Mucho están dando que hablar las palabras de Alessio Rastani, el agente de bolsa que fue entrevistado por la BBC y dijo lo que todo el mundo sabe: que los especuladores se aprovechan de todo para ganar dinero, especialmente de las desgracias de otros. Estas palabras resuenan por informativos y por la red como una confesión: “A nosotros, los traders, no nos preocupa que la economía se arregle.
Nuestro trabajo es ganar dinero con esta situación. Personalmente, he
soñado con que llegue esto desde hace tres años. Tengo que confesarlo.
Me voy a la cama todos los días y sueño con que haya una recesión,
soñando con un momento como éste. ¿Por qué? La gente no lo recuerda pero
la crisis de los años 30 no fue sólo un hundimiento del mercado. Había
gente que estaba preparada para ganar dinero con ese hundimiento, y creo
que ahora todo el mundo puede hacer eso. No es sólo para gente de la
élite. Es una oportunidad”.
¿Y de qué nos extrañamos? ¿Es esto una novedad? Los especuladores y sus agentes no han hecho otra cosa en su vida que sacar beneficios sin producir nada de nada. Solo manejando información (muchas veces manipulada) y provocando la ruina de otros, algunos han hecho grandes fortunas. La inestabilidad de días pasados en los mercados bursátiles ha dejado paso en esta semana a subidas espectaculares en la bolsa. ¿Qué ha pasado? Los que hundieron valores vendiéndolos a la "desesperada", hacen caja ahora comprándolos a precios más baratos, para venderlos luego con el correspondiente beneficio. Mientras tanto, las empresas cuyas acciones y otros títulos están sujetos a cotización siguen produciendo sus servicios o mercancías. Eso sí, con peor financiación. Cosa que en un futuro cercano supondrá recortes de costes para eliminar cargas, fundamentalmente, costes laborales.
En los años 80 del siglo pasado se produjo el boom del neoliberalismo. Se nos prometió el ascenso social a base de convertirnos en accionistas de las grandes empresas. Fue el triunfo del llamado "capitalismo popular". Muchos de esos que se creyeron "grandes potentados" por haber comprado acciones o haber confiado sus ahorros a fondos de inversión hoy día sufren las pérdidas ocasionadas por estos "Rastanis" que se alegran de las crisis para medrar y hacer beneficios. Como no había límites ni fronteras para la circulación de capitales, los ciudadanos se endeudaron, confiados en que su dinero se podría colocar sin problemas en cualquier parte y que todo sería una espiral de ganancias sin límite. Pero esa falta de controles implicaba también la libertad para que los "chorizos" pudieran actuar sin que nadie les parara los pies. La prueba la hemos tenido con las famosas hipotecas basura, una estafa monumental, de la que nadie se ha responsabilizado hasta ahora y por la que nadie ha sido sancionado como se merece.
Cuando el Estado retrocede y deja de cumplir su misión, los delincuentes ocupan su lugar. Siempre ha ocurrido esto desde la Edad Media, cuando los poderes públicos tenían como misión garantizar la seguridad. Es lo que estamos viendo a nivel mundial en el mundo de la economía. No hay estado ni organización internacional que ponga límites o controles. Y los "brokers" lo mismo generan beneficios honradamente, que arruinando al vecino, sin control y sin fronteras nacionales. Antes (en siglos pasados) hasta existía una ética empresarial o comercial. Ahora el robo es la "ética", parece. Y esto se consiente de forma deliberada, porque para la mano de obra sí que hay fronteras, limitaciones a los desplazamientos (pensemos en las leyes de extranjería) y regulaciones de todo tipo, hasta las que impiden, como no, las libertades y derechos laborales y sindicales. Para eso no hay "lobby" u organización internacional que brame por la "libertad". Solo la libertad de explotar y exprimir a los empleados, como ocurre en al ámbito asiático. Ahí no hay "gobierno mundial" que ponga freno a los desmanes, sino que lo que hay en un entramado de legislaciones varias para someter a la mano de obra. Como dice Rastani, se nota que quien gobierna es Goldman Sachs.
