martes, 11 de octubre de 2011

Desfiles, fiestas, patriotismos y otros planes

 
"Mañana tengo el coñazo del desfile. En fin, un plan apasionante". Eso dijo Mariano Rajoy hace tres años, en la clausura de una reunión de la comisión interparlamentaria del PP, a Javier Arenas, creyendo que los micrófonos estaban cerrados. Mañana será el último desfile militar del 12 de octubre, fiesta nacional, al que asista como presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Así que será la última vez que reciba la sonora pitada de los últimos años y los abucheos que le dedican las hordas nazional-libegales, que asisten a presenciar el desfile militar.


No sabemos si el año que viene será Rajoy el que asista como presidente a este acto solemne y castrense. Espero que no, que siga en la oposición. Pero, si no obtengo satisfacción, le propongo un tipo de desfile menos "coñazo". Un plan que seguro le parecerá más "apasionante". Por eso le propongo que, si es él el presidente del ejecutivo, lo celebre haciendo desfilar a la tropa de esta guisa.

La infantería de marina podría mitigar los calores de octubre desfilando con uniforme más reducido.

Tanto los infantes, como las infantas de marina, que ya no hay discriminaciones por razón de sexo.

Eso sí, sin perder los pantalones, que no hay que ser cobardes. 


Y bien dotados y dotadas del armamento reglamentario. 


Demostrando nuestra preparación y equipamiento, en el orden físico...
 
 
 y de material y pertrechos.
 
 
Incluso se volverá a invitar a nuestros queridos aliados de antaño, cuando el señor Aznar se codeaba con ingleses y estadounidenses en las reuniones de las Azores y otros foros de potencias occidentales en la primera línea de las naciones civilizadas, para que desfilen junto a nuestros ejércitos patrios.
 
 
Eso sí, a estos "aliados" nos les invitaremos. No vaya a ser que se enfaden los de la claque afín (sobre todo los amigos del PP catalán) o los representantes de la Conferencia Episcopal.


Disfrute del planazo y la fiestuqui. Que seguro que el púlico se lo agradece. Y tómese una buena copita luego (¡Viva el vino!)

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