En esta semana se está celebrando otros de los hitos del mayo festivo cordobés: el Festival de los patios y su concurso. Nacido oficialmente en 1933, junto con las Cruces de Mayo y la Feria de la Salud, forman la tripleta de celebraciones festivas que encumbran la primavera en la ciudad de Córdoba. Se ha convertido en un atractivo turístico singular, por su belleza y para algunos corre peligro como una forma de vida en extinción.
El patio, como elemento edificatorio, se introduce en época romana, tanto en la vivienda señorial (domus), como en la más popular (insula), donde el patio sirve, tanto como espacio de distribución de estancias, en la primera, o apartamentos, en la segunda, como zona para dotar de iluminación, ventilación y de regulación de la temperatura, por medio de estanques, fuentes y plantas. Los patios que se homenajean en este festival son de ambos tipos, el de la casa unifamiliar y el de la casa compartida, conocida como casa de vecinos. Estos últimos son los tipos que se creen en peligro. Y es cierto que como forma de vida donde se comparten servicios (aseos, lavaderos, pozos de agua potable, etc.) sí es así, afortunadamente, gracias al aumento del nivel de vida. Pero ese tipo se está sustituyendo por una arquitectura similar, debida al aprovechamiento de grandes solares que implican la construcción de viviendas alrededor de callejas interiores y patios centrales, donde se comparte solo la función de paso.
La costumbre de instalar estanques, fuentes y plantas, creen algunos erróneamente que tiene origen musulmán. Vemos que no. Ya existía antes, los musulmanes invasores “descubrieron” el valor de esta comodidad en contacto con nuestros antepasados y, tal vez, potenciaron su uso. Posteriormente, esa utilidad, gracias a las bondades que otorga, se ha consolidado en todas las épocas. Incluso, hoy día, los nuevos moradores de esas nuevas viviendas en torno a “patios interiores” están revitalizando su ornamentación y su uso convivencial y festivo, no solo en la capital, sino también en otras localidades como es el caso de Palma.
Mi madre tenía muchas plantas en los espacios al aire libre que tenía nuestra antigua casa: el patio (donde estaba el pozo, rodeado en parte por arcos sobre columnas, como en la típica casa romana, cegados para usar como habitaciones), en el “corral” (parte donde estaba el lavadero y la cuadra de los animales) y el huerto del final. Cuando nos mudamos a un piso nos quedamos con el que tenía un patio, menor pero grande en comparación con los que se hace actualmente. La foto es de un lateral, donde se ve algo de las plantas que me dejó. Ahora hemos estado buscando una casa y lo fundamental era, para mí, el patio. No me he encontrado, por ahora, con nada que me guste, son pequeños los que lo tenían y algunas ni eso. Y veremos qué pasa. No descarto que tenga que esperar mucho tiempo, pero algún día aparecerá esa casa con el patio donde se pueda de nuevo disfrutar una vida sana, en contacto con una naturaleza, adaptada a las necesidades humanas, en pequeña escala, pero con su agua, sus plantas, su aire, su belleza.
El patio, como elemento edificatorio, se introduce en época romana, tanto en la vivienda señorial (domus), como en la más popular (insula), donde el patio sirve, tanto como espacio de distribución de estancias, en la primera, o apartamentos, en la segunda, como zona para dotar de iluminación, ventilación y de regulación de la temperatura, por medio de estanques, fuentes y plantas. Los patios que se homenajean en este festival son de ambos tipos, el de la casa unifamiliar y el de la casa compartida, conocida como casa de vecinos. Estos últimos son los tipos que se creen en peligro. Y es cierto que como forma de vida donde se comparten servicios (aseos, lavaderos, pozos de agua potable, etc.) sí es así, afortunadamente, gracias al aumento del nivel de vida. Pero ese tipo se está sustituyendo por una arquitectura similar, debida al aprovechamiento de grandes solares que implican la construcción de viviendas alrededor de callejas interiores y patios centrales, donde se comparte solo la función de paso.
La costumbre de instalar estanques, fuentes y plantas, creen algunos erróneamente que tiene origen musulmán. Vemos que no. Ya existía antes, los musulmanes invasores “descubrieron” el valor de esta comodidad en contacto con nuestros antepasados y, tal vez, potenciaron su uso. Posteriormente, esa utilidad, gracias a las bondades que otorga, se ha consolidado en todas las épocas. Incluso, hoy día, los nuevos moradores de esas nuevas viviendas en torno a “patios interiores” están revitalizando su ornamentación y su uso convivencial y festivo, no solo en la capital, sino también en otras localidades como es el caso de Palma.
Mi madre tenía muchas plantas en los espacios al aire libre que tenía nuestra antigua casa: el patio (donde estaba el pozo, rodeado en parte por arcos sobre columnas, como en la típica casa romana, cegados para usar como habitaciones), en el “corral” (parte donde estaba el lavadero y la cuadra de los animales) y el huerto del final. Cuando nos mudamos a un piso nos quedamos con el que tenía un patio, menor pero grande en comparación con los que se hace actualmente. La foto es de un lateral, donde se ve algo de las plantas que me dejó. Ahora hemos estado buscando una casa y lo fundamental era, para mí, el patio. No me he encontrado, por ahora, con nada que me guste, son pequeños los que lo tenían y algunas ni eso. Y veremos qué pasa. No descarto que tenga que esperar mucho tiempo, pero algún día aparecerá esa casa con el patio donde se pueda de nuevo disfrutar una vida sana, en contacto con una naturaleza, adaptada a las necesidades humanas, en pequeña escala, pero con su agua, sus plantas, su aire, su belleza.
2 comentarios:
Un consejo de alguien que entiende un poco del tema.
Riega esas plantas y échales un poco de mantillo por que a simple vista se ve que le faltan dos cosas importantes, flores y un poco de cariño.
¡!!!!!!!!!! Que foto!!!!!!!!!!
Enhorabuena por las 6000 próximas visitas
Tienes razón. Les falta de todo. A ver si deja de llover y tengo tiempo de didicarles lo que se merecen las plantas.
Y gracias, pronto llegaremos a las 6000. Esto es como el alpinismo. Cuando haga un "ocho mil" me pongo a la altura del Himalaya.
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