martes, 15 de junio de 2010

Vuvuzela

Tenía intención de no escribir sobre el mundial de fútbol. Suficiente tabarra tenemos a todas horas con el dichoso campeonato. Todos los medios están inundados de noticias relacionadas: partidos, reportajes, entrevistas, hasta los programas no deportivos tienen su ración diaria de “mundial”. Llegué a cansarme antes de que empezara, de tanto repetirse en radios, prensa, televisiones, internet... Incluso la publicidad ha cambiado sus contenidos para usar el fútbol como argumento, sea lo que sea lo que anuncie. Es opresivo y cargante.

Sin embargo voy a hacerlo. Algo también se está repitiendo como protagonista de los comentarios, pero no estrictamente sobre el juego: la vuvuzela.

Según la Wikipedia: “Una vuvuzela (término zulú, también conocida como lepatata en setsuana) es una especie de trompeta larga utilizada por los aficionados para animar a sus equipos, característica en el fútbol sudafricano. Suele estar hecha de plástico, y el sonido que produce es similar al barritar de un elefante o al zumbido de una abeja.

Es el sucedáneo moderno del tradicional cuerno sudafricano kudú. Aunque el origen de la palabra vuvuzela es desconocido, el término puede derivar de la palabra vuvu, que en idioma zulú significa "hacer ruido", o de un término sudafricano más coloquial, "baño de sonido". “

Por lo visto los que asisten a los encuentros se dedican a hacer sonar estas trompetas, con un volumen y una persistencia, que están haciendo insufribles las retransmisiones por radios y televisiones. El ruido de fondo es tan ensordecedor y molesto, que ha levantado una polvareda de protestas, que, sin embargo, no han tenido éxito entre las autoridades futboleras. Es otra de esas modas que se imponen con motivo de algún acontecimiento. Y que se extienden gracias a que siempre hay alguien que hace negocio de ellas.

Recuerdo que hace años se extendió el uso de trompetas que llevaban un spray para hacerlas sonar. Era mucho más cómodo, sin duda, que estar soplando continuamente. Ya daban la tabarra. En 2008 en un salón de esos que muestran inventos divertidos también se presentó una bocina que alcanzaba los 108 decibelios. Pero es que la dichosa vuvuzela puede sonar a 127 decibelios. Así que la bocina de la imagen ya está superada.

El ruido se ha usado desde la antigüedad como arma ofensiva. Recordemos la batalla de la cananea ciudad de Jericó de la que habla la Biblia, donde los ejércitos hebreos dirigidos por Josué, derribaron sus murallas, hasta entonces invencibles, a base de trompetazos. También en la Historia real encontramos ese empleo del sonido como arma. Cuando el FBI asedió la granja de los Davidianos en Wako, se usaron amplificadores de sonido para su particular guerra psicológica contra la secta encerrada en su granja, que se resistió durante 51 días, y así intentar que se rindieran. ¿Y se imaginan el estruendo que harían tanta trompa, como las que vemos en esta otra imagen, en la primera guerra mundial, sonando al mismo tiempo?. Ni por los cañonazos dolerían tanto los oídos.

Aznar, por orden de su amigo Bush, nos quiso convencer de que Iraq era quien tenía armas de destrucción masiva. Visto, o más bien, oído, lo que ocurre en el mundial de fútbol, donde tendría que haber buscado era en Sudáfrica. No hay nada nuevo bajo el sol, ni siquiera bajo el abrasador sol africano. Las vuvuzelas sí que son armas de destrucción masiva...pero de nuestros tímpanos. O de los oídos de quienes vayan a seguir el campeonato de forma habitual. Yo, como hasta ahora, espero seguir librándome de semejante tortura para mis sentidos. Que las “disfruten” los muy aficionados. Y que se apunten a un buen otorrinolaringólogo.

4 comentarios:

molinero dijo...

¿A que no tienen huevos de tocar esas trompetorras en un partido de Nadal?
jajajaja

EL QUINTO FORAJIDO dijo...

Qué cansinos son y eso que en España no somos silenciosos precisamente, sólo un niño con un tambor en semana santa se me antoja más cargante.

Un saludo.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Seguro que no les dejan meter el dichoso instrumento en una pista de tenis, molinero.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Un tambor, una corneta...
Un saludo, Quinto Forajido.