viernes, 27 de agosto de 2010

¡Elvis vive!

Dicen que Elvis Presley murió el 16 de agosto de 1977. Hace exactamente 33 años y diez días, es decir, la edad con la que murió Cristo....y éste después, dicen que resucitó. Pues no. Elvis no murió....o tal vez haya resucitado como el otro. La prueba la tenemos aquí, en esta fotografía que me hice ni más ni menos que en la plaza de la catedral de Burgos. El rey del rock me da la bienvenida, sentado junto a un velador, a la puerta un establecimiento hostelero. Y yo, tan contento, con este genial descubrimiento. ¡Elvis vive!

4 comentarios:

Octavio Junco dijo...

José Antonio Primo de Rivera también murió a los 33 años, Schevi. Exactamente tenía 33 años, seis meses y 26 días cuando lo fusilaron. En cambio, no tenemos tan segura la edad de Cristo al tiempo de su crucifixión, pues la cronología de su nacimiento es incierta.
Así pues, cuando hablemos de alguien que muriera a la temprana edad de 33 años, resultaría más científico evocar la edad de Primo de Rivera junior que la de Cristo
Saludos.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Es cierto, no sabemos la verdadera edad de Cristo, pues para los primeros cristianos su nacimiento no era nada relevante. Es solo un dicho popular. De Primo de Rivera se puede decir que viene a cuento: la foto está hecha, como digo, en la plaza de la catedral de Burgos. Y en esa catedral, grabado en su piedra está el nombre del fundador de la Falange. También fotografié semejante atentado, propio de aquellos años bárbaros, a una de las mejores muestras del gótico español.
Saludos.

Octavio Junco dijo...

A propósito de la preciosa catedral de Burgos, suele decirse que los restos de Rodrigo Díaz de Vivar, Mío Sidi el campeador, "el que en buen hora nació", yacen en una tumba bajo el suelo de la nave central, ante el altar mayor, junto a su esposa, Jimena.
La realidad es que la soldadesca napoleónica extrajo y dispersó sus restos, lo mismo que hizo con los de los Reyes Católicos en la catedral de Granada, con los del Panteón de Reyes de la Basílica de San Isidoro, en León, y con tantos más en todo el país.
Robar, robaron cuanto pudieron en monedas de oro, en obras de arte y hasta la cabaña de ovejas merinas se llevaron por orden escrita del propio Napoleón.
¡Qué gentuza, aquella fracesada napoleónica! ¡Y eso que venían a traernos la libertad, la igualdad y la fraternidad!
Saludos.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

El año pasado, cuando también estuvimos en Burgos, fue la visita al interior de la catedral. El guía nos enseñó la tumba del Cid. No recuerdo si nos dijo que estuviesen allí los restos del campeador. Me suena que no, porque lo de los asaltos y otras desgracias en el edificio sí lo relataron. Hice fotos de la tumba, como de otros elementos de la catedral. Este año los saqueos de las tropas napoleónicas sí han sido comentario común de los guías que nos han enseñado los diversos monumentos de La Rioja que hemos visto. En fin, que más podemos decir de estas tropelías y destrozos. Tal vez que fuese producto de una época en que lo normal era imponer la voluntad por la fuerza. Y también que la falta de presupuestos públicos para mantener a las tropas obligase a consentir el saqueo, como forma de pago a los soldados. La guerra, por muy loables que sean los motivos que la provoquen (y en estos tiempos que vivimos tenemos ejemplos de ello), siempre termina destrozando vidas y bienes, y termina siendo también el peor remedio para nuestros problemas de convivencia.
Un saludo.