, imán de la oración del viernes en Teherán.

“Las catástrofes naturales son el resultado de nuestro propio comportamiento”, declaró Sedighi. “Muchas mujeres mal vestidas” (que no respetan la ropa islámica) “corrompen a los jóvenes, y el aumento de relaciones sexuales ilícitas hace crecer el número de terremotos”, declaró.

Minuto digital

De insólito califica este diario de ideología ultra-conservadora y nacional-católica la noticia. Nos da a entender que el islam da respuestas extrañas a los problemas. Es la línea habitual del digital, atacar al islam y defender el cristianismo como seña de identidad nacional española y también de Europa. Este medio acoge con alborozo las noticias que subrayan las atrocidades que se cometen en nombre de la religión de Mahoma, y siempre las compara con el comportamiento (supuesto) de los cristianos a los que siempre presenta como superiores o víctimas inocentes de esos desmanes. Naturalmente, el mensaje político es de derechas, siempre, o más bien de extrema derecha, pues el PP es considerado blando y hasta traidor.

Pero no es la línea editorial (y de todo el contenido) del medio de lo que quiero hablaros. Es que cuando denuncia las palabras de ayatoláh lo hace con razón. Es estúpido achacar el origen de los terremotos a la relajación moral y la infracción de las normas religiosas. De cualquier norma moral o religiosa, añado. Porque da igual cuales sean éstas, si el fin es el mismo: culpar a los seres humanos de las catástrofes naturales que nos vienen azotando en los últimos meses. Es la misma paradoja que denuncio yo, con humor, en los dos últimos post que he publicado sobre la erupción volcánica en Islandia, en relación a la política nacional. El fanatismo empuja a culpar al "otro" de cualquier cosa que ocurra, incluso de lo que escapa a nuestras facultades humanas.

Pero olvidan que no hace mucho hubo otra interpretación de las catástrofes naturales similar, pero no hecha por un musulmán, sino por un jerarca de la Iglesia católica. El arzobispo de León (México) dijo lo siguiente: “Ante la violencia, el odio, la venganza y la muerte, ante las iniciativas de ley que afectan la base de la sociedad como es la familia, ante la inseguridad y el sufrimiento de tantas personas es bueno meditar los signos de los tiempos y preguntarnos con los terremotos, las lluvias, las inundaciones, ¿no nos estará hablando el señor?, ¿qué nos está diciendo con todo esto?”

Se refería a la recién aprobada ley que reconocía la validez del matrimonio entre personas del mismo sexo, en México, distrito federal. Otro religioso, pues, que culpa al relajo moral de la humanidad, de los desastres naturales. Y es que también aquí el fanatismo religioso aparece en el fondo de la denuncia pública del prelado. No solo barbaridades es lo que provoca el fanatismo, el integrismo, el fundamentalismo, también ampara y fomenta la sinrazón, lo absurdo.

Como sinrazón es lo que impera en el caso del velo de la niña del instituto Camilo José Cela de Madrid. Esa absurda disputa "velo si, velo no", donde la Comunidad de Madrid y el PP están haciendo una causa general contra las religiones "extranjeras", que según ellos "se quieren imponer a los demás". Pues no se hace la misma distinción con los símbolos de otras religiones, amparándose en un reglamento que prohíbe ir a cubierto, cuando en colegios privados y públicos se hace ostentación de esos elementos religiosos (siempre de la misma religión: crucifijos, altares, belenes, etc.), donde muchas religiosas llevan hábito con tocado, e incluso se fomentan ritos como las primeras comuniones, donde también las niñas llevan velo. Eso no se censura, ni se considera imposición, que casualidad.

La razón lo que enseña es que la religión debe salir de la escuela, para seguir enseñándose en los templos, para que se respeten todos los credos religiosos. Y por tanto TODOS los símbolos religiosos deben desaparecer de los centros de enseñanza, al menos de los públicos o financiados, todo o en parte, con fondos públicos. Sin discriminación. Eso es lo razonable, lo justo y lo sensato, y lo que de una vez eliminaría estos debates fanáticos, con los peligros que ellos entrañan. Así el fanatismo no impondrá más estupideces.

1 comentario:

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Y como tengas un amigo gay seguro que le culpan de las lluvias torrenciales de este invierno. Eso sí los pedófilos con sotana no tienen la culpa de nada. Como dices, la estupidez es infinita y sorprendente.

Saludos, _MARIA_