Sí, yo ya he cumplido con mi deber ciudadano. He querido que sea temprano. Y espero que sean muchos y muchas los que vayan a hacerlo: a votar.
Ya estoy más sereno, tras la vileza de los asesinos de Isaías, y la de los que nos tienen acostumbrados a ensuciar la vida pública desde hace cuatro años, porque no les salió la cosa como tenían previsto. Algunos siguen erre que erre. Pero hoy la voz no es solo la de los que nunca se equivocan y siempre tienen la razón de su parte. Hoy todos tenemos voz, porque hoy tenemos el voto. Uno cada uno, uno cada una. Y la mayoría decidirá, no solo el gran teólogo, no solo el gran tertuliano, no solo el gran médico, ni el prestigioso abogado, ni el infalible economista, no solo el gran político, no solo el gran sindicalista, ni el triunfador empresario... Decidiremos entre todos.
Yo ya he votado y lo he hecho con todas mis fuerzas, porque hoy es el día de la alegría.
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