No solo no vemos solución a la crisis financiera, sino que algunos se regodean en nuestras narices de provocarla y de aprovecharse de ella. Estamos asistiendo a la depauperación de las clases medias, esas que confiaron sus ahorros a la inversión en un piso o una casa y que invirtieron sus dineros en algún fondo. Y la misma que se endeudó, confiando en tener recursos de forma ilimitada para afrontar sus obligaciones. Las medidas que toman los gobiernos, automaniatados en materia económica, solo les afectan a ellos y los más pobres: recortes sociales, recortes salariales, embargos, pérdidas de derechos... El dogmatismo liberal impide que el Estado anime la economía con inversión y pide a gritos que se recorte aún más su presencia en la sociedad. Mientras la gente está desasistida y no tiene esperanza de salir del bache.
Es curioso, Karl Marx creyó que en la esencia misma del capitalismo residía su autodestrucción. El dinamismo salvaje, esa continua innovación "revolucionaria", la sobreexplotación de los trabajadores y las materias primas y la falta de recursos haría que el proletariado fuese cada vez más pobre. Nos parecía, a la luz de lo ocurrido posteriormente, que se equivocó. Pero su error fue en creer que ese proletariado iba a levantarse para acabar con el sistema, ya que con las mejoras de la producción y la redistribución operada por el Estado del Bienestar se convirtió en la "clase media", hoy dinamitada. Con lo que estamos viendo hoy día, es el mismo sistema el que puede autoinmolarse, presa de su propio dogmatismo, mientras cada vez más gente pasa a engrosar la nómina de la pobreza.
Y encima nos sale un cínico como el señor Rastani. No es suficiente con indignarse, hay que reaccionar. No es suficiente con escandalizarse, hemos de impedir que los causantes de nuestra precaria situación sean los beneficiados. No debemos resignarnos. La política, la política de izquierda, sigue siendo muy necesaria. Al menos, que los desvergonzados "Rastanis" no se rían en nuestra cara.
6 comentarios:
A bote pronto dan ganas de ir a inmolarte en su casa con 30 kilos de goma2 pegada al cuerpo para que comparta un poco nuestra inquietud, luego lo piensas más friamente y te dices a saber de que va este, en fin sigo pensando que nadie controla totalmente el juego pero algunos tienen mucha ventaja.
Esa es la clave, Quinto Forajido: alguien quiere que esto no tenga control, porque de esta manera los granujas hacen su agosto, sin trabas.
Bastaba con oir su tremendista y apocalíptica intervención para darse cuenta que este tal Rastani era un cantamañanas; primero, por que ningún trader o broker se expresa en esos términos.
Y segundo, por que es absolutamente falso que una recesión haga rico a un broker en medio del desplome de las bolsas y el euro.
Es alucinante que diarios como el WSJ le hayan dedicado análisis a las palabras de este friki , sin comprobar siquiera quién es, dónde trabaja, con que operador de la City funciona...
Delirante.
La revista Forbes le ha hecho una entrevista y ha asumido lo que era evidente : que es un 'pringado' con ínfulas de grandeza.
Me llama la atención -eso sí -, como la izquierda ha acogido las palabras de este memo como si fueran la "verdad revelada".
Las han abrazado para señalar con el dedo y decir "¡¡Lo veis, son los especuladores, los neocon,los mercados los culpables de la crisis!!".
Es todo tan chusco que da vergüenza ajena y que me hace sospechar que estamos ante algún montaje por que no es posible que la BBC entreviste a un individuo sin cerciorrase de quién es, salvo que se trate de un "fake" y de una maniobra torticera.
No es que alguien no quiera control, es que no hay control.
Bueno, Natalia. Parece que ha hecho pupa el discurso de este tipo. Ahora todos los neocons estáis intentando desacreditarle con insultos de todo tipo. Me da igual, yo no acepto argumentos "por quien los diga", sino si son racionales y correctos. Os habéis puesto a disparar como locos al mensajero, pero el mensaje es claro y rotundo. Os guste o no. Y lo diga Agamenón o su porquero. Ha retratado la esencia del sistema, punto.
Nicolás, no hay control, porque nos hemos rendido ante los que no lo quieren. Hay que intentarlo. Si no, no hay esperanza.
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