viernes, 8 de octubre de 2010

Convivencia

Vivimos en bloques de pisos, repletos de familias de todo tipo, vivimos en calles, más grandes, más cortas, pero con numerosas viviendas. Esas calles que unen barrios hacen que vivamos en ciudades, en pueblos, aldeas o núcleos pequeños de edificios para el refugio humano. Mas, ¿convivimos?.

Generalmente nos cruzamos con el vecino o la vecina en le escalera o el ascensor, a la hora de ir al trabajo, al llevar los niños al colegio. Un saludo, algunas palabras sobre el tiempo, o simplemente una mirada preñada de agotamiento por pensar en nuestras obligaciones, o por el cansancio, al volver al hogar. Silencios o palabras huecas. Ocupamos el mismo espacio común, pero....¿convivimos?.

Hablamos del resultado de los partidos de fútbol el lunes, en el desayuno, con los compañeros de ocupación. Hablan las madres del curso de los estudios en el desayuno, cuando han dejado a sus hijos en la escuela. Hablan los ancianos del tiempo o del programa de televisión de la noche anterior, sentados en el parque, al sol. ¿Compartimos de verdad lo que hablamos?.

Usamos a nuestro compañero de trabajo para que nos facilite las tareas. Nos ayudamos de los extranjeros que hacen los trabajos penosos que nosotros no queríamos hacer, antes de la crisis. Compramos, vendemos, compramos la ayuda de los demás, vendemos lo que sabemos o podemos hacer. ¿Por solidaridad?. ¿Por necesidad?. ¿Por interés?.

Vivimos con otros, compartimos lugares, aficiones, esfuerzos, necesidades, mercancías, saberes, pero ¿convivimos?. ¿Somos conscientes de lo que aportamos a los demás y ellos nos ofrecen?. A veces, más de lo que pensamos, porque casi nunca lo pensamos, el compartir es un hecho accidental, no querido, obligado. Muchas veces no queremos compartir con quienes tenemos cerca, evitamos pasar demasiado tiempo con quienes simplemente tienen el mismo domicilio, el mismo trabajo, la misma escuela, el mismo parque, con quienes pisan la misma oficina de empleo, buscando trabajo. ¡Qué trabajo no cuesta relacionarnos, compartir!. ¡Qué difícil es convivir!. Y qué necesario es.

10 comentarios:

Laube Leal dijo...

Estupenda entrada!!!! Un besote

Kata dijo...

hola Schevi... como dices, que dificil es convivir, pero que necesario...

Un abrazo y Feliz convivencia, hoy siempre!!!

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Muchas gracias, Laube. Un beso.

Feliz convivencia, Kata. Porque lo necesitamos.

Anónimo dijo...

Realismo! Y mirar a lo cercano y a lo cotidiano! Sí, lo comparto contigo. Porque en nuestro día a día, pareciera que nada podemos hacer para que las cosas cambien y es en esa cotidianidad en la que podemos actuar aportando nuestro granito de arena.

Gracias por estar con tus palabras hoy! Muchísimas gracias! :)

Paolab dijo...

Buen llamado a la reflexión.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

De nada Ángel, como dices, con este texto también se pone otro granito de arena en nuestro devenir cotidiano. Para pararnos y pensar un poco.

Paolab, muchas gracias, eso intentaba con tanta pregunta: pensar, reflexionar.

_MARÍA_, opino lo mismo que tú: cada vez hay más medios para comunicarse y tenemos, sin embargo, una relación más superficial. Cada vez nos movemos más fácilmente por el mundo y tenemos menos intercambio, por contra. Gracias por creerme agradable. No me considero persona fácil de tratar, jajajaja. Tú si que eres agradable, y viendo las visitas y comentarios en tu blog, perdona que te diga que no me creo que pierdas amigos. Aunque no hay nada inmutable, ni la amistad. Un beso.

Y un saludo a todos/as.

Octavio Junco dijo...

Muy buena entrada, Schevi. El hacinamiento de las modernas viviendas, lejos de propiciar las relaciones vecinales, las aleja.
Cuando en los pueblos no se hacían viviendas de pisos o apartamentos, sino que cada familia tenía su casa o su casita, por modesta que fuera, la gente se trataba con más cordialidad que hoy en día, en que las casa "de pisos" constituyen uno de los tópicos de la vida moderna.
¡Cuántas veces he oído a mis jóvenes ex-alumnos decir -respondiendo a mi pregunta "Hola, ¿qué tal te va?"-: "Muy bien; me he comprado un piso".
Y es que a los seres humanos nos sucede como a otros mamíferos: que necesitamos de un espacio vital para mantener no sólo nuestra independencia, sino, al mismo tiempo, nuestra capacidad de relación social.
En experimentos realizados con ratas se ha comprobado que, cuando se las aglomera en un pequeño espacio, aumenta su agresividad.
Alguno pensará: "¿Pero se puede comparar a las personas con las ratas?"
A lo que yo respondería: dejémonos de beaterías hipócritamente humanistas. Los humanos somos seres racionales (cuando lo somos), pero nuestra naturaleza y dimensión instintiva no difiere gran cosa de la de otras especies animales, en especial de los mamíferos.
En ocasiones, incluso, podemos superar en ratería a la propias ratas; ahí está, para muestra, el caso Malaya.
Un saludo.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Muchas gracias, Octavio Junco. Tienes razón, los humanos somos paradójicos: mientras más cerca estamos, más nos alejamos en nuestras relaciones. Parece que vivir en casas separadas fomenta la relación amable, sincera, cooperativa con los vecinos, mientras que los edificios por pisos, mientras más viviendas contienen, más aleja a unos vecinos de otros. Yo he puesto muchas veces en duda la afirmación de que el ser humano es un animal social. Si lo es, es a la fuerza, parece.

Un saludo.

Jose Antonio dijo...

Gracias por este gran aporte a un día tan especial como el de convivencia.
Te dejo un abrazo agradecido.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Muchas gracias, Senovilla. Ha sido un placer participar de este "post colectivo" en este día. Un abrazo.